Hace dos años contamos en el blog, aunque no con demasiada fortuna, cómo fue el descubrimiento del Pico de Patos, una de las olas más conocidas y concurridas de la costa gallega. El texto intentaba ordenar lo que la familia Irisarri, Nicolás Pita y Ángeles Vega me habían contado sobre aquel descubrimiento, una historia de la que eran protagonistas una serie de surfistas australianos y neozelandeses que visitaron Patos, sucesivamente, a mediados de los 70, y que abrieron el paso a los surfistas locales a las olas del Pico.
Tras un primer borrador y una nueva entrevista con los protagonistas, conseguí cerrar un texto que me pareció coherente y narrativamente muy interesante, por lo que me decidí a publicarlo antes de contrastar todo lo que allí contaba. A los pocos días, Alberto Irisarri me aportaba una serie de comentarios al texto que cambiaban la sucesión de hechos que yo contaba. Gracias a sus aportaciones, y pasado un tiempo, creo que por fin he podido relatar con precisión, aunque con el grado de incertidumbre que siempre introduce el paso del tiempo, cómo fue realmente el descubrimiento del Pico de Patos.
Si el texto publicado hace dos años lo acompañamos con imágenes grabadas del Pico de 1982, la versión revisada se complementa visualmente con un vídeo, facilitado por el propio Alberto, que recoge uno de aquellos primeros baños, aunque en este caso en la ola de Prado, en el año 1977. Así que esta es la historia.
Posiblemente en la playa de Patos, y más que en ninguna
otra ola gallega, el papel de personas venidas de otros países ha sido
transcendental en el desarrollo del surf. Fue un extranjero desconocido el que
en el año 1969 demostró a Víctor Montenegro que Patos era una playa en la que
efectivamente se podía hacer surf. Años más tarde fueron un grupo ed australianos los
que, durante una estancia de más de tres meses, mostraron a los primeros
surfistas vigueses las posibilidades que el surf tenía como deporte. Y por
último, primero un grupo de neocelandeses, y definitivamente un nuevo grupo de
australianos, los que descubrieron para los surfistas locales las bondades del
pico de Patos.
José
Irisarri.- Tras aquel
primer surfista de procedencia desconocida que sirvió de impulso a Víctor
Montenegro para traer una tabla de surf a Patos en el año 1969, los siguientes
surfistas extranjeros que pasaron por aquí, y de los que se tiene constancia,
fueron unos australianos a los que nosotros no llegamos a conocer.
Alberto
Irisarri.- Situamos su
llegada en algún verano entre los años 1972 y 1974, antes de que nosotros empezásemos
a surfear.
José
Irisarri.- Por lo visto
eran tres, y se quedaron en Patos algo más de tres meses. Por lo que cuenta
Nicolás, aquella gente era de lo más peculiar. Estaban de viaje conociendo el
mundo, una práctica muy habitual entre los jóvenes australianos antes de
terminar sus carreras universitarias y adentrarse en el mundo laboral.
Nicolás
Pita.- Recuerdo
perfectamente el nombre de dos de ellos: Peter y Paul. Del nombre del tercero
no me acuerdo. Verlos en el agua era una maravilla, ya que
su nivel de surf era infinitamente superior al nuestro. Sólo comían pan y
queso. Eran tabloneros y se pasaban todo el día en el agua. Los tres
dormían con sus tablas dentro de la pequeña furgoneta Volkswagen en la que
viajaban. Para caber acostados se colocaban alternativamente con la cabeza de
uno en los pies del otro. Como en el interior no quedaba espacio, ponían las
tablas en el techo de la furgoneta, y se amarraban el invento al tobillo, a
través de una de las ventanas, para tener mayor seguridad de que nadie les
rebose las tablas.
José
Irisarri.- Siempre nos
hemos preguntado cómo alguien con su nivel de surf se quedó tanto tiempo en un
sitio como éste. Posiblemente su larga estancia se debió al excelente
trato que recibieron de Nicolás y Ángeles, que prácticamente los apadrinaron.
De hecho, y según Nicolás, los tenían a todo trapo.
Nicolás
Pita.- Al parecer
también fue fundamental que cuando llegaron a Patos estaban sin
dinero. Una vez a la semana les dejábamos que viniesen hasta casa para
ducharse, lavar la ropa, e incluso a dormir. Eran muy buenos chavales. Uno de
ellos se puso enfermo, y como no tenían dinero, conseguimos que lo repatriasen
de vuelta a Australia, gratis, en un barco de mercancías que partió desde Vigo.
Pasados unos meses, y ya en casa, recuerdo que la madre nos escribió una carta
para agradecernos nuestras gestiones y atenciones.
José
Irisarri.- A los pocos
meses de iniciarnos los hermanos en la práctica del surf, concretamente en
octubre de 1976, tuvo lugar un acontecimiento que de algún modo vino a cambiar
muchas de las ideas que teníamos en mente sobre el mar y el surf. Aunque a
muchos les pueda parecer increíble hoy, no comenzamos a surfear en el Pico de
Patos. Nadie lo hacia entonces. Tampoco nos lo habíamos planteado, y si lo
hubiésemos hecho, seguro que todos habríamos pensado que aquello era una
locura. Así que nuestros inicios en el surf fueron en la playa de Prado.
