Mientras que escribía la entrada dedicada a Terry Fitzgerald y la sección de la revista Surfers Journal "Lo mejor que he visto", pensaba sobre cuál habría sido ese momento para mí.
Es curioso que del momento más increíble en el que he estado presente, surfísticamente hablando, no recuerde imágenes de surf. Ese momento fue en Pantín, en el año 1998, durante el campeonato que ganaría Sean Holmes, concretamente el domingo 6 de septiembre, la tarde en el que el huracán Danielle llegaba a nuestras costas. Sin embargo de ese día no guardo ninguna imagen clara de la olas que se cogieron. Mi recuerdo es más del ambiente que había en la playa, en donde se podía sentir la emoción que nos invadía a todos al ver a aquella gente surfear esas olas tan inmensas. Recuerdo a Vicente, a quien aún no conocía, intentando "tranquilizar" a un fotógrafo que había entrado al agua a hacer fotos. En un principio se pensó que era un aficionado, de ahí la preocupación, pero que después resultó ser un profesional de una revista americana. Las palabras de Vicente gritando por megafonía "¡¡tranquilo es sólo agua!!", cuando al fondo se marcaban series de más 5 metros, creo que han de pasar a la historia como una de las frases del campeonato. Sin embargo, por no guardar un recuerdo claro de aquellas olas, mi "mejor momento" no he de situarlo allí.
"Lo mejor que he visto" ocurrió unos cuantos años después, en 2001. Acababa de celebrarse el Pantín Classic, en una edición en la que no había habido muy buenas olas, y que había estado marcada por los atentados de las Torres Gemelas. Sin embargo, el lunes tras el evento, el mar había subido, y en Doniños rompían muy buenas izquierdas, perfectamente ordenadas por el nordeste. Muchos de los pros del campeonato, ante esta previsión, se habían quedado unos días por aquí. En el agua, y antes de entrar, pude reconocer a Eneko Acero y a Paul Canning, quién ese año venía de quedar 3º en el CT de Bells Beach, solo tras Mick Fanning y Daniel Wills. Aunque las condiciones me superaban un poco, entré, ya que era difícil resistirse a no surfear aquellas olas.
Estaba en la orilla. Acababa de coger una ola, y empezaba a remontar. Entonces llegó una serie y vi que Paul Canning la remaba con fuerza muy adentro del pico. Estaba tan adentro que recuerdo que pensé: "estoy tan lejos que no le voy a estorbar". Entonces hizo el take off y se metió dentro de un tubo. Salió y empezó a imprimirle velocidad a su tabla. Recuerdo que pensé, "¡¡mierda, estoy en el medio!!". Y entonces, aún cogiendo más velocidad, si es que aquello era posible, Paul pasó por delante de mí con unos dos metros de margen. Recuerdo aún perfectamente el ruido de su tabla planeando sobre la pared mientras pasaba como un rayo.
Salvo el tubo inicial, en el resto de la ola, al menos la parte que vi yo, no hizo nada más que coger velocidad, pero aquella capacidad para desplazarse en el espacio fue algo que nunca he vuelto a ver tan de cerca y expresado de un modo tan contundente.
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