16.3.20

Miguel Camarero.


Conocí a Miguel Camarero en el año 2010 gracias a Gonzalo Cueto. Meses antes le había contado a Gonzalo mi proyecto de editar un libro sobre los orígenes del surf en Galicia, y Miguel, por su trayectoria, era uno de los protagonistas que según Gonzalo indiscutiblemente tenían que estar en el libro. Me lo presentó en "La Naval", la cafetería que Gonzalo regentaba cerca de la Escuela de Náutica, en la que Miguel se formó como capitán de la marina mercante y que, a finales de la década de 1960 y principios de la de 1970, fue tal vez el principal vivero de surfistas durante los primeros años del surf en Galicia. Pronto descubrí que Miguel no sólo era una figura importante en aquella historia, sino que fue el primer surfista local de A Coruña, junto con Gonzalo Viana, en probar el surf.

Apenas guardo en la memoria recuerdos de esa primera conversación, pero sí de las siguientes veces que nos vimos en Doniños. También de las últimas veces que hablamos por teléfono o correo electrónico. Normalmente yo le preguntaba cosas sobre aquellos años, y él me contestaba siempre con una explicación muy bien redactada y llena de detalles que inmediatamente incorporaba al texto del libro. En una de nuestras últimas conversaciones me pedía mi dirección de correo postal para enviarme un ejemplar de una libro que había editado, y que me describió como un "librito" basado en "las acuarelas pintadas en un viaje en barco el pasado Febrero al Estrecho de Magallanes, que se me ocurrió editar para mis amigos". Desgraciadamente nunca me llegó. No me atreví entonces a proponerle editarlo en Libros del Océano. Hubiese estado encantado de hacerlo.

Con Gonzalo tenía planeado volver a verlo en primavera, en una de sus visitas a Coruña. No podrá ser. Ayer, Gonzalo me comunicaba la triste noticia.

No soy de despedidas. Pero de hacerlo, aprovecho uno de sus últimos correos:

"Acabo de regresar de la playa de Ripibelo: un grupo de surfistas cogían olas de tres metros sin una brisa; el paisaje, con las Sisargas cerrándolo, estaba iluminado por un sol corto en altura y largo en sombras. Yo de espectador, disfrutaba como los perros viejos de caza viendo pasar las liebres".

Estoy seguro que allí donde estés, continuarás disfrutando del mar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario