3.6.12

HISTORIAS. Noja (parte 2)



Un día y medio es insuficiente para conocer un lugar, y más cuando los mapas que me podrían guiar quedaron en casa. Así que contar con la guía de Pablo para la búsqueda de olas, aunque fuese infructuosa, resultó fundamental para descubrir muchos lugares que sin él hubiese tardado más en descubrir. Y más, cuando la guía se completa con algunas de las historias y peculiaridades de este lugar.

Al parecer el topónimo de Noja tiene un origen similar al de Noia, aquí en Galicia. Ambos nombres provienen de la forma Noega. Aunque no está claro su significado se cree que proviene del término celta nouika, que significa nueva. En Noja se da un contraste bastante llamativo entre lo antiguo y lo nuevo, con cientos de edificios destinados a los turistas que sólo habitan el pueblo en verano. En esos meses se pasa de sus 2.500 habitantes fijos a más de 100.000 personas, que al parecer abarrotan las calles y playas del pueblo. Me imagino que el cambio debe ser increíble. Así que el termino "nuevo" con el que se le dio nombre parece seguir acompañando a un pueblo que hasta hace bien poco parece que no paraba de crecer.






Tras pasar por la playa del Ris, y el Brusco, fuimos hasta Berria, una playa encajada entre dos salientes de roca. A pesar de la falta de olas, había que meterse en el agua, al menos pera aprovechar el día. Las olas daban para más bien poco. De hecho apenas me llevaban. Pero entrar en el mar siempre compensa. La playa me recordó un poco a las de aquí, aunque con un claro signo significativo: el penal de El Dueso, que con sus altos muros y pabellones crea un contraste curioso frente a la libertad que transmite la playa y el mar.



Y antes de volver a Noja, pasamos por Santoña, conocida originariamente también como el Puerto. El término Portus, fue dado por los romanos. Sin embargo el origen de Santoña se cree que es celta, derivado posiblemente de la tribu de los Sanntones. Visitar un mercado un sábado por la mañana es adentrarse en una locura de actividad, gente y coches. Además se nos hacía tarde, por lo que tras una parada en los muelles volvimos a Noja.





El domingo, antes de regresar, paramos en Somo, desde donde hay una visión espectacular de toda la ciudad de Santander. Nos quedaban por delante casi 500 km de carretera, que para alguien como yo, poco acostumbrado a viajar, me parecían un muy largo viaje.


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