PESCANOVA
Vicente.- Un hecho fundamental en el desarrollo del surf en la
familia fue la entrada de Jose en Pescanova, en septiembre de 1982. Se puede
decir que Jose entró a trabajar allí gracias al surf. Hacía dos años que había
terminado la carrera y acababa de finalizar el doctorado. Se había librado
también de la mili, así que sin obligaciones, tenía algo más de tiempo para
hacer surf. Hasta que un día, en el agua, Nicolás le preguntó qué tenía pensado
hacer.
Jose.- Nicolás, que trabajaba allí, me planteó la
posibilidad de entrar en Pescanova. No tenía planes, así que le dije que me
interesaba. A los pocos días fui a una entrevista, y al día siguiente ya estaba
trabajando. Así de fácil. Comencé en el departamento de calidad de factoría, y
a los dos meses me trasladaron al departamento de calidad de flota, por lo que
desde entonces comencé a viajar por todo el mundo, especialmente a Sudáfrica.
Los viajes al sur de África era continuos: una vez cada tres meses me pasaba
quince días en Sudáfrica.
Viajar a Sudáfrica, cuando hasta entonces nuestro
contacto con la cultura y el mundo del surf era casi de oídas, fue adentrarse
en un mundo totalmente nuevo para mí, y también para el resto de mis hermanos a través
de mí. Por aquel entonces tampoco el surf era allí lo de hoy, pero con respecto
a nosotros, existía toda una comunidad establecida entorno a él. ¡¡Y con
tiendas y facilidades para hacerse con material!!. Así que desde aquel primer
viaje comencé a traer tablas. Para guiarnos en las compras, tomábamos nuestras
referencias de la revista Surfer. Y no era sencillo. Los viajes a Sudáfrica
coincidieron con un momento en el que en el mundo del surf se estaba viviendo
una auténtica revolución en cuanto a formas, volúmenes y acabados. Eran los
años del apartheid, por lo que el rand sudafricano estaba baratísimo, lo que
nos permitía arriesgar en las compras. Además si alguna tabla no nos convencía,
había aquí una demanda lo suficientemente amplia como para poder deshacerte de
ella sin problemas.
Alberto.- En aquellos años vivimos en
directo toda la evolución que se generó entorno a las tablas de surf. Los
cambios que en un principio seguíamos a distancia a través de los artículos que
se publicaban en la revista Surfer, pasaron a ocurrir ante nosotros gracias a
las novedades que Jose traía desde Sudáfrica. Recordamos por ejemplo la
polémica en la que Mark Richards se negaba a aceptar el thruster, de tres
quillas, de Simon Anderson. Y recuerdo también a Shaun Tomson que se negaba a
reconocer que con el twin-fin se surfeaba mejor que con un single, ya decía que
con una tabla de dos quillas no se podía entubar.
Vicente.- Lo vivimos tan en directo que, por ejemplo, si en
noviembre de 1982 Simon Anderson ganaba el Pipe Masters con un thruster, en
marzo de 1983 Jose traía a Vigo el primer tri-fin que tuvimos.
Suso.- El estado de la evolución era tal, que recuerdo que
aquella tabla traía incorporados los cajetines para montar un twin-fin. Aunque nuestros
inicios en el surf fueron en la época en la que las tablas cortas ya se habían
establecido como la opción predominante, vivimos sin embargo, y en primera
persona, la revolución del paso de una a dos quillas, y el de dos a tres,
prácticamente en tiempo real. Y esta evolución tan rápida no hacía más que
aumentar nuestra curiosidad. El mundo del surf se revelaba para nosotros, una
vez más, como un descubrimiento continuo. Uno detrás de otros. La sensación de
deslizarse. El poder surfear sobre las rocas. La importancia de las mareas. Los
nuevos diseños. ¡¡El cambio era continuo!!.
Vicente.- De hecho una de las frases más comunes de Suso, y que
repetía siempre tras el último viaje, era: “¡¡se han cambiado todos mis
conceptos!!”.
Alberto.- Y todas aquellas tablas que traía Jose, y que iban
pasando por Patos, sobre todo las que mejor iban, se las llevábamos a Rufo a
Coruña, que sacaba copias exactas de las mismas.
Vicente.- Todo esto no deja de ser una muestra del gran interés
que teníamos por lo nuevo. Y esas cosas que íbamos recibiendo, sobre todo las
vinculadas al surf, las transmitíamos en nuestros viajes a Coruña y Ferrol,
alimentando con ellas, de algún modo, al resto del surf gallego.
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