Convocados por la asociación ecologista Adega acudimos hoy a limpiar a la playa de Doniños. Para mí participar en una limpieza, y no ser el organizador, era casi una novedad, así que medio liberado de mis obligaciones de anfitrión, me lancé a limpiar como uno más. La verdad es que me apetecía.
Comenzamos por Outeiro, pero tras un rato, y después de haber retirado al menos los residuos más voluminosos que encontramos por allí, nos dirigimos hacía la desembocadura del río, el lugar en el que tradicionalmente se acumula más basura en la playa. Hace dos años habíamos retirado de esa zona más de 8 contenedores. Antes de llegar a Outerio pasé caminando por allí, y pude comprobar que había residuos suficientes para unos voluntarios motivados como nosotros. Como sospeché, no fuimos capaces de llevarnos todo lo que encontramos.
Lo más importante de estas acciones no es la cantidad de residuos que se retiran, sino el mensaje que transmitimos: amamos las playas, el mar, la tierra, ..., y nos preocupa cómo el hombre está alterando ecosistemas que durante siglos han estado en perfecto de equilibrio. Hemos llegado a esta situación, que pone en peligro la existencia de nuestra propia especie, tras haber tomado muchas decisiones equivocados. Y para reconducirla hemos de cambiar el modo en cómo producimos las cosas. También nuestros hábitos de consumo.
Tenemos la fortuna de vivir en un lugar privilegiado. Las aguas en las que surfeamos están limpias. La gran mayoría de nuestras playas son parajes de gran valor medioambiental. Pero aún así, y en lugares como estos, es posible hacer fotografías como las de abajo. Las hice de camino a Outeiro minutos antes de la limpieza. Son la muestra de una realidad que queda a veces oculta, pero absolutamente cierta, y a la que no podemos dar la espalda.
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