HISTORIAS. Déjà vu.

”Todos hemos tenido alguna vez la sensación de que lo que estamos diciendo, o haciendo, ya lo hemos dicho y hecho antes, en una época remota; de haber estado rodeados, hace tiempo, por las mismas caras, objetos y circunstancias; de que sabemos perfectamente lo que diremos a continuación, ¡como si de pronto lo recordásemos!” 

-Charles Dickens. 

Creo que todos hemos sentido esta extraña sensación alguna vez. De pronto nuestra mente nos envía el mensaje de que esta situación, que estamos viviendo por primera vez, ya la hemos experimentado antes. Todo nos parece familiar, aunque el momento sea en realidad inédito.  

Gracias a la fotografía podemos provocar esa sensación que normalmente se reproduce de modo espontáneo. De hecho, hace unos meses, intentamos planificar una situación así con la foto que a Keko, Gonza y Diego les habían hecho su hermano Fernando, en Doniños, hace 20 años. Pero las dos fotos de hoy son pura coincidencia. Mismo protagonista, aunque en distinta playa, separados por el tiempo 20 años. Antes de que Alberte me enviase su foto de 1993, en respuesta a la mía de 2013, yo no había visto la suya, por lo que mi toma no fue intencionada. Tal vez en fotos de surf esta coincidencia sea más sencilla y todo se reduzca a una cuestión de estilo. Todos, inconscientemente, hemos desarrollado una forma de movernos, de equilibrarnos e impulsarnos sobre la tabla, que nos hace únicos y reconocibles. Y posiblemente Alberte lleve reproducción estos mismos movimientos desde 20 años o más.

La primera de las fotos fue tomada en La Fitenia, Tenerife, por un francés llamado Patrick, que muchos otros pasaba largas temporadas en la Isla. Como modo de vida se había hecho fotógrafo acuático. Con su cámara, y una carcasa, sacaba fotos a los turistas y a los surfistas de vacaciones en el archipiélago. También a los locales. Fotografías que después vendía por 500 pesetas la unidad, y que le permitían prolongar su estancia en las Canarias.

Alberte encontró su foto, entre otras hechas por Patrick, años más tarde en una tienda de surf. Junto a otras, la imagen de La Fitenia había terminado allí cuando el francés decidió abandonar la isla rumbo a su próximo destino, seguramente alguna otra playa con buenas olas, excelente clima y menos gente.