Ayer el titular de una noticia me llamaba especialmente la atención: "Una ola de récord: 19 metros de altura. La Organización Meteorológica Mundial (OMM) confirma la medición de una boya situada en el Atlántico Norte en febrero de 2013".
Tras leerlo dos veces, y fijándome especialmente en el dato "19 metros" y en la palabra "récord", pensé que el titular debía de ser erróneo. Sobre olas más grandes que éstas ya hemos hablado otras veces en el blog, la última hace casi un año, en la entrada "La ola más grande". Así que, con una mezcla de curiosidad e incredulidad, me lancé a la lectura. No fue hasta casi la mitad cuando se explicaba que "el Comité de Evaluación de Fenómenos Extremos de la Comisión de Climatología de la OMM, formado por científicos de Gran Bretaña, Canadá, Estados Unidos y España, clasificó este último récord como "la mayor altura significativa de una ola jamás medida por una boya". El valor de 19 metros se refería por tanto a la altura de ola significante: 19 metros sí que era un valor excepcional.
La altura de ola significante es un término estadístico, por así decirlo "teórico", y por tanto no se corresponde con la altura de una ola individual que hay existido realmente. Se calcula como la media del tercio de olas más altas medidas en un determinado periodo de tiempo, normalmente una hora.
El término "altura de ola significante" es, de entre todos los que se refieren a altura de ola, el que se ha adoptado de modo mayoritario a la hora de caracterizar un temporal (junto con otros como el periodo medio, el periodo en el pico o la dirección media). Su por qué tiene una explicación que a mí me parece muy interesante. Antes de la aparición de las boyas de medición de oleaje, la oceanografía se basaba en las observaciones visuales que, desde buques repartidos por todos los océanos, se hacía de las condiciones del mar. Durante décadas, las primeras mediciones datan de mediados del siglo XIX, ésta fue la única información de la que se dispuso, y la que se empleó para las primeras caracterizaciones de clima marítimo efectuadas por la NOAA.
Cuando aparecieron las primeras boyas, con sus mediciones reales cada vez más precisas, existió un consenso general de que toda aquella información visual tenía un valor que la ciencia no se podía permitir desperdiciar. Fue por ello que se buscó el modo de relacionar las dos formas de medición. Durante años convivieron los dos sistemas, y se compararon los valores que se obtenían de las lecturas de las boyas con el valor de las observaciones visuales. Una vez se dispuso de suficientes datos para realizar una comparación fiable, se determinó que el valor que daba un observador experimentado como la altura media de unas 15 a 20 olas bien formadas a lo largo de un período de aproximadamente 10 minutos, se aproximaba mucho a la media del tercio de olas más altas medidas por las boyas. A ese valor se le denominó "altura de ola significante".
Con objeto de valorar la excepcionalidad de una altura de ola significante de 19 metros, he repasado los datos de algunos de los temporales recientes más conocidos: durante Hércules, en enero de 2014, la altura de ola significante máxima fue de 12,4 metros, midiéndose una ola individual que llegó hasta los 27,81 metros, el máximo medido hasta ahora por la red de boyas que Puertos del Estado tiene frente a nuestras costas. Durante el huracán Klauss, en enero de 2009, la altura de ola significante máxima fue de 14,88 metros, midiéndose una ola de 26,13 metros.
Ante ese valor de 19 metros, medido el 4 de febrero de 2013 en algún punto del océano Atlántico Norte, entre Islandia y el Reino Unido, uno se pregunta: ¿cuál fue la ola más grande medida en aquel temporal?. La relación entre la altura de ola máxima y la altura de ola significante es muy variable, aunque un valor que se suele adoptar como referencia es el de 1,7. Eso significaría que la ola más grande podría rondar los 32 metros de altura. En el caso de Hércules la relación llegó a ser de 2,24, un valor absolutamente excepcional. De hecho se habla de "freak waves" cuando una ola presenta una altura de ola que supera en 2 veces la altura significante del periodo en que se midió. Si en aquel temporal la boya se hubiese tenido que enfrentar a una "freak wave", posiblemente estuviésemos hablando de una ola de más de 40 metros.
Hola Jesús, debieras enviar este escrito a la redacción de El Pais, a la atención de quien redactó la noticia que a muchos nos sorprendió en su momento. Y El Pais debiera tener la decencia científica de publicarlo para que la gente, sobre todo los que vivimos entrelazados al mar y a las olas, podamos entenderlo. Clara y magníficamente explicado. Enhorabuena!!.
ResponderEliminarMuchas gracias Alberto!!! Y más viniendo de ti: profesor, surfista y gran observador y conocedor del mar.
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