8.1.13

HISTORIAS. ¿Demasiadas esperanzas depositadas en el río?














Mucho se ha hablado y debatido en Doniños sobre las causas que han llevado a que, en el pico de Outeiro, las olas no rompan con la calidad de hace años. Evidentemente la ola no ha desaparecido, pero la sensación general es que hoy es más corta y lleva menos pared que hace 10 o 15 años. También es cierto que ha habido semanas, y algún que otro mes, en los que las condiciones fueron excepcionales, pero generalmente ha sido más común encontrar olas buenas en otros lugares de la playa antes que en Outeiro.

Puede que todo sólo sea una cuestión de percepción. Hace poco me pasaron varios videos con imágenes de surf en Doniños de principios de los 80, y la ola se asemejaba bastante a lo que es ahora. He preguntando también a algunos de los más veteranos por sus recuerdos, y algunos me han contestado que, con las variaciones normales, ellos ven romper la ola más o menos como siempre. Sin embargo entre la gente de mi generación la sensación es otra. ¿Habrán sido los 90 años extrañamente excepcionales? ¿Será el azar el responsable de que la arena no se deposite donde debe?

En más de una ocasión me han preguntado mi opinión sobre el tema. Así que con la disculpa de la reciente apertura del río del lago, el cual llevaba casi dos años sin desembocar en el mar, intentaré exponer mi teoría. Pero antes de empezar, quiero dejar claro que para nada soy un experto en dinámica y transporte litoral. Estas son las conclusiones a las que he llegado repasando los apuntes de la carrera y pensando sobre lo observado en la playa durante estos años.

Creo que todos conscientes de que cualquier playa, sobre todo aquellas que están más expuestas a los temporales, no son algo estático. La acción del oleaje, el viento, las corrientes, las mareas, y la interacción de todos estos agentes con los contornos de la playa (fondo marino, dunas, acantilados, ...), hacen que la forma de un arenal, tanto en planta como en perfil, pueda cambiar considerablemente en unas pocas horas. Esos cambios se materializan a través del transporte de arena de un lugar a otro de la playa.

Las acciones mencionadas en el párrafo anterior varían según la estación del año. Mientras que el invierno se caracteriza en nuestras costas por vientos de componente oeste, temporales muy energéticos de dirección predominante noroeste, y bajas presiones, en el verano lo habitual son los vientos del nordeste, el oleaje con poca energía y las altas presiones. Dichas características, que diferencian claramente una estación de la otra, hacen que el perfil de la playa sea totalmente distinto en invierno que en verano.

En invierno, las bajas presiones y los fuertes vientos dan lugar a una elevación del nivel medio del mar, lo que unido a los grandes oleajes, se traduce en un predominio de las acciones erosivas. En el balance predomina el transporte de sedimentos desde tierra hacia mar adentro, en donde la arena se deposita formando las denominadas barras de arena, situadas a cientos de metros de la orilla. En la zona de carrera de marea, que llega a alcanzar la base de los acantilados y las dunas, se puede observar como la playa rebaja su perfil, tendiendo su pendiente, y dando lugar a una playa más plana. La acumulación de arena en alta mar hace que las series de olas comiencen a romper lejos de la orilla, allí donde los sedimentos, que en verano constituían la playa seca, se han depositado creando las barras.

En verano, con las altas presiones, ocurre lo contrario. El proceso predominante pasa a ser el sedimentario, con arena transportada por las corrientes y el pequeño oleaje hacia la orilla y la base de la duna, en donde se genera una gran berma fruto de la acumulación de arena. El perfil de la playa, sobre todo en la zona de carrera de marea, se vuelve pronunciado, lo que hace que en marea alta las olas lleguen, en ocasiones, a romper únicamente contra la orilla.

Este ciclo se reproduce todos los años, con mayor o menor intensidad, en función de lo energéticos que hayan sido los inviernos, y lo calmados que hayan sido los veranos. Un invierno con grandes temporales, bajas presiones y vientos muy fuertes, será en principio un invierno mucho más erosivo que otro más suave. Más energía supone más cantidad de arena en las barras. Y más arena, convenientemente distribuida, debería significar buenas olas. Un verano sin oleaje supone en cambio un periodo muy sedimentario, con arena homogéneamente depositada a lo largo de la orilla, y olas que no abren. 

Comprendiendo este proceso, es fácil deducir una de las primeras claves, que se confirma con lo ocurrido en estos últimos años. Al menos desde 2002, los inviernos se han caracterizado por ser relativamente suaves, y por tanto menos energéticos que la media. Como muestra está el hecho de que en los últimos años se ha podido surfear en Doniños, entre noviembre y marzo, muchas más veces que lo que normalmente era habitual. Esta menor energía supone, de modo general, que la arena que constituye las barras quede situada más cerca de la orilla, y que el volumen de éstas sea menor, lo que posiblemente tenga que ver con rompientes menos consistentes.

Pero si la intensidad media del oleaje fuese la única explicación, lo normal sería que en todas las playas de la zona ocurriese lo mismo, y sin embargo no es así. En los últimos años he oído decir en varias ocasiones que Pantín o Villarrube han roto con nunca. O San Jorge, en donde hace tres o cuatro inviernos, y durante más de dos meses, surfeamos olas con una calidad creo que no volveremos a ver en mucho tiempo. Debería haber algún otro condicionante local que esté influyendo en todo el proceso.

