10.4.13

HISTORIAS. ¡¡Kowabunga!!



El de ayer prometía ser un día intenso de trabajo. De esos que sabes que te exigirán concentración y esfuerzo. Por eso, cuando a primera hora, supe del último mensaje que Juan nos enviaba, y lo que ello significaba, no pude contar con el tiempo que me hubiese gustado para interiorizar la noticia.

Ya en casa, por la noche, con el tiempo necesario para pensar, no me sentí sin embargo con el ánimo de escribir nada.

Intentar describir con palabras a Juan resulta imposible. Para disfrutarlo en toda su extensión había que conocerlo en directo, una cosa que por cierto era bastante sencilla, ya que era una persona que enseguida se abría a aquellos que se acercaban a él con espíritu sincero y ánimo de compartir.

La huella que ha dejado en nuestras vidas es inmensa y creo sinceramente que gracias a él, y a Matilde, su inseparable compañera, disfrutamos hoy mucho más de la vida y de las pequeñas cosas que ésta nos ofrece. Seguro que a él le gustaría oír ésto. Este sentimiento sé, además, que no es algo que sólo haya experimentado yo, sino que es común a todas las personas que, durante sus casi 97 años de vida, han tenido la gran fortuna de cruzarse con él. Personas que tenemos a Juan y Matilde como uno de los referentes más firmes en nuestras vidas.

Varias muestras de ello han quedado recogidas en el blog durante estos años. Hoy realmente he disfrutado recordando algunas de ellas. Por ejemplo así le recordaba Félix Cueto en el año 1998, en una entrevista publicada en la revista Surfari y que reproducíamos en el blog en 2009: "desde aquí mando un recuerdo afectuosísimo a Juan Abeledo y a sus padres, Matilde y Juan, de los que siempre me acuerdo; de su caldo y de Crispín, el lagarto verde. Para mí Doniños eran ELLOS y después las olas".

O Jose "Queimarán", hace dos veranos, que nos hablaba de ellos mientras visitábamos "el castro" y recordábamos sus inicios en el mundo del surf. "El modo en el que Juan y Matilde vivían en Doniños nos impactó un montón. Vivían en total contacto con la naturaleza. Ellos fueron las primeras personas a las que oímos hablar del respeto y cuidado de la naturaleza, hoy ideas tan en voga. Pasaban los veranos justo aquí. Entre todos los que compartíamos la ladera del Outeiro, éste era el mejor lugar, y el que mayor significado tenía. Protegidos del viento, con un manantial cercano que les proporcionaba agua dulce. Con el mar suministrándoles buena parte de la comida. Y como no, con unas excelentes vistas a la playa y a las olas. Si no había olas solíamos acercarnos a charlar con ellos. Siempre había algo interesante que escuchar".

Y como no los Antón, quienes compartieron con él muchos momentos en Doniños: "Comenzamos a hacer surf a finales de los 70, -explica José Luis- concretamente en el verano de 1978. Antes, pocas veces habíamos ido a Doniños, ya que no había acceso rodado a la playa. Pero en el momento en que supimos de la práctica del surf en Doniños, empezamos a ir asiduamente. Las primeras veces sólo a ver, hasta que un día, y gracias a la generosidad de Juan Abeledo, lo probamos. Aquel día, cuando nos dejó su tabla, no nos lo podíamos creer. ¡Era una tabla de surf! ¡Y estaba en nuestras manos! Para nosotros era como haber descubrierto un tesoro: algo precioso y misterioso a la vez. Algo sorprendente. 
De hecho –continúa Alberto- fue conocer a Juan con sus 60 años, su optimismo y pasión por la playa, lo que nos impulsó a investigar cómo nos podíamos hacer con una tabla de surf.

O como hace tan sólo tres días, Anselmo, amigo de Juan hijo, me contaba, a través de un comentario en la entrada del blog dedicada a la primera y única tabla de Juan, "La Gaviota", su experiencia con ella. Ambos coincidimos en afirmar que la personalidad de Juan era tal, que los objetos que le pertenecían adquirían en cierto modo su manera de ser, su espíritu, ..., 

Dentro de unos días publicaremos una entrada que recoge parte de las conversaciones que mantuvimos durante estos años, y que él tuvo especial interés en compartir con nosotros, no con el ánimo de trascender, sino con el deseo sincero de que sus vivencias quedasen recogidas de algún modo, y así poder transmitir también, a quienes no había tenido la oportunidad de conocer, lo maravillosa que es esta vida y que no debemos desaprovechar la ocasión de disfrutarla. Teníamos guardadas sus palabras para una situación especial, y aunque nos hubiese gustado que hubiese sido otra, creo sinceramente que ésta lo merece.

¡¡¡Kowabunga!!!

9 comentarios:

  1. Días difíciles; se va un compañero,un padre,un amigo...pero los días felices volverán pues os ha dejado su espíritu,su amor por la tierra , por el mar,por las personas,os ha enseñado a amar,a comprender,y sobre todo lo poco que se necesita para ser feliz.

