En segundo de carrera teníamos una asignatura
que se llamaba “Ingeniería, Transporte y Territorio”, en la que estudiábamos cómo, a lo largo
de la historia, la geografía no sólo había definido los emplazamientos de los núcleos de población, sino también los lugares por los que discurren
las grandes vías de comunicación. Interpretando el terreno, se podían descubrir las claves y el por qué de estas rutas, muchas de las cuales aún se mantienen vigentes. No era sin embargo de las asignaturas más populares, pero yo realmente disfrutaba con ella, ya que descubrí muchas cosas sobre la historia de nuestra región que desconocía. Y no es que sólo las descubriese, también las entendí.
Aquellas caminos, que se adaptaban a la topografía del lugar, tenían en ocasiones que dar un salto en el territorio ante la presencia de un accidente geográfico en su trazado: el más común en Galicia, un río. Cuando el hombre alcanzó un cierto desarrollo tecnológico, los ríos comenzaron a superarse mediante la construcción de un puente que comunicaba las dos laderas, evitando tener que rodear el curso del río para pasar a la otra orilla. A medida que se fue avanzando en la técnica, y se descubrieron nuevos materiales, los puentes fueron cada vez más grandes, superando pasos más amplios y abruptos. Muchas de aquellas construcciones históricas estaban recogidas en un libro sobre puentes que era uno de mis favoritos de la biblioteca, no sólo por sus fotos, sino también por los planos y dibujos que reproducían los alzados y detalles constructivos de aquellas estructuras.
Entre aquellos puentes emblemáticos, creo que el más contemporáneo que aparecía en el libro era el del Pedrido, el puente que atraviesa la Ría de Betanzos y que une los municipios de Bergondo y Paderne. Por él pasé muchas veces en nuestros viajes a Coruña. Si algo me llamaba la atención era lo estrecho de su calzada, y lo rápido que pasaba el bus por él, haciendo valer su superioridad en tamaño para que fuesen los coches que venían de frente quienes orillasen. Recuerdo más de un paso realmente emocionante.
La idea de construir el puente surgió a principios del siglo XX. Antes de su construcción, las comunicaciones entre Ferrol y Coruña era bastante malas. La opción más rápida era viajar por mar, pero los temporales de invierno desaconsejaban muchas veces esta opción. Por tierra había dos opciones. O se seguía la carretera que llegaba a Betanzos, y que permitía en esta ciudad salvar al río Mandeo, o se cruzaba la desembocadura del Mandeo utilizando el servicio de pasaje, en bote a remo, que cruzaba la ría a la altura de donde hoy se encuentra el puente. El problema de la primera de estas dos rutas era el tiempo de viaje. El del paso con bote, el que la carga estaba muy limitada.
La construcción del puente se inició en el año 1939, y se concluyó en 1942. Fue diseñado por los ingenieros Eduardo Torroja y César Villalba, y construido en hormigón armado, un material que aún resultaba innovador en aquella época.
El puente tiene una envergadura considerable, ya que en su día hubo de elevarse lo suficiente para permitir el importante tráfico fluvial que hasta mediados del siglo XX utilizaba el río para el transporte de mercancías.
La figura del puente está dominada por un potente arco. Tiene una longitud de 520 metros, pudiéndose dividir su estructura en tres tramos. Sus extremos se soportan por arcos dobles situados bajo la calzada. El tramo central se sustenta por un doble arco 78 metros de luz formado por 40 péndolas, y que constituye su elemento más característico.
Si queréis saber más sobre el puente y su construcción de boca de los autores, sólo tenéis que pulsar AQUÍ y AQUÍ.
Toda la información sobre Onda Longa 2012, pulsando AQUÍ.
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Es realmente interesante, si le dedicas tiempo al análisis, el comprobar la capacidad técnica de los ingenieros que construyeron este puente, y tantos otros, de alta complejidad constructiva, sin contar con todos los adelantos que hoy en día facilitan una tarea que, por supuesto, sigue siendo muy compleja. Lo primero y esencial, la informática como ciencia y los ordenadores como instrumento.
ResponderEliminarCarlos Bremón
Efectivamente la dificultad constructiva fue mucha, pero el por qué de las formas es muy sencillo. Piensa por ejemplo en el arco. Coge una cuerda por sus dos extremos ¿qué forma adopta? Un arco. Imagina que pudieses girar el arco 180 º sin que perdiese la forma. Tendrías un arco invertido; una forma geométrica ya de por si estable, esperando a que alguien la adopte para soportar una estructura.
Eliminarno sé en tus tiempos pero en los míos era el insigne Nárdiz el que la impartía y siempre a las 16:00 y, con el debido respeto hacia él, no era muy popular la asignatura pq todo el mundo se quedaba sopa.
ResponderEliminarsinceramente disfrute más con Tipología de Estructuras, que la daba Santiago Hdez.
saludetes, por desgracia, desde Madrizzz
Buenas Jesús.
ResponderEliminarOtra curiosidad de su construcción es el método que se empleó para la cimentación.
Segun un profesor mío de construción fue por el método de campana. También nos contó que habían muerto varios obreros. Supongo que alguno fallecería debido a una mala descompresión.
Un saludo.
Eran otro tiempos, y los métodos de construcción y los medios de seguridad eran otros. Ya me contarás en qué consiste eso del método de campana. Un saludo!!!
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