Recuerdo
que era el mes de Octubre, pues ocurrió unas semanas antes de iniciar el curso
e irme a Santiago a estudiar. Había entrado una de esas marejadas que presagian
el inicio del otoño, de modo que en la playa había un maretón considerable. De
repente aparecieron en la playa unos extranjeros, que resultaron ser
neozelandeses. Iban de camino hacia Portugal, y en medio de la ruta habían
parado en Patos. Me llamó especialmente la atención que uno de ellos cogía las
olas en drop-knee, como George Greenough. Era muy bueno. Pero lo realmente
increíble fue que no entraron a coger olas en la playa, como hasta entonces lo
habíamos hecho nosotros, sino que se dirigieron directamente hacia la zona de
rocas que hay a la izquierda. Y la verdad es que ni se lo pensaron. Tal cual
llegaron, pararon la furgoneta, se cambiaron, y fueron directos al Pico. Para
mí aquello era alucinante, como si viera marcianos entrando en el agua. Tras el
baño fui a hablar con ellos para interesarme de dónde eran, y charlar un rato
con surfistas de verdad. Estuvieron en Patos un par de días, hasta que bajó el
mar.
Sin
embargo aquello nos pareció una anécdota, algo excepcional, la acción de unos
locos, por lo que nosotros seguimos sin plantearnos entrar allí a coger olas.
Hasta que un año más tarde, en 1977, y esta vez un grupo de australianos,
entraron también al Pico en lugar de a la playa.
Suso
Irisarri.- Recuerdo
perfectamente que era en el mes de septiembre, pues nosotros estábamos ya en
Madrid preparando los exámenes. La noticia la recibimos en Madrid vía
telefónica de Alberto, que visiblemente alterado nos contaba cómo unos
australianos habían surfeado en un lugar que a nosotros aún nos parecía
inaccesible.
-¡¡Han
llegado unos extranjeros derrapando con una furgoneta. Han aparcado en la playa
de los Pescadores, y se han ido a hacer surf a las rocas!!.
-¿Cómo
que a las rocas?
-Si, a
las rocas de Monteferro.
-Pero
cómo, ¿qué van a hacer surf en la playa de los Pescadores? ¿Qué pasa con las
rocas?
Alberto
Irisarri.- Los
australianos se quedaron aquí unos días, hasta que desapareció la marejada y
tras cansarse de esperar otra. Con el camino abierto, y la confianza de hacerlo
acompañado por ellos, a los dos o tres días después de su llegada entramos
también al Pico, surfeando con ellos. Recuerdo que el mar ya había bajado bastante de tamaño, pero
aún había una olita decente.
Vicente
Irisarri.- Uno de ellos
tenía una maña especial con los animales. Me acuerdo de una vez que vino a nuestra
casa y Zappa, nuestra perra, salió como una fiera al ver a un desconocido
entrar en la finca. No sabemos cómo lo hizo, pero simplemente con la mirada la
paró en seco, cuando casi nos imaginábamos lo peor.
Suso
Irisarri.- Las semanas
que transcurrieron desde la llamada de Alberto hasta que volví a Vigo las viví
con cierto nerviosismo. Se había descubierto un nuevo sitio para surfear,
delante de casa, y que por las conversaciones parecía ser mucho mejor que el
que hasta entonces había sido nuestro lugar de baños. Recuerdo perfectamente el
primer día de olas en el que me metí allí, con la Freedom. Aún existe una
película de entonces.
José
Irisarri.- La izquierda de
Monteferro tardamos aún uno o dos años en descubrirla. Yo fui el primero en
cogerla un día de olas grandes, y recuerdo la expresión de Nicolás cuando
salimos del agua. Tal era su sorpresa que consideró que aquello que acababa de
hacer era algo heroico, y recuerdo perfectamente que entre sus exclamaciones me
llegó a decir que era como el Duque (Duke Kahanamoku).
Vicente
Irisarri.- Descubrir el
Pico supuso para nosotros una rotura total de esquemas. Nos dio la oportunidad
de conocer y distinguir la diferencia entre una ola que rompe sobre fondo de
roca, y las que lo hacen sobre fondo de arena.
Suso Irisarri.- Se
abría todo un mundo lleno de posibilidades y con condiciones cambiantes.
Comenzamos, por ejemplo, a tomar conciencia de la importancia de las mareas,
cuestión que hasta entonces para nosotros no era demasiado relevante. La
marea alta, la marea baja, pasaban a formar parte de nuestras vidas. Hasta
entonces, y para nosotros, el surf había sido en exclusiva en la playa, con las
limitaciones que eso suponía: básicamente nos conformábamos con bajar las olas
de frente, como una flecha en dirección a la orilla, ya que a parte de las
fotografías, nunca habíamos visto a nadie ladear en esas olas. El Pico cambió para siempre ese percepción.
Hola nuevamente Jesús,
ResponderEliminarEnhorabuena, creo que la historia corregida se acerca ahora más a lo que fue el "descubrimiento" del Pico. Cuando nos metimos por primera vez, con ese tercer grupo de australianos (si mis cuentas cuadran), aún estaban ellos allí, y aún coincidimos en el agua con ellos, aunque las olas eran ya poca cosa. Se fueron a los pocos días, cansados de esperar una nueva marejada ...
la película que pones, que es efectivamente del verano de 1977, es en la playa de Prado, en Patos, pero no en el Pico. Filmada en Super-8, entonces había que aprovechar bien los 3 minutos que duraban, y meter el surf entre bodas y bautizos ... Hay otra filmación de septiembre de ese verano en el Pico, pero dejémosla para los estudiosos, que aún sonroja más verla que esta que has puesto :)
en fin, buenos tiempos aquellos ...
un abrazo, y buenas olas ...
Pues se os ve muy bien. Corregido lo de Prado. Un saludo, y como siempre muchas gracias por tus comentarios y aportaciones, que como ves son muy valiosas.
EliminarQue tal Jesús!
ResponderEliminarNo sabes lo que disfruto con estas entradas, imágenes y textos. Me encanta escuchar y leer estas historias, sobre todo de primera mano. Yo en el 77 digamos que correteaba por Samil...jeje
Lo dicho, gracias a sus protagonistas por compartirlo y a ti por recabar toda esa información.
Un saludo!