El 9 de junio de 1917 el Amphitrite, de bandera portuguesa, navegaba a unas 40 millas de
Cabo Prior. El barco, que tomaba el nombre de "La reina de los mares" de la mitología griega, había sido construido en madera en los astilleros Amaro & Macedo, de Vila do Conde, en el año 1912. Su casco, de 35 metros de eslora, se impulsaba a vela, y estaba equipado para la pesca del
bacalao en aguas de Terranova. Pero con el inicio de la I Guerra Mundial, el armador lo
destinó para el transporte de madera desde los bosques de Madeira a los mercados de Europa.
Había partido hacia unas semanas de Funchal, y se dirigía, a ritmo pausado, rumbo
a Burdeos. Pero ese día algo interrumpió su marcha. El periscopio del submarino
alemán UC-48, capitaneado por el comandante Kurt Ramien, lo detectó como una
presa fácil en su labor de patrulla y boicoteo del tráfico marítimo de los
países que eran contrincantes de Alemania en la guerra. La estructura de madera del
velero no ofreció resistencia al torpedo que se le envió desde el submarino,
hundiéndose rápidamente con sus 32 tripulantes a bordo. El Amphitrite era la
víctima 17 del submarino alemán. A éste le seguirían otros 25 barcos entre
hundidos y dañados.
El UC-48 había sido contruído en los astilleros
Weser A.G. de Bremen en el año 1916, y por su múltiples hundimientos a lo largo de toda la costa atlántica, era uno de los submarinos más conocidos y temidos. Tenía una
eslora de 49 metros e iba dotado con 7 lanza torpedos. Y era muy rápido, pudiendo
alcanzar los 11,5 nudos de velocidad, por lo que pocos buques se le escapaban.
Sus objetivos no sólo eran los barcos de guerra, sino cualquier embarcación con
bandera de un país que no fuese aliado alemán.
El 20 de marzo de 1918, en otra de sus patrullas, el UC-48 navegaba en aguas
del Canal de la Mancha cuando se encontró con el buque de la marina inglesa HMS Loyal. En el enfrentamiento las cosas se le complicaron, por lo que tuvo que
sumergirse precipitadamente para no sufrir daños. Pero en el descenso
vertiginoso perdió el control, y el submarino acabó impactando contra el fondo rocoso del Canal, sufriendo la ruptura de uno de sus tanques de fuel. Ante la
imposibilidad de volver a su base, el comandante al mando, Helmut Lorenz, tomó
rumbo a Ferrol con la idea de reparar la avería en los astilleros de la ciudad.
El 23 de marzo de 1918 el submarino entraba en
la Ría remolcado por el crucero Río de Plata. El plan era
reparar el tanque en el menor
tiempo posible y partir de nuevo. Pero había un problema. España, como país
neutral en la Guerra, y en cumplimiento de los convenios internacionales,
no podía acoger en sus muelles a un buque, de cualquiera de los dos bandos, durante más de 24 horas. Los daños que presentaba el submarino eran
considerables, por lo que resultaba imposible repararlo en ese tiempo. Fue así
como el comandante asumió que debía quedar retenido en Ferrol, con su
tripulación, hasta que la Guerra concluyese. Para asegurar su permanencia, las autoridades locales le retiraron la telegrafía y se desmontó su artillería, quedando
amarrado en el dique de San Julián. El UC-48 se encontró en Ferrol con el también
submarino alemán UB-23, que llevaba en la ciudad, por un motivo similar, desde
el 29 de Julio de 1917.
Cuando la Guerra concluyó, con Alemania en el
bando perdedor, los submarinos atracados en Ferrol pasaron a ser propiedad del
gobierno francés como compensación por los daños sufridos durante la guerra. Su destino serían los astilleros de Brest, y el buque francés Indenfatigable era el encargado de venir a recogerlos.
Unos días antes de la llegada de los franceses,
el 14 de marzo de 1919, el Jefe del Arsenal ordenó al comandante del submarino,
tras una limpieza rutinaria de sus fondos, que encendiese las máquinas dentro
de la dársena para probarlas. Pero tras soltar amarras, el UC-48 salió a toda
máquina en dirección a la boca de la ría con su tripulación en cubierta. En su
escapada hacia alta mar se cruzó con la corbeta Villa de Bilbao y el crucero
Río de Plata, que no pudieron hacer nada para detenerlo. Se dispararon varias
salvas de aviso, pero el submarino proseguía con su rumbo. El remolcador Antelo
salió en su persecución, al igual que el Torpedero nº14, que se cruzó también
con el submarino. El Torpedero finalmente alcanzó al sumergible a la altura de Punta
Segaño, obligándole a detenerse. Cuando el comandante español le exigió a
Lorenz que entregase la nave, el alemán le respondió que su misión era la de hundir
el submarino antes de que pasase a manos francesas. Las salvas que se lanzaron
al aire no fueron suficientes, y tras desaparecer la tripulación de la
cubierta, el submarino se sumergió de pronto, perdiéndosele de vista.
Cuando todos pensaban que el submarino se
escaparía, aparecieron de repente los ocho tripulantes
flotando en la superficie del mar gracias a sus chalecos salvavidas. Habían
abierto una de las escotillas del submarino para hundirlo y dejarlo a 30 metros de profundidad lejos de los franceses,
abandonando la nave mientras ésta se perdía en el fondo del mar.
A los pocos días, cuando los franceses llegaron a Ferrol, se llevaron una gran sorpresa al encontrarse con sólo uno de sus submarinos.
Tras el hundimiento muchos han sido los buceadores que han ido en la búsqueda del UC-48. Al parecer fue encontrado en
junio de 1956, siendo dinamitado para partirlo y extraerlo en varios trozos, quedando aún en el fondo parte de sus restos.
me encantan tus historias, aprendo cosas de mi zona que desconocia totalmente muchas gracias.
ResponderEliminarGracias a ti por seguir mis historias. Un saludo,
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