29.4.17

CIENCIA. El cambio climático.


"El calentamiento (...) es inequívoco, la influencia humana en el sistema climático es clara y el cambio climático plantea riesgos para los sistemas humanos y naturales. (...) En las últimas décadas, el cambio climático ya ha afectado a los sistemas naturales y humanos en todos los continentes y océanos."

Esta es una de las conclusiones del "V Informe de Evaluación" del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), que señala también a las zonas costeras como uno de los territorios más vulnerables al cambio climático.

Los estudios realizados en los últimos años han llevado a identificar como relevantes, en el análisis de la afección del cambio climático en la costa, 17 variables climáticas y oceanográficas. Para algunas de ellas, como por ejemplo la temperatura o el nivel del mar, los estudios han alcanzado un grado de desarrollo tal, que existen proyecciones globales para todo el siglo XXI. Sin embargo, y hasta hace poco, no se habían estudiado, al menos en las costas españolas, la evolución a nivel local de estas variables, teniendo en cuenta las particularidades climáticas, hidrogeológicas y oceanográficas de nuestro litoral.

Desde la perspectiva de los puertos, las conclusiones de los estudios realizados se han recogido en la publicación "Vulnerabilidad de los puertos españoles ante el cambio climático", editado por Puertos del Estado en abril de 2016. El libro es el resultado de un ambicioso proyecto desarrollado por algunas de las instituciones más prestigiosas del mundo en el campo de la climatología y la oceanografía, y se puede calificar, al menos en lo que respecta a España, como el más completo hasta el momento en cuanto a regionalización de escenarios climáticos marinos futuros. Muchas de sus conclusiones, aunque pensadas para puertos, son perfectamente trasladables a la costa y a la práctica del surf.

Para poder predecir lo que ocurrirá en el futuro, fue necesario poner en marcha una "máquina del tiempo" que tiene en los modelos numéricos, impulsados por grandes computadoras, el "vehículo" que hace posible este viaje. Antes de "definir" el futuro, fue necesario "aprender a viajar", y para ello hubo caracterizar bien el pasado y todos los procesos que nos han llevado hasta la situación actual, identificando las tendencias pasadas y cuantificando los cambios observados. Creada la "máquina", quedaba ajustarla, y para ello la información disponible de las últimas décadas del siglo XX fue introducida en los modelos matemáticos con objeto de calibrar éstos, hasta que se comprobó, mediante la comparación de sus resultados con observaciones reales, que eran capaces de reproducir los procesos que gobiernan la variabilidad del sistema.

Con todo a punto, se realizaron proyecciones climáticas con varios modelos numéricos, con el objeto de obtener no sólo un valor más probable de evolución de las diferentes variables climáticas/oceanográficas, sino también de lograr un valor de su dispersión, lo que permite valorar la calidad de la predicción. Pero el "viaje" no solo se realizó con diferentes modelos numéricos, sino también con diferentes tipos de "combustible", que tuvieron en cuenta, entre otras variables, el crecimiento de la población mundial, los cambios tecnológicos y el desarrollo económico de la sociedad, con una economía cada vez más basada en los servicios y la información. Del "futuro", los estudios han analizado desde las variables más obvias, como pueden ser el nivel del mar o el oleaje, a otras como la temperatura del agua o del aire.

EL NIVEL DEL MAR.

El nivel del mar posiblemente sea una de las variables más difíciles de modelizar, por todas las variables que de modo relevante intervienen en él. Los científicos hablan de tres contribuciones distintas. La primera es la denominada componente estérica, que produce variaciones del volumen del agua, y por tanto del nivel del mar, por cambios de su temperatura (el agua también se dilata o contrae cuando la temperatura varía) y de su salinidad (que modifica su masa). La segunda es la componentes barótropa, que da lugar a cambios en el nivel del mar por modificaciones en el régimen de vientos y en la presión atmosférica. Y la última, la componente eustática, representada por las variaciones de la masa total de agua de los océanos, que se espera sufra incrementos considerables por el deshielo de los glaciares y de las masas polares.

Los estudios hablan de un incremento del nivel del mar de entre 17 y 35 centímetros en el año 2050 con respecto al año 2000. Se ha comprobado que esta subida del nivel del mar no será constante, sino progresivamente acelerada, sobre todo a partir de la segunda mitad del siglo XXI, cuando se llegará, según las previsiones efectuadas para el año 2100, hasta los 81 centímetros de incremento.

Esta subida de casi un metro, sumada al efecto del oleaje y al arrastre de masas de agua por acción del viento y de la presión atmosférica, que puede llegar a sobreelevaciones de 60-70 centímetros, dará lugar a inundaciones en muchas zonas de la costa, con destrucción de cordones dunares, variaciones de los fondos de arena en las playas, alteraciones en el transporte litoral de sedimentos, modificaciones en las desembocaduras de los ríos, y otras alteraciones difíciles de imaginar que alterarán los ecosistemas en un periodo de tiempo muy corto.

Las olas que rompen sobre fondo de arena lo harán de un modo distinto ante los cambios en la disposición de las barras de arena, que tendrán de adaptarse a la nueva situación. En las olas de fondo de roca, un mayor nivel del mar supondrá que no rompan tan huecas como en la actualidad. La subida del nivel del mar puede hacer también surfeables olas que ahora no lo son por romper en un fondo demasiado seco. Las modificaciones que el cambio climático introducirá en el nivel del mar podrán por tanto cambiar, de un modo considerable, las características y el modo en cómo rompen muchas de las olas en las que hoy surfeamos.

LA TEMPERATURA DEL AGUA

Los estudios realizados muestran un considerable incremento de la temperatura superficial del agua a lo largo del siglo XXI. Para el año 2050 se han calculado incrementos de hasta un 1ºC en el valor medio de la temperatura del agua en las Islas Canarias. En el Cantábrico el aumento llegará hasta los 0,9ºC. En la costa atlántica el incremento será menor, de 0,5ºC en el valor medio, pero con tendencias negativas especialmente durante los meses de verano y otoño, debido fundamentalmente a una intensificación de los afloramientos de agua, tan característicos en Galicia en los meses en los que los vientos predominantes son del nordeste, y en los que aguas de zonas más profundas ascienden a la superficie. Las previsiones nos hablan por tanto de aguas algo más calientes en invierno y primavera, pero más frías en verano y otoño. Los modelos han determinado que el aumento de los afloramientos de agua provocará un reforzamiento de las corrientes de norte a sur en la costa atlántica, y bajo mi opinión, un mayor predominio de los vientos con componentes norte-nordeste.

Aunque un incremento de 1ºC nos pueda parecer poco, es importante tener en cuenta que dicho incremento se produce en un gran volumen, por lo que la incidencia del cambio es abismal, siendo difícil valorar los cambios que acarreará.

EL OLEAJE

En cuanto al oleaje los modelos muestran variaciones moderadas de la altura significante. La tendencia general apunta a que la altura del oleaje disminuirá, o al menos se mantendrá, en los valores actuales. Para la fachada atlántica se esperan descensos en el valor medio de hasta 7,3 centímetros, y de 11,4 centímetros en los valores extremos. En el Cantábrico, el descenso en el valor medio será también de 7,3 cm, pero en los valores extremales se descenderá hasta los 23,3 cm. En Canarias, los descensos de la altura de ola serán menores a los anteriores, en el entorno de los 4 cm.

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