8.4.18

El Domingo. # 17.

Una de las noticias más comentadas de lo que llevamos de año es la caída del Pipe Masters del calendario del circuito WSL para el año 2019. Desconociendo los detalles administrativos del asunto, la explicación a este desenlace, que muchos han llegado a calificar como desproporcionado, hay que buscarla, como ocurre con otros acontecimientos del presente, en el pasado.

Pero empecemos por el final. La intención de la WSL era que el Pipe Masters fuese el evento inaugural del tour del año 2019. Sin embargo, la WSL inició tarde los trámites para lograr el cambio de fechas, por lo que el Departamento de Parques y Recreos de la Ciudad y el Condado de Honolulu, responsable de otorgar los permisos para el desarrollo de eventos en la costa norte de Hawaii, no concedió los permisos. Por lo que he leído, el calendario de eventos que se celebran en la North Shore, se fija en base a una serie de criterios que tienen como prioridad proteger el uso y disfrute por parte de la comunidad local de esos lugares. Aunque nos pueda parecer extraño, esas políticas tienen en Hawaii un marcado carácter social y cultural, que para llegar a entenderlas en toda su extensión es fundamental tener muy en cuenta la Historia.

La directora general de la WSL, Sophie Goldschmidt, exponía de la siguiente manera la posición de la WSL ante la situación: “Estamos muy decepcionados por no poder celebrar el Pipe Masters en 2019. No obstante, nos consuela que se reconozca la necesidad de introducir cambios en el trámite de los permisos, cambios que creemos beneficiarán al surf en Hawaii, a los surfistas, a la comunidad  local y a los demás actores implicados. Vamos a colaborar en lo que podamos durante este proceso, y una vez que se definan esos cambios, tomaremos una decisión acerca de qué eventos promoveremos en Hawaii a partir del invierno de 2019. Nos encantaría poder celebrar nuestro calendario de modo completo en Hawaii, pero necesitamos tener facilidades para poder planificarlo a largo plazo, y recibir también el apoyo local adecuado, con el objetivo de seguir ayudando a que el surfing hawaiano crezca de forma sostenible.”

En las declaraciones de Goldschmidt parece esconderse una amenaza velada de que, si las cosas no cambian, la WSL dejará de organizar eventos en Hawaii durante un tiempo, en una especie de ultimátum que recuerda conflictos y actitudes pasadas (para los muy interesados os recomiendo leer el artículo publicado en Stab que cuenta en detalle lo ocurrido, y las opiniones de las diferentes partes interesadas).

He buscado recoger en esta edición de "El Domingo" la compleja historia que explica el conflicto actual por las fechas del Pipe Masters. Creo, sin embargo, que me ha sido imposible lograrlo totalmente, dado el inmenso volumen de datos y perspectivas desde las que analizar la cuestión. Si Sophie Goldschmidt me admitiese un consejo, le diría que leyese "Hawaii" de Jamer Michener, el libro que un local regaló en 1977 a Wayne "Rabbit" Bartholomew, después de que éste sufriese una agresión por parte de un grupo de locales de la North Shore.


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LA FOTO




De haber aplicado el criterio del "rigor histórico", la fotografía de este "El Domingo" debería de haber sido otra con, tal vez, mayor carga histórica. Pero hemos elegido la de la portada de la última Surfer's Journal, porque Arthur "Toots" Anchinges es el local por excelencia de Queen's, Waikiki, algo así como la Mesopotamia del surf, y porque él representa, mejor que ninguno de los surfistas actuales, la tradición hawaiana.


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HE'E NALU


En la antigüedad, la práctica de coger olas era común en las islas de la Polinesia Oriental (Marquesas, Tahití, las Islas Cook y Nueva Zelanda). Procedentes del Pacífico Sur, los polinesios llegaron a las deshabitadas islas Hawaii muy probablemente entre los siglos VI y IV a.C., aunque hay teorías recientes, basadas en hallazgos arqueológicos, que sitúan esta llegada en el siglo XI d.C..

De todos los pueblos de la Polinesia, sólo los tahitianos y los hawaianos usaban tablas de una cierta longitud y se colocaban de pie sobre ellas. De entre estos dos pueblos, sólo los hawaianos, probablemente entorno al año 1.200 d.C., convirtieron el surf, denominado en la antigua tradición hawaiana "he'e nalu”, en el centro de su cultura.

