10.2.11

SURFISTAS. Quinito y Jacobo.



“Tengo una relación especial entre la música y la literatura. Siempre que escribo estoy escuchando música. La música me catapulta hacia adelante, me hace imaginar, (…) y por tanto a escribir”.

La verdad es que no recuerdo desde cuando conozco a Quinito López-Mourelle y Jacobo Aguado. Posiblemente desde hace más de 18 años. Por aquel entonces me estaba iniciando en el windsurf en olas, y ellos eran para mí algo así como el espejo al que mirarse a la hora de aprender a surfear con la tabla de wind. Siempre inseparables, ellos representaban la corriente del surf frente a la de los saltos, y por tanto la alternativa al estilo imperante en la época, en el que primaban más los loopings que una buena surfeada. Ellos tenían además relación con Josh Angulo, Francisco Goya o Caroline Haslin, algunos de mis ídolos de aquella época, y sus tablas, las primeras twin-fin que veíamos por aquí, eran réplicas de modelos de Josh Angulo.

Nuestra relación tal vez no se pueda calificar de amistad, aunque si de una clara simpatía. Recuerdo especialmente sus consejos para adivinar la llegada de las series y evitar los revolcones en las salidas, las veces que me trajeron desde Coruña a Ferrol para poder navegar y aprovechar un día más del fin de semana, o la tabla que Jacobo nos dejó en nuestro primer viaje a Fuerteventura.

Con el paso de los años tanto a uno como a otro los veo poco, por no decir muy poco, pero siempre que nos encontramos es una alegría coincidir.

Y si hoy hablo de ellos es por que acabo de descubrir la última creación de Quinito. Doctor en periodismo, crítico de jazz, escritor y músico, su ultimo tema está dedicado a Doniños y tal vez a esos momentos recogiendo el material después de una buena navegada: "Última tarde en Doniños".

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