24.10.15

HISTORIAS. Biarritz (parte 10). Bidartean Zuzena Onena.





























Si encontrar buenas olas en Las Landas, por la variabilidad de sus fondos, parece que resulta complicado, dar con el baño bueno en el tramo de costa Biarritz-San Juan de Luz, tampoco es sencillo, al menos con las condiciones de mar que nos encontramos los días en los que estuvimos allí. 

Antes de salir de viaje, teníamos clara una regla que nos habían dicho: “cuanto más al sur, menos mar”. Pero ya allí pudimos comprobar que, si bien como norma general puede valer, no se cumple en todas las olas, y más cuando las condiciones, como ocurrió durante nuestra estancia, están en los dos extremos posibles: los primeros días, el mar estuvo prácticamente plato, y solo un baño, con unas olas mínimas en La Côte des Basques, nos permitió entrar al agua. Los días siguientes, aunque sin llegar a pasarse, el mar se fue al otro extremo. 

La primera dificultad, aunque pueda parecer contradictorio, es que la variedad de olas es muy amplia, y tal vez por buscar el mejor baño posible, descartamos entrar al agua en sitios que no estaban tan mal, y a los que cuando volvimos, tras ver otros, estaban ya fuera de su punto de marea, o pasados de mar.

Después está saber interpretar las previsiones. De los días pequeños, me llamó la atención el que, a pesar de que la dirección del mar era buena, el periodo era muy pequeño. Aquí en Galicia, raro es que un mar del noroeste tenga un periodo por debajo de los 8 segundos. Allí, aunque no sé si es habitual, las previsiones marcaban 5 segundos. ¿Y cómo interpretar una previsión de 0,5 metros de altura de ola y 18 segundos?

Otra cuestión muy relevante, en cuanto a las previsiones, es la dirección del oleaje, y cómo pequeñas variaciones en el ángulo de incidencia del swell son muy importantes en algunas rompientes. Mientras que aquí en Ferrol, la dirección del oleaje condiciona mucho más el tamaño que la forma de romper de la ola, en el Golfo de Vizcaya, con una plataforma continental muy estrecha, el modo en cómo rompe la ola, sobre todo en las rompientes de fondo de roca, está muy condicionado por la dirección. De hecho, uno de los días que estuvimos allí, en el que todo el mundo coincidía en prever que iba a estar perfecto, una pequeña variación de la dirección del mar con respecto a lo previsto, hizo que el día pasase de extraordinario a normal.

Y por último está el tema de la gente. Por aquí estamos acostumbrados a ser relativamente pocos en el agua. Pero allí el número de surfistas es altísimo, y cuando en una ola hay buenas condiciones, todo el mundo se concentra en ella. Salvo que conozcas la costa con precisión, o tengas mucha suerte, olvídate de baños solitarios. En Lafitenia, el día que iba a estar perfecto, pasé de entrar al agua porque en el pico había más de 60 personas, y aunque la marea ya estaba un poco alta para lo que son las condiciones buenas de la ola, entraba cada vez más gente de la que salía. En La Côte des Basques, el día de nuestro regreso, debía de haber unas 200 personas en el agua.

De entre todo lo que vi, me llamó mucho la atención la variedad de edad de los surfistas. Un chaval de Hendaya me daba la clave: en Francia se nota mucho el hecho de que ya son varias las generaciones de surfistas, por lo que es normal encontrarse en el agua con gente de más de 50 años. El otro tema que me llamó la atención es la variedad en cuanto al tipo de tablas. Mientras que por aquí casi todo son thursters, allí ves de todo: longboards, single fins en todas sus variedades posibles, pinchos, twin-fins, …

Los primeros días, aprovechando que no había olas, nos dedicamos a recorrer el tramo Biarritz-Guéthary en bicicleta. Creo que esta fue la mejor manera de conocer en detalle esta costa y sus olas. Al menos cómo llegar a ellas. Para ello, intentamos recorrer la costa lo más pegado posible al mar. Algún tramo lo tuvimos que hacer con la bici al hombro (así pasamos sobre las rocas que separan las playas de Uhabia y la Plague du centre en Bidart), y la verdad es que no paramos de subir y bajar cuestas. 

El primer pueblo desde Biarritz hacia el sur es Bidart. El nombre de Bidart (en euskera Bidarte), se podría traducir como "cruce de caminos", y la verdad es que el tiempo ha mantenido en este lugar la relevancia de los cruces, convertidos ahora, muchos de ellos, en rotondas. Marta, que había estado unos días antes que nosotros, nos pasó unas indicaciones para nuestra viaje, que en Bidart, siempre tenían referencia a los cruces: “para ir al taller de Gato Bask, pasado Guéthary, hay una rotonda muy grande que tiene a un lado la playa de Bidart …”; “pasado Bidart, hay un desvío hacia la izquierda con un letrero que dice “Ilbarritz Mouriscot”. A 150 metros de ese desvío está Wallako.