    Un abrazo a su "pequeña"familia de parte de uno de su "gran"familia,la familia de los amantes del mar,de la felicidad y de la vida...

    Kowabunga amigo!!!

    ResponderEliminar
  2. Hay cariño, respeto y sinceridad en esas lineas Jesus. Estoy seguro que me hubiese gustado conocerlo, quedaos con sus buenos recuerdos.
    Mucho animo para su familia y amigos.

    ResponderEliminar
  3. Me acuerdo de como me hablabas de él hace unos meses cuando te visité. Que lástima no haber conocido a ese espíritu de la república antes de que se fuera. Un abrazo!

    Niegà

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Es cierto. Me da pena no habértelo presentado. Vaya coincidencia que su marcha haya coincidido con la de Sampedro. Dos mentes privilegiadas de una misma generación, que por estas dos muestras, debió ser maravillosa. Muchas gracias F.

      Eliminar
  4. El pasado lunes, leyendo la prensa, me llamó la atención una de las esquelas, la referida a Kowabunga, pero a lo que le presté más interés ha sido a la firma del que se despedía, dejando para más tarde el comprobar si, efectivamente, se trataba de la persona que he admirado como compañero y con toque de amistad a lo largo de los años que hemos compartido en Bazán, primero como monitor de aprendices y luego como instructor, en todas las acepciones del diccionario de la RAE, en el Departamento de Carenas en dicha empresa.
    Aunque hacía más de 20 años que no tenía noticias suyas, siempre he tenido presente todo cuanto me ha enseñado y también aprendido de su bonhomía y sobre todo lo que decía cuando hablábamos de la pintura y de su arte con las acuarelas que se resumía en “trabajar, trabajar y trabajar …”, aunque en los artículos aparecidos el martes y miércoles, en La Voz de Galicia, no se hace mención a su arte con dicha disciplina, pese a que, creo recordar, figura con una entrada en la Enciclopedia Gallega.
    Pese al tiempo transcurrido sin verlo, lo he tenido siempre en mi recuerdo, pues sigo contemplando cada día, con admiración, el cuadro que me regaló a mediados de los años 70, lo que me asegura que seguiremos vinculados los años en que mi memoria siga viva. Por cierto, aunque no soy experto en pintura en ninguna de sus modalidades, no he visto marinas como las de Juan Abeledo, como el decía, el mar -o la mar- no es un queso.
    Es bien cierto que no he conocido otra persona de su condición, creo que la definición de bonhomía, además de lo que se indica en los artículos, se ajusta a su perfil como persona, también puedo dar fe, al menos en el tiempo que he tenido la oportunidad de compartir con él, de su devoción por su querida Matilde a la que también tuve la oportunidad de conocer en aquella década.
    Mis mejores deseos para su familia.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola Juan. Muchísimas gracias por tu comentario. Es cierto que la faceta pintora de Juan ha sido poco comentada estos días. Como bien tu dices sus acuarelas eran de gran calidad, sobre todo sus marinas, que tenían además en Doniños un tema recurrente. Pronto escribiré algo sobre Juan y la pintura que cubra esta falta. Un abrazo,

      Jesús

      Eliminar
  5. Reproduzco el comentario recibido de Alfonso Díaz Iglesias, vía mail:

    Ha muerto con 97 años JUAN ABELEDO: surfista, socorrista, estrafalario, alegre,...
    Casi 100 años que dieron para dejar huella en la infancia de mi padre, que va a cumplir 73, y en la mía y en la de mi hermana.
    En aquella playa de Doniños que pisé aún antes de saber andar, la playa de tantos veranos.
    Juan Abeledo y su mujer Matilde, mi tío abuelo Paco, Leandro -al que ya no conocí- y mi padre de pocos años llevado a hombros por ellos, "descubrieron" y empezaron a frecuentar ese lugar en una época de posguerra en la que ni siquiera había carretera desde Ferrol...
    Al ver las fotos, mis recuerdos del mar de fondo, el viento nordeste, el lago, mis abuelos, Juan, Lombeiradas, la curva de Topete, ...me han golpeado como las lagarteiras de septiembre que rompían en la playa y llegaban hasta las dunas.
    Las lágrimas tienen casi el mismo sabor del Atlántico.

    ResponderEliminar
  6. Hola. Yo no he tenido el placer de conocerlo pero estos días he seguido lo que se ha publicado en La Voz, además de este blog y cuanto más leo sobre él, más admiración me despierta su persona y su vida. Por eso quería agradeceros estas publicaciones porque nos estáis dando la oportunidad de que al menos una parte de Kowabunga llegue a nosotros. Muy, muy inspirador. Entre todo el desastre que se ve por ahí fuera gente así, como Juan, como Sampedro, te reconcilia con el ser humano.
    Un abrazo a todos los que le conocíais.

    ResponderEliminar