19.11.14

HISTORIAS. El descubrimiento del Pico de Patos (revisado).



Hace dos años contamos en el blog, aunque no con demasiada fortuna, cómo fue el descubrimiento del Pico de Patos, una de las olas más conocidas y concurridas de la costa gallega. El texto intentaba ordenar lo que la familia Irisarri, Nicolás Pita y Ángeles Vega me habían contado sobre aquel descubrimiento, una historia de la que eran protagonistas una serie de surfistas australianos y neozelandeses que visitaron Patos, sucesivamente, a mediados de los 70, y que abrieron el paso a los surfistas locales a las olas del Pico.

Tras un primer borrador y una nueva entrevista con los protagonistas, conseguí cerrar un texto que me pareció coherente y narrativamente muy interesante, por lo que me decidí a publicarlo antes de contrastar todo lo que allí contaba. A los pocos días, Alberto Irisarri me aportaba una serie de comentarios al texto que cambiaban la sucesión de hechos que yo contaba. Gracias a sus aportaciones, y pasado un tiempo, creo que por fin he podido relatar con precisión, aunque con el grado de incertidumbre que siempre introduce el paso del tiempo, cómo fue realmente el descubrimiento del Pico de Patos.

Si el texto publicado hace dos años lo acompañamos con imágenes grabadas del Pico de 1982, la versión revisada se complementa visualmente con un vídeo, facilitado por el propio Alberto, que recoge uno de aquellos primeros baños, aunque en este caso en la ola de Prado, en el año 1977. Así que esta es la historia.


Posiblemente en la playa de Patos, y más que en ninguna otra ola gallega, el papel de personas venidas de otros países ha sido transcendental en el desarrollo del surf. Fue un extranjero desconocido el que en el año 1969 demostró a Víctor Montenegro que Patos era una playa en la que efectivamente se podía hacer surf. Años más tarde fueron un grupo ed australianos los que, durante una estancia de más de tres meses, mostraron a los primeros surfistas vigueses las posibilidades que el surf tenía como deporte. Y por último, primero un grupo de neocelandeses, y definitivamente un nuevo grupo de australianos, los que descubrieron para los surfistas locales las bondades del pico de Patos.

José Irisarri.- Tras aquel primer surfista de procedencia desconocida que sirvió de impulso a Víctor Montenegro para traer una tabla de surf a Patos en el año 1969, los siguientes surfistas extranjeros que pasaron por aquí, y de los que se tiene constancia, fueron unos australianos a los que nosotros no llegamos a conocer.

Alberto Irisarri.- Situamos su llegada en algún verano entre los años 1972 y 1974, antes de que nosotros empezásemos a surfear.

José Irisarri.- Por lo visto eran tres, y se quedaron en Patos algo más de tres meses. Por lo que cuenta Nicolás, aquella gente era de lo más peculiar. Estaban de viaje conociendo el mundo, una práctica muy habitual entre los jóvenes australianos antes de terminar sus carreras universitarias y adentrarse en el mundo laboral. 

Nicolás Pita.- Recuerdo perfectamente el nombre de dos de ellos: Peter y Paul. Del nombre del tercero no me acuerdo. Verlos en el agua era una maravilla, ya que su nivel de surf era infinitamente superior al nuestro. Sólo comían pan y queso. Eran tabloneros y se pasaban todo el día en el agua. Los tres dormían con sus tablas dentro de la pequeña furgoneta Volkswagen en la que viajaban. Para caber acostados se colocaban alternativamente con la cabeza de uno en los pies del otro. Como en el interior no quedaba espacio, ponían las tablas en el techo de la furgoneta, y se amarraban el invento al tobillo, a través de una de las ventanas, para tener mayor seguridad de que nadie les rebose las tablas. 

José Irisarri.- Siempre nos hemos preguntado cómo alguien con su nivel de surf se quedó tanto tiempo en un sitio como éste. Posiblemente su larga estancia se debió al excelente trato que recibieron de Nicolás y Ángeles, que prácticamente los apadrinaron. De hecho, y según Nicolás, los tenían a todo trapo. 

Nicolás Pita.- Al parecer también fue fundamental que cuando llegaron a Patos estaban sin dinero. Una vez a la semana les dejábamos que viniesen hasta casa para ducharse, lavar la ropa, e incluso a dormir. Eran muy buenos chavales. Uno de ellos se puso enfermo, y como no tenían dinero, conseguimos que lo repatriasen de vuelta a Australia, gratis, en un barco de mercancías que partió desde Vigo. Pasados unos meses, y ya en casa, recuerdo que la madre nos escribió una carta para agradecernos nuestras gestiones y atenciones.

José Irisarri.- A los pocos meses de iniciarnos los hermanos en la práctica del surf, concretamente en octubre de 1976, tuvo lugar un acontecimiento que de algún modo vino a cambiar muchas de las ideas que teníamos en mente sobre el mar y el surf. Aunque a muchos les pueda parecer increíble hoy, no comenzamos a surfear en el Pico de Patos. Nadie lo hacia entonces. Tampoco nos lo habíamos planteado, y si lo hubiésemos hecho, seguro que todos habríamos pensado que aquello era una locura. Así que nuestros inicios en el surf fueron en la playa de Prado.