En las conversaciones que antes mencionaba, he escuchado varias teorías, algunas más fundadas y otras menos serias. Una de las teorías a descartar es la posible influencia de cambios en la denominada deriva litoral, es decir, en las modificaciones producidas en la forma de la playa por parte de sedimentos provenientes de otros lugares de la costa. Por la propia forma de la costa en el entorno de la playa, y por las características de los ríos y las rías que desembocan en la zona, la aportación de sólidos que pueda provenir de éstos es muy escasa, sobre todo si la comparamos con la capacidad de movilización del oleaje.

También he oído hablar de la posible influencia de la demolición de la antigua caseta de socorrismo y el bar Ortega. Si bien es cierto que ambas edificaciones podían actuar como barrera de los vientos provenientes del nordeste, su influencia en el transporte de arena es muy pequeña. La influencia de su falta tal vez se deje notar en forma de un poco más de viento en el pico, pero personalmente creo que la variación debería ser inapreciable, ya que ninguna de las dos edificaciones eran especialmente voluminosas, sobre todo en altura. De hecho, yo que navego en verano con la tabla de wind, no he notado una intensidad del viento mayor que la normal, sino más bien la misma.

En  mi opinión el otro factor fundamental se encuentra en los ríos que desembocan en la playa. Y digo los ríos porque creo recordar que hace años, y en invierno, había un segundo río que desembocaba frente a la duna de Outeiro, desaguando todo el agua que se acumulaba tras las dunas en este lado de la playa. Desde hace varios años, no he vuelto a ver ese segundo río. Tal vez la memoria me esté fallando. No tengo juicio para saber si la causa de que el agua ahora ya no desagüe por ahí se debe a la construcción del paseo y la pasarela de madera que da acceso a la playa, y que se colocó sobre el cauce. Lo que si es claro es que la pasarela ha actuado como elemento fijador de la arena, y el agua que se acumula en el sistema dunar ha visto cerrada en parte su salida, desapareciendo ahora, más lentamente, por evaporación y sobre todo por filtración.

El otro río, a través del cual desagua la laguna, ha permanecido cerrado durante los dos últimos años. Evidentemente el caudal que desaguan estos ríos, y por dónde lo hacen, afecta considerablemente a la forma de la playa y al romper de las olas, pero no porque sean grandes aportadores de sedimentos recogidos en la cuenca del valle de Doniños, sino porque en su desembocadura modifican radicalmente la forma de la playa, al romper su perfil y facilitar la acción erosiva de las olas.

Tras la apertura del río parece que uno de los factores fundamentales que contribuyen a la posibilidad de buenas olas se ha activado. Ahora sólo queda esperar a que los temporales efectúen su trabajo de moldear la playa. En primavera veremos cual es el resultado.

3 comentarios:

  1. Muy didáctico, si señor. Está bien recordar el segundo parcial de Puertos y Costas, aquello del perfil de invierno...

    Estando completamente de acuerdo con todo lo que expones, lo que en mi opinión está claro, es que la dinámica litoral, sin ser para nada la parte más exacta de la ingenieria marítima, tiende a explicar todos estos fenómenos en base a un equilibrio dinámico. Si se altera alguna de las condiciones de contorno de este sistema, ese equilibrio variará, de ahí que sea dinámico. Vamos, que no es aleatorio que haya dejado de romper la famosa izquierda de la caseta, como tampoco es aleatorio que ésta haya funcionado durante años y años. Para mi es un fenómeno determinista, lo complicado es analizar pormenorizadamente las variaciones en el frágil equilibrio que han podido provocar estos cambios (la del río del centro suena muy bien, no lo había pensado, y la obra del paseo debió de hacerse sobre 2001 no?).

    Saludos (por desgracia) desde Madrizzz

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  2. -Muy interesante Jesús!!Creo que hay un ciclo cambiante en todo esto, no recuerdo inviernos con maretones tan del oeste como ultimamente...Cada vez que entra mar fuerte siempre viene del oeste!! Recuerdo grandes maretones del norte y noroeste que ya no hay, por lo menos hace un par de años...
    -En mi opinión creo que la retirada de las casetas y el bar de doniños ha podido influir en los vientos..ya que podría hacer algo de pantalla modificando un poco la dirección de esos vientos y las corrientes de la playa...No entiendo mucho si pudiera afectar o no esto pero si miramos atrás el pico empezó a cambiar y empeorar coincidiendo con la retirada de las casetas y bar de doniños... Simplemente es una reflexión personal sin mucho conocimiento sobre la materia pero que pudiera ser un cúmulo de todos estos factores... Que vuelva ya!!!!! jejeje.
    Un saludo Jesús

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  3. Son tantas las variables que intervienen que es imposible determinar con exactitud que es lo que ocurre, o las causas concretas de los cambios, no sólo de año a año, sino casi mes a mes. En mi opinión creo que en los últimos años, los océanos en esta zona se han tomado unas pequeñas vacaciones, un periodo bajo de energía (estoy buscando información al respecto para cuantificarlo), pero pronto la tendencia tendrá que cambiar.

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