3.2.17

HISTORIAS. La borrasca de la que aún no sé su nombre (Kurt).


Aprovecho los intervalos en los que tenemos internet para escribir esta entrada. Me imagino que fruto del viento, la cobertura va y viene (más bien se va), por lo que subir las fotos que hice ayer me está llevando un poco más de lo habitual. 

Ayer por la tarde el mar estuvo realmente grande aquí en Doniños, aunque lo realmente destacable fue el viento, sobre todo por la noche. Hoy por la mañana para ir a trabajar elegí una ruta alternativa para evitar las zonas más arboladas. Suelo ser de los primeros que pasa por esa carretera tan temprano, y me imaginé que si no cortada por algún árbol, estaría llena de ramas. Y así debió de ser, porque ya de vuelta por la tarde, en la cuneta había varios árboles cortados, y en algunas zonas los carriles apenas se adivinaban salvo por las roderas de los coches: el resto era una masa de ramas y hojas.

Al poco de llegar a casa ha comenzado a soplar de nuevo el viento con fuerza. Lo está haciendo casi con la misma intensidad que por la noche. A pesar de que la casa cruje de vez en cuando y se oyen golpes fuera, se está cómodo al abrigo de nuestra estufa. Ya hemos pasado otros temporales más fuertes que éste, así que no es de esperar “daños”, salvo algún pequeño desorden.

Ayer cuando volvía tras hacer las fotos ensalitrado por los rociones de agua salada que lo cubrían todo, pensaba en la inmensa fuerza de la naturaleza y su capacidad para agitarlo todo. También en lo pequeños que somos realmente. Ahora mismo fuera están cayendo unos rayos impresionantes. Llueve en horizontal. Y mientras todo a nuestro alrededor se agita y retuerce, si cabe esa sensación es todavía más evidente.




























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