Recuerdo que era el mes de Octubre, pues ocurrió unas semanas antes de iniciar el curso e irme a Santiago a estudiar. Había entrado una de esas marejadas que presagian el inicio del otoño, de modo que en la playa había un maretón considerable. De repente aparecieron en la playa unos extranjeros, que resultaron ser neozelandeses. Iban de camino hacia Portugal, y en medio de la ruta habían parado en Patos. Me llamó especialmente la atención que uno de ellos cogía las olas en drop-knee, como George Greenough. Era muy bueno. Pero lo realmente increíble fue que no entraron a coger olas en la playa, como hasta entonces lo habíamos hecho nosotros, sino que se dirigieron directamente hacia la zona de rocas que hay a la izquierda. Y la verdad es que ni se lo pensaron. Tal cual llegaron, pararon la furgoneta, se cambiaron, y fueron directos al Pico. Para mí aquello era alucinante, como si viera marcianos entrando en el agua. Tras el baño fui a hablar con ellos para interesarme de dónde eran, y charlar un rato con surfistas de verdad. Estuvieron en Patos un par de días, hasta que bajó el mar.

Sin embargo aquello nos pareció una anécdota, algo excepcional, la acción de unos locos, por lo que nosotros seguimos sin plantearnos entrar allí a coger olas. Hasta que un año más tarde, en 1977, y esta vez un grupo de australianos, entraron  también al Pico en lugar de a la playa.

Suso Irisarri.- Recuerdo perfectamente que era en el mes de septiembre, pues nosotros estábamos ya en Madrid preparando los exámenes. La noticia la recibimos en Madrid vía telefónica de Alberto, que visiblemente alterado nos contaba cómo unos australianos habían surfeado en un lugar que a nosotros aún nos parecía inaccesible.

-¡¡Han llegado unos extranjeros derrapando con una furgoneta. Han aparcado en la playa de los Pescadores, y se han ido a hacer surf a las rocas!!.
-¿Cómo que a las rocas?
-Si, a las rocas de Monteferro.
-Pero cómo, ¿qué van a hacer surf en la playa de los Pescadores? ¿Qué pasa con las rocas?

Alberto Irisarri.- Los australianos se quedaron aquí unos días, hasta que desapareció la marejada y tras cansarse de esperar otra. Con el camino abierto, y la confianza de hacerlo acompañado por ellos, a los dos o tres días después de su llegada entramos también al Pico, surfeando con ellos. Recuerdo que el mar ya  había bajado bastante de tamaño, pero aún había una olita decente.

Vicente Irisarri.- Uno de ellos tenía una maña especial con los animales. Me acuerdo de una vez que vino a nuestra casa y Zappa, nuestra perra, salió como una fiera al ver a un desconocido entrar en la finca. No sabemos cómo lo hizo, pero simplemente con la mirada la paró en seco, cuando casi nos imaginábamos lo peor.

Suso Irisarri.- Las semanas que transcurrieron desde la llamada de Alberto hasta que volví a Vigo las viví con cierto nerviosismo. Se había descubierto un nuevo sitio para surfear, delante de casa, y que por las conversaciones parecía ser mucho mejor que el que hasta entonces había sido nuestro lugar de baños. Recuerdo perfectamente el primer día de olas en el que me metí allí, con la Freedom. Aún existe una película de entonces.

José Irisarri.- La izquierda de Monteferro tardamos aún uno o dos años en descubrirla. Yo fui el primero en cogerla un día de olas grandes, y recuerdo la expresión de Nicolás cuando salimos del agua. Tal era su sorpresa que consideró que aquello que acababa de hacer era algo heroico, y recuerdo perfectamente que entre sus exclamaciones me llegó a decir que era como el Duque (Duke Kahanamoku).

Vicente Irisarri.- Descubrir el Pico supuso para nosotros una rotura total de esquemas. Nos dio la oportunidad de conocer y distinguir la diferencia entre una ola que rompe sobre fondo de roca, y las que lo hacen sobre fondo de arena.

Suso Irisarri.- Se abría todo un mundo lleno de posibilidades y con condiciones cambiantes. Comenzamos, por ejemplo, a tomar conciencia de la importancia de las mareas, cuestión que hasta entonces para nosotros no era demasiado relevante. La marea alta, la marea baja, pasaban a formar parte de nuestras vidas. Hasta entonces, y para nosotros, el surf había sido en exclusiva en la playa, con las limitaciones que eso suponía: básicamente nos conformábamos con bajar las olas de frente, como una flecha en dirección a la orilla, ya que a parte de las fotografías, nunca habíamos visto a nadie ladear en esas olas. El Pico cambió para siempre ese percepción.

3 comentarios:

  1. Hola nuevamente Jesús,

    Enhorabuena, creo que la historia corregida se acerca ahora más a lo que fue el "descubrimiento" del Pico. Cuando nos metimos por primera vez, con ese tercer grupo de australianos (si mis cuentas cuadran), aún estaban ellos allí, y aún coincidimos en el agua con ellos, aunque las olas eran ya poca cosa. Se fueron a los pocos días, cansados de esperar una nueva marejada ...

    la película que pones, que es efectivamente del verano de 1977, es en la playa de Prado, en Patos, pero no en el Pico. Filmada en Super-8, entonces había que aprovechar bien los 3 minutos que duraban, y meter el surf entre bodas y bautizos ... Hay otra filmación de septiembre de ese verano en el Pico, pero dejémosla para los estudiosos, que aún sonroja más verla que esta que has puesto :)

    en fin, buenos tiempos aquellos ...

    un abrazo, y buenas olas ...

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues se os ve muy bien. Corregido lo de Prado. Un saludo, y como siempre muchas gracias por tus comentarios y aportaciones, que como ves son muy valiosas.

      Eliminar
  2. Que tal Jesús!
    No sabes lo que disfruto con estas entradas, imágenes y textos. Me encanta escuchar y leer estas historias, sobre todo de primera mano. Yo en el 77 digamos que correteaba por Samil...jeje
    Lo dicho, gracias a sus protagonistas por compartirlo y a ti por recabar toda esa información.
    Un saludo!

    ResponderEliminar