Para los hawaianos coger olas era algo más que su actividad favorita, era el centro de sus vidas. Era tal la influencia que el océano y el surf tenía en su cultura, que era practicado por toda la sociedad: hombres, mujeres, niños y niñas. La habilidad cogiendo olas era un modo de ascender en la sociedad, y demostraba para los hawaianos poder espiritual. Es por ello, por ese desarrollo social entorno al surf, así como por los posteriores avances en el diseño de tablas y en la técnica de coger olas, que se puede señalar a Hawaii como el lugar del nacimiento del surf. La práctica que en la actualidad denominamos como “surf” es solo una parte de lo que en Hawaii era el arte de “he’e nalu”, que abarcaba una amplia variedad de formas de deslizarse sobre las olas: He'e Nalu (de pié), Pae Po'o (tumbado), Kaha Nalu (con el cuerpo), Pakaka Nalu (surf en canoa), He'e One (surf sobre arena) y He'e Pu'e Wai (surf de río).

La polinesia era una sociedad ágrafa, por lo que no existen documentos escritos que recojan las tradiciones que rodeaban a la práctica del surf anteriores a la llegada de los occidentales en el XVIII. Es por ello que las primeras referencias locales proceden de la tradición oral. Tal y como cuenta el profesor Daniel Esparza en su artículo “Reconsiderando las fuentes para el estudio del surf arcaico”, “el estudio de la tradición oral en Hawaii se remonta al siglo XIX, un siglo después de la llegada de los primeros europeos. Fueron historiadores nativos los que se encargaron de reunir numerosas leyendas y tradiciones para que no se perdieran (…). La mayoría de esas anotaciones se hicieron en periódicos en lengua hawaiana a partir de 1834 (…). Pero no fue hasta finales del siglo XIX, y principios del XX, cuando se reunieron todos esos escritos y se tradujeron al inglés (…). Además de ser recogidas numerosas voces de nativos de la época, y su relación y visión del surf, fueron varias las leyendas que se registraron en las que se cantaba, o hablaba, sobre prácticas de surf antiguas, algunas inverosímiles, porque las practicaban deidades, pero otras basadas en personajes que sí existieron. La más antigua de éstas se remonta a los tiempos del jefe Umi, (…) en el siglo XV o principios del XVI (…)”.

Las viejas canciones y leyendas recuperadas por los historiadores hablan de “he’e nalu” como un pasatiempo de los dioses. También reflejan el conocimiento que la sociedad hawaiana tenía sobre las cualidades medicinales de las plantas, y los ciclos celestes y su relación con la agricultura. Y como no podía ser de otra manera, narran su relación con el océano, el cual entendían como parte integrante de la propia tierra, y del que tenían un conocimiento muy detallado.


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COOK, EL COLONIALISMO Y LA ANEXIÓN A LOS EE.UU.

En enero del año 1778, James Cook, durante la tercera de sus rutas por el Pacífico, y rumbo a Alaska en busca del mítico paso del Noroeste, avistó las islas Hawaii. Se cree sin embargo que Cook no fue el primer occidental en avistarlas, y que las Hawaii fueron descubiertas en 1527 por el español Álvaro de Saavedra. Se sospecha que el descubrimiento por parte de la armada española se mantuvo en secreto con el objeto de que sus enemigos no las utilizasen como base para entorpecer las rutas comerciales que la corona española había establecido desde América con Oriente, y en especial con las Filipinas. La información histórica que se conserva sobre este “descubrimiento” es por tanto muy escasa, e incluso poco clara. De hecho que se cree que el marino español no llegó a desembarcar en ellas.

La llegada de Cook a Hawaii coincidió con la celebración del festival Makahiki, en honor de Lono, el dios de la tierra. La aparición de Cook fue interpretada por los hawaianos como la llegada del propio dios, por lo que tanto él, como su tripulación, fueron recibidos y tratados con los mayores de los honores durante las 3 semanas que permanecieron en la isla.