El pueblo, al que se accede también desde dos rotondas, se encuentra en un alto. Su trama urbana se organiza alrededor del triángulo que forman la Iglesia, el Ayuntamiento y el Frontón, una estructura muy común en los pueblos del País Vasco, y que refleja la relevancia de tres símbolos que han marcado la vida en la zona durante siglos.

De lo que leí sobre la historia de Bidart antes del viaje, lo que más me llamó la atención fue su pasado como puerto pesquero, del cual, físicamente no quedan restos. No es que no haya actividad pesquera en el pueblo, es que el puerto, como construcción, no existe, y eso que Bidart alcanzó su máximo apogeo como puerto a finales del siglo XVII. De hecho hay documentos que hablan de que en él, además de la actividad pesquera, que era común en otros pueblos próximos, también había una relevante actividad comercial, lo que puede ser indicativo de su importancia. Un documento de la época hablan de que en Bidart llegó a haber "500 marineros, varios capitanes, y cantidad de oficiales, además de una flota para la pesca de atún en el verano y para otras pesquerías en el invierno; además de otros 20-30 barcos para la pesca de la sardina”. 

Pero la actividad pesquera en Bidart tuvo un final un tanto repentino por dos hechos ocurridos en el siglo XVIII. El barrio de pescadores, hoy desaparecido, se encontraba ubicado en los acantilados de la playa de Uhabia, cuyo nombre viene del río que desemboca en ella. Junto al barrio estaba el puerto. La ubicación del puerto se ha podido precisar gracias a unos mapas del año 1750, en los que se reflejaba la ubicación de las linternas que indicaban el canal de acceso al puerto. Entre 1710 y 1749 se produjo una colmatación progresiva del estuario del Uhabia, que dificultó mucho la entrada al puerto, obligando a los pescadores a tener que dejar sus embarcaciones varadas en la arena, con el riesgo que ello suponía en los temporales. Este suceso supuso también el fin de la actividad del pequeño astillero que existía en la ribera del río, en el que se construían buena parte de los barcos de la zona. Pero el suceso que supuso el fin definitivo de la actividad pesquera en Bidart fue el colapso del acantilado de Parlementia. Tras aquel desastre, los pescadores trasladaron su actividad al puerto de Guéthary.

A pesar de la desaparición de la pesca en Bidart, las referencias a su pasado marítimo continúan siendo muy fuertes. El propio escudo del pueblo nos remite a ese pasado: al borde de un acantilado, posiblemente el de Uhabia, se dibujan dos olas en un mar de color plata, en el cual se sumerge un arpón ballenero. Pero lo que más me llamó la atención fue el lema del escudo, totalmente conectado al significado del nombre de Bidart, y que a partir de ahora utilizaré como regla cuando llegué a un cruce de caminos y no sepa cuál tomar : “bidartean zuzena onena”, es decir, “entre los caminos, el recto es el mejor”. 

Otra de las referencias en Bidart a su pasado como pueblo pesquero, es la capilla de Saint Joseph, situada frente a la ola de Parlementia. La capilla, dedicada al patrón de los carpinteros de ribera, destaca por su amplio porche, casi tan grande como el interior de la iglesia. El nombre de Parlementia se debe a que el porche de la capilla era empleado para tratar temas “civiles”, como si fuese un "parlamento", que eran de relevancia y comunes para Bidart y Guéthary. Se tiene constancia documental de que, por ejemplo, en el año 1792 se nombraron allí a los oficiales, suboficiales y cabos de la guardia de los dos municipios. 

Tras perdernos por los caminos que salen de Parlementia, llegamos a Guéthary. La primera referencia visual que tuvimos de que ya habíamos llegado fue el encontrarnos de frente con el hostal Le Madrid, uno de los lugares del pueblo que han pasado a formar del imaginario surfista por los años en los que Mili Dora vivió en Francia. No pasamos por el mirador donde está el banco en el que se sentaba a observar el mar, pero sí bajamos hasta el puerto. Aquel iba a ser el fin de nuestro trayecto en bicicleta (quedaba aún la vuelta). Al día siguiente, y al siguiente más, lo volveríamos a recorrer todo, además de las playas de Cenitz, Lafitenia y Erromardie, para terminar siempre entrando al agua en Sainte-Barbe, algo así como nuestro refugio durante esos dos días de olas en los que no fuimos capaces de encontrar el baño bueno.

No hay comentarios:

Publicar un comentario