Cuando en la primera entrada de esta serie decíamos que vivimos pendientes de las mareas no estábamos exagerando. Estoy ahora mismo en el puerto, con el traje puesto esperando a que me llamen por teléfono. Me han prometido que será solo una conversación de 7 minutos, pero está fijada para una hora que no sólo me hará perder el mejor momento del baño, sino que incluso puede hacer que no haya valido la pena venir hasta aquí. La marea baja fue hace una hora, por lo que cada minuto que pasa es un minuto irrepetible de buenas olas que me estoy perdiendo. Éste, y otros lugares, son especialmente sensibles al nivel de la marea. Con la marea baja la presencia del banco de arena se expresa con toda su contundencia, ofreciendo una primera sección rápida y hueca. Muchas olas rompen en barra, pero las que vienen dobladas, sin apenas brazo, son las mejores. Hoy parece que las condiciones no son las mejores, ya que las mareas son muertas. Además, y a medida que la marea vaya subiendo, la ola perderá intensidad en esa primera sección, del mismo modo que se volverá más corta por el aumento de profundidad. Y para colmo, todos los otros factores que podían ayudar a contener la marea, están en mi contra: la presión atmosférica es baja, y parece que por el río desciende gran cantidad de agua tras las lluvias de los últimos días. Afortunadamente el viento sopla de tierra y con poca intensidad.
Y es que la marea se ve afectada por más factores que los únicamente astronómicos, que es de los que hemos hablado en las dos entradas anteriores. Existen otras variables, como la dirección e intensidad del viento, la presión atmosférica, las corrientes, y la densidad y el volumen de la masa de agua, sobre todo cerca de la desembocadura de los ríos, que pueden alterar el nivel del mar. Estos factores meteorológicos dan lugar a la que se ha llamado la "marea meteorológica". Cada una de estas variables, por separado, puede llegar a producir variaciones del nivel del mar de hasta medio metro. De modo conjunto pueden llegar a superar el metro, y con mucho. La amplitud de la marea meteorológica se puede calcular como la diferencia entre el nivel del mar esperado por causas exclusivamente astronómicas (el dato que podemos obtener de las tablas de marea) y el nivel del mar real registrado por los mareógrafos (podéis consultar la medición de los diferentes mareógrafos que se distribuyen a lo largo de nuestra costa visitando la web de Puertos del Estado y hacer vosotros mismos la resta).
La influencia de estas variables climáticas es aún poco conocida. De entre todas, la que resulta más fácil de medir es la debida a la la presión atmosférica. Se sabe que por cada hPA de variación de presión se produce una modificación de -1 cm del nivel del mar, siendo esta relación constante y lineal. Se cree que fue el científico sueco Nils Gissler el primero, en un trabajo publicado en 1747, en descubrir las vacaciones del nivel del mar debidas a la presión atmosférica. Gissler se basó en observaciones del nivel del mar y la presión en Härnösand, un pequeño pueblo del golfo de Botnia, en el mar Báltico, y dedujo que la presión atmosférica provocaba cambios en el nivel del mar debido al peso del aire, de modo que cuando la presión atmosférica aumenta, el nivel del mar disminuye. En España el nivel medio del mar está calculado considerando una presión de 1013 hPa. En un anticiclón con presiones de 1043 hPa se producirá una bajada del nivel del mar de unos 30 centímetros con respecto a la previsión de la tabla de mareas (1043-1013 = 30 hPa x -1 cm/hPa = -30 cm). Por el contrario, en una borrasca muy profunda de presión 963 hPa, se producirá un incremento del nivel del mar con respecto al valor astronómico de aproximadamente 50 centímetros (963-1013 = -50 hPa x -1 cm/hPa = 50 cm).
Al efecto de la presión habría que sumarle la acción del viento, propio de situaciones de muy bajas presiones. La fricción continuada del viento sobre la superficie del mar provoca el desplazamiento del agua. Este desplazamiento será mayor más cuanto más intenso y persistente sea el viento. Cerca de la costa, en donde la profundidad es reducida, sus efectos pueden llegar a ser evidentes. Evaluar la influencia del viento sobre el nivel del mar es mucho más complejo que para el caso de la presión. Para ello sería necesario tener en cuenta variables como su dirección, su intensidad, la topografía de la costa, la batimetría del fondo marino, la amplitud de la plataforma continental, ... Esta gran cantidad de variables no ha permitido establecer una relación directa entre estas variables físicas y la variación del nivel del mar.
La experiencia ha mostrado como la llegada de una borrasca profunda, asociada con fuertes vientos, puede producir elevaciones del mar considerables. La mayor "marea meteorológica" de la que se tiene conocimiento se produjo en el pueblo Gulfport, cerca de Nueva Orleans, en 1969 debido a los efectos del huracán Camille. Camille tocó tierra con una presión de 900 hPa y vientos sostenidos de 280 km/h. En nuestra costa, la mayor onda de tormenta fue registrada el 1 de Enero de 1996 en el puerto de Vigo, y tuvo una amplitud de 69 cm.
La experiencia ha mostrado como la llegada de una borrasca profunda, asociada con fuertes vientos, puede producir elevaciones del mar considerables. La mayor "marea meteorológica" de la que se tiene conocimiento se produjo en el pueblo Gulfport, cerca de Nueva Orleans, en 1969 debido a los efectos del huracán Camille. Camille tocó tierra con una presión de 900 hPa y vientos sostenidos de 280 km/h. En nuestra costa, la mayor onda de tormenta fue registrada el 1 de Enero de 1996 en el puerto de Vigo, y tuvo una amplitud de 69 cm.
Mientras pienso sobre todo esto, suena el teléfono. La llamada llega 20 minutos más tarde de lo previsto. Tras 10 minutos hablando, cierro el coche y corro por la rampa del muelle. Me quedan otros cinco minutos caminado hasta llegar a la orilla y otros cinco minutos de remontada. Hay días en los que uno se arrepiente de colaborar en tantos proyectos, aunque sé que a la larga, y dentro de unos años, sentiré que valió la pena. Hoy sin embargo mi sensación es la contraria, sobre todo cuando, y previendo lo que iba a ocurrir (yo esperando a recibir la llamada mientras veía romper olas buenísimas, y cómo, al subir la marea, éstas iban estropeándose), ya ni me acerqué hasta el puerto. Lo peor de todo es creo que me equivoqué. Estoy seguro de que hubo buenas olas, y que hubiese llegado a tiempo, incluso a pesar de la marea.
Como siempre lo has clavado con las palabras Jesus: esos 5 minutos pueden significar el perder esa ola extraordinaria en el punto de marea exacto que supone la diferencia entre un baño más y uno a recordar... Lo ideal es esperar dentro sin prisa y con paciencia, pero como dices, desafortunadamente no siempre se puede o se dispone del tiempo... :-) Salu2 desde Salinas. Javi
ResponderEliminarAlivia el saber que hay gente que te comprende, porque este tipo de cosas son muy difíciles de explicar a veces, incluso a otros surfistas (a los no surfistas ya ni te cuento). Un saludo,
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