“Entra en el mar y lucha con él; haz volar tus talones con la destreza y el poder que reside en ti; ve al encuentro de las mayores rompientes del mar, domínalas y deslízate por sus lomos como lo haría un rey.” Jack London. The Cruise of the Shark. 1911.
Algunos de los primeros occidentales que admiraron la práctica del surf, como Mark Twain y Jack London, poseían un gran sentido de la aventura y apreciaban la estética física, por lo que consideraron el surf como un pasatiempo noble y digno de admiración. Pero los misioneros y visitantes de moral calvinista o victoriano lo consideraban algo pagano, inmoral y corrupto. Paradójicamente, la polarización de ambos puntos de vista ha seguido dominando la opinión pública hasta hace muy poco.
Al igual que en la antigua polinesia, actualmente siguen existiendo ritos de transición inherentes al desarrollo del surfista. Dichos ritos permiten la integración en los distintos niveles de esa sociedad. El surf tiene una historia rica y abundante, así como un singular sistema de rituales, elementos lingüísticos distintos, símbolos propios, y unas características únicas de estilo de vida que han sido emuladas e emitidas por todo el planeta.
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