HISTORIAS. Fuerteventura (parte 1). La Isla.

"Esta inafortunada isla de Fuerteventura, donde entre la apacible calma del cielo y del mar escribimos este comentario a la vida que pasa y a la que se queda, mide en lo más largo, de punta norte a punta sur, cien kilómetros, y en lo más ancho, veinticinco. En su extremo suroeste forma una península casi deshabitada, por donde vagan, entre soledades desnudas y desnudeces solitarias de la mísera tierra, algunos pastores. A esta península se la conoce por el nombre de Jandía o de la Pared. La pared, o mejor, muralla, que dio nombre a la península de Jandía, y de la que aún se conservan trechos, fue una muralla construida por los guanches para separar los dos reinos en los que la isla Majorata, la de los majoreros, o sea Fuerteventura, estaba dividida, y para impedir las incursiones de uno en otro reino. Y he aquí cómo este pedazo de África sahárica, lanzado en el Atlántico, se permitía tener una península y una muralla como la de China, en cuanto al sentido histórico".

-Miguel de Unamuno

La  Fuerteventura que pudimos conocer hace once años, posiblemente tuviese muy poco que ver con la que Miguel de Unamuno conoció durante los meses en los que estuvo desterrado en la Isla en 1924. Sin  embargo nuestra experiencia, y sobre todo viajando por el interior, fue la de estar en un lugar en el que el tiempo parecía que se hubiese detenido para determinadas cosas. También es cierto que nos encontramos con múltiples ejemplos del mal entendido "desarrollo", pero lo que más nos impactó fue lo fácil que resultaba, sobre todo en determinadas sitios, viajar al pasado.

Visitamos la Isla en busca de olas, viento y sol, y a parte de ello, encontramos mucho más. El vivir en esa sorpresa continua, con un nuevo descubrimiento allí donde mirásemos, fue lo que nos hizo volver más veces, y tener en este lugar, sobre todo en sus playas del norte, una especie de refugio al que siempre poder acudir.

Ahora han pasado ya siete años desde nuestro último viaje. Sabemos que volveremos pronto, sobre todo porque, y aunque nos pueda parecer imposible, aún nos han quedado muchas cosas por conocer.