18.6.16

CIENCIA. El periodo (parte 3). Un misterio y una posible respuesta.


"¡¡¡No lo entiendo!!!", he exclamado varias veces este invierno al llegar al Pedrido y ver que el mar no llegaba para que las olas rompiesen con el tamaño mínimo para poder ser surfeadas. La marea era la correcta. La dirección del mar también. Y las previsiones anunciaban olas de más de 6 metros. Antes de salir de la oficina, y a través de la web de Puertos del Estado, había comprobado que las boyas marcaban una altura de ola significante que superaba los 7 metros. Debería de haber olas. Sin embargo, y en el interior de la ría de Ares-Betanzos, no había una pared digna para ser surfeada.

Otros días me ocurrió todo lo contrario. Me acerqué sin muchas esperanzas, pero sin tiempo para ir a otro sitio, aquella era la única opción. Y al llegar la sorpresa: no solo había olas, eran además muy buenas.

Así que tras mucho observar, varias decepciones, y analizar los éxitos y los fracasos, he llegado a una conclusión: para que haya olas en el Pedrido no basta con que la dirección del mar sea la correcta y que la altura de ola supere al menos los 4 metros. Es necesario que el periodo sea también elevado.

Pero como el dato cuantitativo no es suficiente, llevo varios meses dándole vueltas al por qué. Creo que el secreto hay que buscarlo en la configuración del fondo de la ría de Ares y la situación del banco de arena del Pedrido con respecto a éste.

Siguiendo esta "pista" fue por lo que me hice con las cartas náuticas número 412 y 412/A, y recuperé los apuntes de 4º de carrera en donde se describe el método de Iribarren, también llamado método de los planos de oleaje, para comprender la propagación del oleaje en el interior de la Ría.

El método de Iribarren es un método gráfico que reproduce las variaciones que en su avance sufre el frente de una onda por acción del fondo (refracción). Se basa en la propiedad explicada en la primera de las entradas dedicadas al periodo, por la cual el periodo de una onda es constante.

La refracción del oleaje viene determinada fundamentalmente por tres factores:

- la profundidad, orientación y la variación de la forma del fondo.
- el periodo de la onda.
- la diferencia entre la dirección de avance de la onda, y la línea que marca la pendiente del fondo.

La profundidad es fundamental porque marca el lugar a partir del cual la onda, que viene viajando a través del océano, comienza a "sentir" la presencia del fondo. Cuando más elevado es el periodo, antes, y por tanto a una profundidad mayor, la onda "siente que se está acercando" a la costa. Lo habitual es que la refracción, en un temporal medio, se inicie a profundidades del entorno de los 150 metros, pero en los temporales más grandes, el fenómeno puede comenzar en zonas con profundidades de hasta 200 metros. Profundidades de más de 200 metros son de hecho denominadas como "profundidades indefinidas" desde el punto de vista del estudio de la propagación del oleaje.

El modo en cómo la onda siente el fondo se traduce en una fricción, un roce, que le lleva a girar y a adaptarse a la dirección de la pendiente del fondo marino. Dicha fricción produce en la onda no solo un giro de su dirección de propagación, sino también un descenso de la altura de ola. La ola se frena, y a periodo constante, aumenta su longitud de onda. El descenso de la altura de ola es mayor cuanto mayor es la diferencia entre la dirección del oleaje incidente y la dirección de la pendiente del fondo, aumentando también a medida que la profundidad desciende. A menor profundidad, la fricción es mayor, por lo que la onda se ve obligada a girar de un modo más violento, perdiendo por tanto de un modo más brusco altura.

Según la carta náutica, el fondo de la entrada de la ría de Áres tiene una pendiente con dirección noroeste. Las ondas cuando se acercan a la Ría comienzan a redireccionarse hasta avanzar en perpendicular a esta dirección. Cuando mayor es su periodo, este redireccionamiento comienza antes, por lo que la adaptación del frente de onda a la forma del fondo es más suave y progresiva, sin apenas pérdida de altura. Sin embargo y para periodos bajos, los frentes han de afrontar la entrada a la Ría en un espacio relativamente pequeño, y lo hacen a costa de una mayor fricción y pérdida de altura de ola, sobre todo aquellos oleajes que vienen del Oeste o del Norte.

Analizando la profundidad de la ría de Ares en su entrada, (entre 40 y 50 metros), mi interpretación es que a periodos bajos, el fenómeno de la refracción se activa de un modo relevante muy cerca de la desembocadura de la Ría de Betanzos, en la que la profundidad es de 10 metros. En ese lugar, por la dirección que adopta el fondo, el cambio de dirección que ha de asumir la onda es muy grande, produciéndose una fricción muy elevada y brusca que hace que la ola, que finalmente entra en el Pedrido, vea menguada su altura de un modo considerable con respecto a la que hay en el exterior. Los frentes de periodo mayor llegan, por así decirlo, mejor orientados a esa zona "crítica", superándola con altura de ola suficiente para que El Pedrido sea surfeable.

¿Será efectivamente así? Espero poder comprobarlo el próximo invierno.

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