Meses después de su primera estancia, Cook regresó a Hawaii. Sin embargo, fue recibido de modo hostil, posiblemente tras descubrir los hawaianos que Cook no era Lono, y que mucha de la población que había estado en contacto con los occidentales había caído enferma. La tensión explotó tras la orden de Cook de retener al rey Kalaniopu’u como prisionero tras el robo de una barca por parte de unos nativos. La decisión desproporcionada provocó un enfrentamiento con los hawaianos, que terminó con la muerte de varios nativos a disparos de los ingleses, y la posterior muerte de Cook en la playa de Kealakekua.

El violento final de Cook fue premonitorio del futuro posterior de las Islas, que a principios del siglo XIX, y en concreto a partir de 1820 con la llegada de los primeros misioneros calvinistas, inició una triste etapa para su cultura tras la imposición de las formas de vida occidentales. La cultura anglosajona significó avances tecnológicos y económicos en las Islas, aunque la repercusión de éstos sobre los nativos fue escasa. Lo que realmente trajo para ellos fueron enfermedades, muerte y una nueva religión que durante el siglo XIX desintegró la cultura y la sociedad hawaiana. Las enfermedades traídas por los occidentales diezmaron una población que en 1890 solo contaba con 40.000 nativos. Se estima que más de 400 mil hawaianos sucumbieron a virus y bacterias traídos por americanos y europeos. 

Esa amplia mortandad se combinó con una religión intransigente hacia cualquier modo de vida que no fuese el del hombre blanco cristiano de raíz protestante. Además, la nueva economía introducida por los americanos tan sólo dejaba dos opciones a los hawaianos: trabajar en niveles próximos a la esclavitud o pasar hambre. Esta época fue conocida como la Edad Oscura del surf. No solo descendió el número de surfistas, sino que también la habilidad de los isleños para coger olas. "Los antiguos surfistas”, recoge un relato de esos años, "le dirán que ninguno de la generación actual tiene la habilidad y el coraje mostrados por sus antepasados”. Pero afortunadamente no en todos los casos fue así, y muchos hawaianos continuaron surfeando en el siglo XIX, entre ellos varios miembros de la familia real, tal y como fue el caso de la princesa Victoria Ka'iulani, sobrina de la reina Lili'uokalani, y el príncipe Jonah Kūhiō Kalaniana'ole. Él, junto con sus dos hermanos, fueron los primeros en surfear en California en 1885.

En 1875 empresarios de los Estados Unidos controlaban más del 80% del terreno cultivable de las Islas, principalmente dedicado a la plantación de caña de azúcar. La diezmada población nativa sobrevivía en su mayor parte en Honolulú, en la isla de Oahu. Para compensar el descenso de la población local, cientos de miles de trabajadores, provenientes de Japón, Filipinas, China, España y Portugal, fueron contratados para trabajar en los campos de caña. 

El 17 de enero de 1893, un regimiento de la marina de Estados Unidos irrumpió en el Palacio de Iolani. Sin autorización de Washington, John L. Stevens, ministro de los EE.UU. en Hawaii, se ayudó de las tropas para derrocar, con el apoyo de un grupo de empresarios "haole" (extranjero en hawaiano), al gobierno nativo de Hawaii. Con sus cañones Gatling apuntando a palacio, la reina Lili'uokalani se rindió. Aunque el presidente estadounidense Grover Cleveland exigió al gobierno provisional que devolviese la administración de Hawaii a la reina, y declaró culpable a Stevens de conducta inapropiada y de conspirar para derrocar a la Reina, la monarquía nunca fue restaurada, y Hawaii fue declarada República el 4 de julio de 1894. En 1897 una coalición de tres organizaciones políticas hawaianas buscaron, por la vía legal, oponerse a la anexión. Su petición llegó a ser tramitada en el Congreso en 1898, dando la esperanza a los nativos de paralizar el proyecto de la ley de anexión. Pero el estallido de la guerra de Estados Unidos contra España y Filipinas, y el aumento de los intereses comerciales americanos, concluyó con la integración, en 1898, de las Islas en los EE.UU. 

En 1993, el Congreso de los Estados Unidos firmó una Resolución de Disculpa por el derrocamiento del Reino de Hawaii un siglo antes.


