Hoy 9 de diciembre se inaugura en el el Museo Arqueológico de Murcia la exposición “Torre de Babel: Historia y mito”, de la cual el arqueólogo Juan Luis Montero Fenollós, del que ya he hablado en alguna ocasión sobre sus campañas en Siria, es el comisario.
La exposición, con la torre de Babel como hilo conductor, recorre lo que fueron y supusieron históricamente las antiguas civilizaciones mesopotámicas, que tuvieron en la ciudad de Babilonia, conocida por los historiadores como la “reina de Oriente”, la mayor representación de su esplendor.
Dicho viaje se realiza a través de 16 piezas originales de primer nivel. Entre ellas, cabe destacar la presencia de dos enormes relieves policromados (un león y un dragón) procedentes de la gran vía procesional de Babilonia y de la célebre puerta de Ishtar, obras que por vez primera se exhibirán en España y que pertenecen al Museo de Pérgamo en Berlín.
La exposición estará abierta hasta el próximo día 20 de marzo, así que si alguno de los que seguís el blog sois de Murcia, u os tenéis que pasar por allí en los próximos meses, no perdáis la oportunidad de visitar la exposición o de asistir a alguna de las conferencias que se celebrarán, y conocer de primera mano la nueva teoría desarrolladas por Juan Luis y otros investigadores sobre las dimensiones de dicha torre, cuya cimentación aún se puede vivitar hoy a escasos 90 kilómetros al sur de la ciudad de Bagdag en Iraq.
Hace más de 2500 años se levantó en el centro de la ciudad de Babilonia una gran torre escalonada de adobe y ladrillo a la que sus constructores denominaron Etemenanki (“casa que es el fundamento del Cielo y la Tierra”), y que los judios llamarían Torre de Babel en el Antiguo Testamento. Se trataba de un monumento religioso que los ciudadanos de la Antigua Mesopotamia denominaban zigurat, y cuya principal característica es su estructura escalonada, formada mediante la superposición de terrazas o pisos cuyo tamaño iba decreciendo conforme se ascendía. En la cima se edificaba un templo en honor al dios Marduk, al que se accedía por rampas o escaleras.
Durante siglos la Torre cayó por así decirlo en el olvido, pero a partir de la Edad Media fueron muchos los viajeros europeos que se lanzaron a su búsqueda. Su identificación definitiva, en el año 1913, se debe al arqueólogo Robert Koldewey, que dirigía las excavaciones alemanas en Babilonia. A pesar de la importancia del hallazgo, los restos que quedaban de la Torre eran decepcionantes, reduciéndose a un simple montículo de adobes de apenas unos metros de alto, rodeados de un cañaveral. Sí que se pudo determinar, gracias a la sequía de aquel año, que la forma de la base de la torre era cuadrada y que su ancho era de 90 metros.
A partir de esta determinación, las primeras interpretaciones sobre las dimensiones de la Torre se realizaron a través de los textos, escritos en escritura cuneiforme, de la Tablilla de Esagila datada en el 229 a. de C., copia de un original del siglo VIII-VI a. de C., y en base al cual se le daba a la Torre una altura de 90 metros, dimensión comparable a un edificio de 30 plantas. Ésta ha sido la teoría que tradicionalmente los científicos han reconocido como la correcta.
Sin embargo en 1985, el arquitecto suizo Jacques Vicari planteó una nueva teoría que reducía la altura en 24 metros. La clave de esta nueva interpretación de la tablilla de Esagilda está en el cambio del punto de vista del escriba que anotó las medida de las diferentes terrazas que componían la Torre. Tradiconalmente se pensaba que el escriba estaba situado al pie de la Torre. Pero Vicari lo situó sobre el edificio, concretamente en su tercera terraza. Desde allí, las medidas proporcinadas por la Tablilla dejaban la altura de la Torre en 54 metros. Esta teoría fue totalmente menospreciada por los estudiosos.
En mayo de 2004 Juan Luis tiene conocimiento de la existencia en una colección privada (la colección Schoyen), especializada en manuscritos antiguos, de una estela en la que está representada la Torre de Babel. Lo más interesante de esta estela es que es contempoánea a la época en la que se construyó la torre.
La historia de la estela es casi tan interesante como la de la torre. La estela no deja de ser más que una pieza de piedra, posiblemente una diorita, en la que están talladas, además de textos en cuneiforme, tanto un alzado de la Torre como un plano en planta del templo construido en la cima de la Torre, además de otro dato muy importante: la Torre estaba compuesta por seis terrazas y un templo. La estela fue descubierta por Robert Koldewey en Babilonia en 1917. La pieza no apareció íntegra, sino que se descubrió fragmentada en tres trozos. Por causa de la Primera Guerra Mundial, y a los pocos días de la aparición de la estela, los trabajos de Koldewey se debieron de interrumpir bruscamente por el acoso al que las tropas británicas sometieron al yacimiento. Ante el temor de que la Estela se destruyera, los arqueólogos decidieron sacarla fuera del país de modo separado. La colección Schoyen ha conseguido volver a reunir las que se cree son las dos partes más importantes de la Estela.
Otra tablilla, ésta conservada en el Museo Británico, además de confirmar la teoría de los siete niveles (6 terrazas más el templo) ha proporcionado interesantes datos sobre cómo eran los accesos al templo, y en particular a las dos primeras terrazas de la Torre.
Interpretados los textos, que han llevado a establecer una nueva teoría sobre las dimensiones de la Torre y que sitúan su altura en los 60 metros (incluido el templo), el siguiente paso fue el de dar una lógica arquitectónica e ingenieril a la teoría. Y aquí fue donde Juan Luis me pidió mi colaboración. Lo que hicimos fue comparar las dimensiones de la nueva interpretación de la Torre de Babel con otros zigurats mesopotámicos asi como varias pirámides egipcias. Determinamos por un lado las tensiones que dichos monumentos transmitían al terreno, descubriendo que en la Teoría Tradicional de la Torre (altura de 90 metros) dichas tensiones superaban en un 78% (casi el doble) las tensiones que la construcción transmitía al terreno con la nueva interpretación, además de ser muy superiores a las del resto de zigurats.
Restos del zigurat de Ur.
Comparamos también las formas de los monumentos analizando su estabilidad, para la cual aspectos como el escalonamiento de las diferentes terrazas y su relación de alturas, el procedimiento constructivo o las propiedades mecánicas del adobe, son fundamentales. Evidentemente cuanto más tendido es el edificio, éste es más estable. Al comparar los monumentos se comprobó que Babel en su interpretación tradicional, y sobre todo en sus primeras plantas, tenía una pendiente excesivamente pronunciada, lo que ponía muy en duda su estabilidad.
Estudiamos también la capacidad resistente de los materiales con los que se construyó la Torre y los modos que podrían llevar a una construcción de este tipo a su colapso y derrumbe. Y por ultimo, pensando en un futuro en el que sea posible acceder de modo seguro a los restos del monumento (el inicio de la invasión de Iraq frustó una campaña ya planificada), las vias de la ciencia y la geotecnia nos permitirían aproximarnos de un modo más fehaciente a las que fueron las verdaderas dimensiones de la Torre.
Y mañana, o los próximos días, desvelaré otro gran misterio: os descubriré la conexión existente entre el Pipe Masters (de donde ayer os hablaba) y Babel.
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