21.5.14

HISTORIAS. Malpica Longboard Classic (parte 4).













Desde Doniños, y hacia el Sur, nuestra vista alcanza hasta la costa de Malpica y las Islas Sisargas. Hoy, que está nublado y llueve, no están visibles, pero desde casa, sobre todo los días en los que la atmósfera está limpia y se ve con nitidez el horizonte, percibimos perfectamente la forma de las Islas. Cuando se comienza a poner el sol, y durante la noche, es la luz de su faro, con dos destellos cada 15 segundos, la que nos marca su posición. Las Sisargas son un archipiélago formado por la Sisarga Grande, la Chica, la Malante, y varios pequeños islotes. El Faro, cuya última construcción data de 1919, fue levantado gracias al empeño de los vecinos de Malpica, que conscientes de la importancia de esta instalación para su seguridad durante las jornadas de pesca, llevaron hasta la isla en sus embarcaciones todos los materiales necesarios para su contrucción. Durante años, la Sisarga Grande, hoy deshabitada, estuvo ocupada por hasta 4 familias, que eran las que mantenían la instalación funcionado. 

Así que cuando llegué a Malpica, lo primero que busqué, casi instintivamente, fueron las Sisargas. Sin embargo desde Praia Maior, las Islas no parecen tales, ya que la forma de la costa no permite apreciar la separación entre el continente y las Sisargas.

Al girar mi vista hacia el pueblo lo que sí que me llamó la atención fueron sus edificios. Pocas veces había visto tal aglomeración de construcciones, cada una de ellas con diferentes formas, alturas, ..., unas sobre las otras, casi como si fuesen plantas que crecen compitiendo por el sol. Lo que a primera vista parece un tremendo caos, a medida que lo observas con detalle, acaba teniendo su gracia. Esas mismas construcciones pintadas con alegres colores, sin gres en sus fachadas, harían que el aspecto del conjunto resultase mucho más atractivo.

El domingo, antes de entrar al agua, decidí darme una vuelta por el pueblo. La aglomeración de edificaciones que está muy presente en la playa, la verdad es que se reproduce en el núcleo urbano y también en el puerto: calles estrechas, con cuestas considerables, callejones, y edificios por todas partes. Estoy seguro que si comparásemos la trama actual de la ciudad, con el pueblo pesquero de hace siglos, nos sorprenderíamos al comprobar que el trazado de las calles era casi el mismo que el actual, lo único que ahora con viviendas de varios pisos de altura.

Intenté ir caminando por la costa desde el puerto hasta la playa, pero me fue imposible. Aún así, y en el intento, encontré varios lugares increíbles. Pequeños miradores, al borde del acantilado, que los vecinos más próximos habían convertido en la perfecta extensión de sus casas.

Tras perderme varias veces por el verdadero laberinto que es la parte más antigua del pueblo, decidí volver a la playa antes de que las mangas empezasen sin mí. Al asomarme al arenal varios eran los que estaban en el agua, a pesar de las pequeñas ondulaciones que rompían. Pequeñas, pero con la fuerza suficiente para impulsarlos.

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