13.12.17

Biarritz. La Grande Plague (parte 20)


He de reconocer que llevo varios días atascado con el texto que acompaña a las fotos sobre La Grande Plage. Quería evitar hablar de lo obvio: de su arquitectura, con el Hôtel du Palais al norte, el Casino, y el centro de congresos Bellevue al sur; o sobre su pasado asociado a los baños terapéuticos que le llevaron a ser conocida como la “Côte des Fous” (costa de los locos), por el gran número de gente “enferma” que encontraba "calma" en sus frías aguas. Se cree sin embargo que el nombre de “Côte des Fous” realmente se debe a la presencia de alcatraces (fous de Bassan) en las rocas).

Pero la verdad es que nada me motivaba lo suficiente para buscar y documentarme, hasta que me acordé de uno de los primeros artículos escritos sobre surf en la prensa española, en concreto en el diario Mundo Deportivo del 17 de agosto de 1964, en el que el periodista Carlos Pardo describe su encuentro con el surf en La Grande Plage. 

"Cuando en la última vuelta a Francia hicimos noche en Biarritz, (...) nos sorprendió, en nuestro paseo nocturno (...), la llegada de un grupo de muchachas y muchachos de neta procedencia norteamericana que, en la entrada del Hotel, desembarcaban su equipaje y unas tablas de madera.

-¡¡Es el equipo norteamericano!! - me dijo amablemente el portero del hotel, que por cierto era español.

¿"Surfing"? ¿Qué es el "surfing"? La pregunta que me hice en aquel momento quedó contestada cuando en un bar próximo estuve hablando con el joven capitán del "team", que tras ocupar sus habitaciones había salido a tomarse una "coca-cola".

(...) El "surfing" consiste en deslizarse sobre una tabla de madera encima de una gran ola. Es en realidad un deporte milenario, nacido en las fabulosas islas Hawaii. Se necesita, claro está, un mar en el que la ola rompa lejos, a 200 o 300 metros de la playa. Y desde luego es un deporte duro, porque lo primero que exige es ir nadando empujando la tabla hasta la rompiente. Para ésto hay que ser un excelente nadador y no tener miedo al mar. Como es sabido las grandes olas tienen gran fuerza. Para llegar al punto de partida hay que saber "pasar" 10 o 12 grandes olas. El mejor procedimiento es el de hundirse un poco en el momento en el que la ola pasa. Y aprovechar nadando, y empujando la tabla, la relativa calma que hay hasta la próxima ola.

Una vez que se llega a la rompiente hay que estar atento. Las olas van viniendo desde el horizonte, pero hay que escoger una buena. A veces una ola tiene mucha espuma, y no es la mejor. La "buena" es la que por debajo tiene más fuerza, lo que le hará llegar cerca de la playa con potencia. Saber "escoger" la ola parece ser un sexto sentido que tienen los buenos "surfriders" de Hawaii. En el momento en el que la ola rompe hay que subirse sobre la liviana tabla. Esto requiere desde luego más habilidad que fuerza, y mucho sentido del equilibrio. Aprender cuesta sin duda no pocos chapuzones.

Bien: el "surfrider" ya está de pie encima de la tabla. Ésta, arrastrada en la superficie de la ola, se desliza a gran velocidad. El problema es de colocación y equilibrio. Hay que ser casi un artista del alambre. La posición de las piernas, un poco adelantada, debe quedare compensada con los brazos extendidos hacia delante. El "surfrider", con los brazos, hace un gran trabajo para ir compensando el equilibrio. El espectáculo, y el deporte, son entonces maravillosos. Un atleta, un hombre, sin ayuda de nadie, y con una sola tabla, domina el mar enfurecido. Los buenos "surfriders" hacen maravillas. Los hay que son capaces de deslizarse con un solo pie en la tabla. Otros, los menos, se colocan incluso cabeza para abajo ejecutando una vertical en la deslizante y breve superficie. Los maestros de este deporte oceánico consiguen, con su habilidad, llegar con su tabla hasta la misma arena, a la que descienden de un gracioso salto ....

No es un deporte desde luego muy propicio a la competición, pero en las islas Hawaii, u otras playas americanas con olas que lo han adoptado, hacen campeonatos de habilidad, de estilo, y hasta carreras partiendo de una misma ola. Hay "surfriders" tan fabulosos que incluso se permiten el lujo de llevar hasta la rompiente a una pareja, y allí cargan a una gentil bañista sobre los hombros hasta el chapuzón ... , o hasta la playa.

Reconozco que este joven y desconocido universitario americano, que me habló del "surfing" en un bar de Biarritz, casi me contagió su entusiasmo, porque soy de los que creo que los mejores deportes son los más naturales. Y éste lo es en grado sumo, en contraposición al sofisticado ski-acuático. El "surfing" es otra cosa. No hace falta (...) mucho dinero. Una simple tabla, que en Estados Unidos, la mejor, vale cincuenta duros. Una playa de olas grandes y largas. Y desde luego serenidad y valor para enfrentarse con el mar. Es un deporte que los pescaderos hawaianos lo practicaban con toda sencillez antes de que los jóvenes deportistas americanos, en turismo por las islas, lo descubrieran o lo adoptaran.

(...)

El hecho que desde hace 2 temporadas Biarritz, que está tan cerca de España, lo haya adoptado (el equipo americano del que hablamos estaba invitado por el Sindicato de Turismo, y hay varios clubes de "surfing" en la Costa Vasca), nos hizo pensar que este magnífico deporte de mar puede tomar carta de naturaleza y ser un poderoso atractivo de nuestras playas cantábricas.

Las grandes olas de Zarautz, de Santander, de Gijón, de La Coruña, Vigo y playas adyacentes, pueden ser un palenque ideal para los "surfriders". Y en todo el litoral hay chicos valientes, y buenos nadadores, que conocen su mar, y con las debidas precauciones, no hay que ser nunca imprudentes, pueden convertirse en magníficos "surfriders". Como este deporte tiene su técnica y sus previsiones (requiere un determinado estado del mar), no estaría de más pedir, como en Biarritz, un poco de consejo a quienes lo han practico. Conectarse con los clubs que hacen "surf" en Francia, pidiendo estos consejos, y quien sabe si algún monitor, es lo que yo aconsejaría.

El "surf", desde luego, difícilmente puede practicarse en el Mediterráneo. Nuestras playas son por lo general demasiado tranquilas. Se necesitan, como hemos dicho, grandes olas que rompan a 200, 300 o hasta más metros con fuerza, y que lleguen briosas, aunque ya más mansas, hasta la misma playa.

Y de "eso", por este litoral, no tenemos ... Brindemos pues por este artículo y las sugerencias que el mismo encierra a nuestro bello Cantábrico, que puede ser el estadio español del "surfing"".

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