Hace una semana me compré el libro "Una verdad incómoda", escrito por el ex-vicepresidente de los Estados Unidos y premio Nobel Al Gore.
Tenía ganas de comprarlo desde que se publicó en España en el año 2007, sobre todo para leer lo que alguien que ha estado inmerso en el "sistema" opina sobre el cambio climático y los efectos que el mismo está teniendo sobre el planeta.
Hasta ahora he leído pocas páginas, pero he de reconocer que mi disposición inicial hacía el libro es de desconfianza, ya que me resulta complicado creer que alguien que ha llegado a vicepresidente de los Estados Unidos pueda tener ideas firmes y sinceras sobre la protección del medio ambiente y el llamado desarrollo sostenible, y que todo no sea más que una estrategia para seguir ocupando un lugar importante en los grupos de decisión del planeta. Es cierto que es mejor que sea con ideas de este tipo y no con otras. Ojalá esté equivocado.
Pues es así que estoy con la lectura de este libro cuando se cumple, un año más, una nueva edición del denominado "Día del Planeta". No sé si será que hoy me encuentro un poco pesimista hacia la raza humana y el futuro del planeta, pero veo en este día, y en esta celebración, una nueva oportunidad para que cada uno, y unos cuantos políticos también, lavemos nuestras conciencias, haciendo una vez al año, y durante una hora, algo por el planeta.
Sin embargo sólo este gesto no es suficiente. La realidad es muy cruda, y como titula el libro, estamos inmersos en una realidad que resulta muy incómoda de reconocer.
Yo de todos modos a las 8:30 pienso apagar todas las luces de nuestra casa durante una hora y sumarme a la campaña.
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