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El descubrimiento de Doniños.
"Soy un gran aficionado al mar desde pequeño. De hecho llevo en contacto con él desde que tenía 14 años, más o menos a la edad en que descubrí Doniños.
El descubrimiento de Doniños.
"Soy un gran aficionado al mar desde pequeño. De hecho llevo en contacto con él desde que tenía 14 años, más o menos a la edad en que descubrí Doniños.
Por aquel entonces
en la playa no había casi ninguna casa, y tampoco llegaba la carretera; la
gente le tenía miedo al mar. Por eso nadie venía a la playa; era un lugar que
parecía no interesar.
Doniños era,
y sigue siendo, una maravilla. Un lugar privilegiado por sus condiciones
climáticas, su arena dorada, su pesca, … Al principio Matilde y yo veníamos a
pasar el verano en una tienda de campaña al lado del mar, cerca de donde
después se construyó la caseta de socorrismo. Era el año 1946 y acabábamos de
casarnos. Tras varios veranos en la tienda de campaña, nos hicimos en el mismo
lugar una pequeña chabola para tener algo más de comodidades. Allí pasamos
varios años, 12 o 14 seguidos, disfrutando del mar y las olas, hasta que en
1959 construimos la casa en la que estamos ahora.
Llegar a
Doniños a finales de los años cuarenta era toda una aventura. Al principio no
nos quedaba otra opción que venir andando o en lo que nosotros llamábamos “La
Pachanga”, el bus de línea Ferrol-Doniños. El vehículo, en lugar de asientos, tenía
cajas de madera en las que acomodarse. Pero las cajas no iban ancladas al
suelo, por lo que cada vez que frenaba bruscamente todos los pasajeros
acabábamos unos contra los otros en la parte delantera del bus. El colmo era
cuando se paraba el motor y nos teníamos que bajar a empujar para que volviese
a arrancar. El último kilómetro había que hacerlo caminando, ya que la
carretera no bajaba hasta el pueblo, y menos hasta la playa. Para que te hagas
una idea de lo “aislados” que vivíamos en Doniños, te hablaré de uno de los
personajes que con nosotros compartía aquel paraíso que era la playa. Le
conocíamos como “El Escapado”, y se contaba de él que siendo marino de guerra,
había sido expulsado del ejército por motivos políticos. Aquel hombre vivía en
estos arenales, en donde parecía haber encontrado su “escondite”, y se pasaba
el día caminando de un lugar a otro, sin mayores pertenencias que su ropa,
alimentándose de lo que pescaba y siempre acompañado por un fiel perro que lo
seguía a todas partes. Era un excelente pescador. Llevaba consigo un rollo de
tanza de un centenar de metros que a mano, sin caña, lanzaba desde los
acantilados o desde la playa. En una ocasión, en que dormía junto a la pesca
conseguida, fue atacado por una banda de gaviotas que querían robarle. Fue muy
extraño, pues las gaviotas no suelen atacar. Se salvó gracias a su perro, que
consiguió, con sus ladridos y saltos, ahuyentarlas.
Para
intentar acortar el tiempo de viaje desde Ferrol hasta Doniños, hicimos de
todo. En el año 1948 me enteré de que el carbonero de San Roque, uno de los
suministradores de este combustible para calefacción en Ferrol, vendía una
bicicleta Orbea por 30 duros. En otra tienda de la calle Real, propiedad de
Delio Rodríguez, que había sido un famoso ciclista en los años treinta, había
otra bicicleta que valía 1.200 pesetas, un precio más que considerable en
aquella época. Para que te hagas una idea, por aquel entonces ganaba al mes 500
pesetas. Afortunadamente teníamos dinero ahorrado, así que le dije a Matilde. “He
visto dos bicicletas. Las podríamos comprar por 1.350 pesetas. Tenemos 4.000
pesetas ahorradas para comprar una maquina de coser. ¿No crees que podríamos
gastarnos esas 1.350 pesetas, comprar las bicicletas y así llegar antes a
Doniños?.” No lo dudamos ni un instante. A la máquina de coser le tocó esperar.
Con las bicis en nuestro poder éramos la envidia de todas las parejas, y la
verdad es que les sacamos un partido bárbaro. Aún las tengo aquí guardadas en
el cuartucho. Una de ellas tiene todavía la matrícula del ayuntamiento de
Ferrol, la número 2.241. Llegamos con ellas incluso hasta Asturias. A las bicis
les siguió en el año 1959 una motocicleta, una Lambretta, con la que llegábamos
más rápido todavía a Doniños y con la que viajamos hasta Villagarcía. En
Sansenxo, atravesamos la ría de Pontevedra en un barco de pesca hasta Bueu,
para ir después desde allí caminando hasta el monte de Santa Trega. Entre
nuestro equipaje recuerdo que íbamos cargados con los víveres, en especial
aceite, azúcar y arroz, que habíamos ahorrado de nuestro consumo diario en
Ferrol, ya que en aquellos años estos alimentos estaban racionados. Por culpa
de la Lambretta, la máquina de coser de Matilde tuvo que esperar de nuevo.
Aquel ansia por llegar cuanto antes a la playa creo
que tenía su origen en mi infancia, y ha sido uno de los motores de nuestra
vida. Desde los once años, en que tuve que dejar de estudiar y comenzar a
ayudar económicamente a mi familia, sólo he tenido, y continúo teniendo, una
idea: necesito más tiempo libre, tiempo para mí, para poder hacer las cosas que
me gustan. Aquellos fueron tres años en los que el tiempo pasó volando, pero
que me sirvieron para ser consciente de ello. El disponer de tiempo libre ha
sido algo a lo que he intentado no renunciar, a pesar de las necesidades
económicas, que en aquellos años eran muchas. Te contaré una anécdota que
ilustra lo que te digo. Cuando se empezó a poder escoger la jornada intensiva
en el astillero durante el verano, se abría la posibilidad de disfrutar de la
vida al aire libre todos los días, aunque aquello suponía ganar menos dinero,
que por otro lado nos hacía mucha falta. Hubo un año en el que las necesidades
me llevaron a no cogerla. Pero al año siguiente, tras la experiencia del verano
anterior, teníamos claro que no podíamos repetir. Hoy han pasado más de 30 años
desde que me jubilé y esa sensación continúa en mi cabeza. No me llega el
tiempo. Sé que he de morir, pero espero llegar por lo menos hasta los 102 años".
Foto 1.-1940. Doniños.
Foto 2.-1949. En bici.
Foto 1.-1940. Doniños.
Foto 2.-1949. En bici.
impresionante la historia Jesús. Juan era todo un hombre por descubrir.
ResponderEliminarUna historia que pocas veces tenemos la oportunidad de conocer. Fascinante, pura vida...
ResponderEliminarGracias por compartirla. Boas ondas.
Muchas gracias por vuestros comentarios. En breve la tercera parte.
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