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LA HISTORIA CONTADA POR LOS HAWAIANOS


El 1 de noviembre de 2005, John Clark recibió una llamada de la empresa Sea Engineering, una consultora de ingeniería especializada en oceanografía y costas. El motivo de la llamada era preguntarle si estaría dispuesto a participar en el estudio de impacto ambiental del proyecto de regeneración de la playa de Waikiki. Clark se encargaría de estudiar los diferentes usos de la playa a través de entrevistas con sus usuarios, con el objeto de  valorar si el proyecto tendría algún impacto en sus actividades. En ese momento, Clark estaba a dos meses de retirarse del Departamento de Bomberos de Honolulu, después de treinta y tres años de servicio, y la propuesta de Sea Engineering era el tipo de trabajo de consultoría al que tenía pensado dedicarse una vez se retirase, así que aceptó la oferta.

Como primer paso, revisó la bibliografía existente con objeto de determinar qué actividades habían tenido lugar en la zona a lo largo de la historia. Una de sus fuentes de estudio fue la publicación "Sites of Oahu", escrita por Elspeth Sterling y Catherine Summers en 1962, para la editorial del Museo Bishop de Honolulu. Tras revisar del texto, le sorprendió que no había información sobre Waikiki. El prólogo explicaba el por qué: "no se proporciona información de Waikiki porque este área ha de ser objeto de un estudio individualizado". Desafortunadamente, Sterling y Summers nunca llegaron a hacerlo.

Encontró la información que buscaba dándole un pequeño giro a su investigación. Sabía que el nombre hawaiano de Gray's Beach, una de las ocho partes en las que se divide la playa de Waikiki, era Kawehewehe, así que decidió enfocar su búsqueda empleando los nombres hawaianos de los lugares. Para ello acudió a la web Ho'olaupa'i, en la que, y desde 2001, Dwayne Steele, Oswald Stender y Puakea Nogelmeier, apoyados por el filántropo Richard Dwayne "Nākila" Steele, habían ido volcando más de cien años de periódicos en hawaiano. 

Buscando "Kawehewehe", Clark se sorprendió por la cantidad de entradas que aparecieron. Mientras leía todas las referencias, descubrió que Kawehewehe no era sólo el nombre de una playa, sino también el de un bosque de cocoteros, un spot de surf, un manantial y una pequeña aldea. Realizó más búsquedas con otros nombres de lugares de la playa de Waikiki, incluidas todas sus rompientes. La cantidad de documentación que había era impresionante. Todo la información recopilada, centrada en el surf hawaiano tradicional, y especialmente en su conexión con Waikiki, fue el inicio de “Hawaiian Surfriding. Traditions for the past”, el LIBRO.

Y lo escribo en mayúsculas porque, en “Hawaiian Surfriding”, Clark cuenta la historia del surf como nunca se había hecho y como siempre debería haberse realizado (o al menos tenido en cuenta). Hasta entonces las referencias antiguas al surf se basaban, además de en los diarios de la tripulación de las expediciones del capitán Cook, en las referencias de otros exploradores, misioneros, viajeros, escritores, periodistas, historiadores..., que siempre expusieron una visión "occidentalizada" de lo que era el surf. “Hawaiian Surfriding. Traditions for the past” narra esta historia tomando como base los testimonios de los propios hawaianos que practicaban surf, y que se encontraban recogidos en los periódicos publicados en hawaiano, el primero de ellos en 1834. Estos artículos, que emplean en su narración el lenguaje y la terminología del surf tradicional hawaiano, demostraban el profundo conocimiento que los surfistas locales tenían del océano, de lo desarrollado que estaba el proceso de construcción de tablas, y de la propia práctica del surf. 

De entre toda la información recopilada por Clark, la más extensa proviene de hawaianos nativos como John Papa I'i, Samuel Kamakau, Zephrin Kepelino y David Malo, quienes en el siglo XIX documentaron extensamente la cultura de Hawaii antes de la llegada de los occidentales. Muchos de sus escritos fueron publicados, por capítulos, en los periódicos de lengua hawaiana durante el siglo XIX, y recopilados, ya en el siglo XX, gracias al trabajo de estudiosos como Mary Kawena Pukui, del Museo Bishop, que han permitido que los textos de I'i, Kamakau, Kepelino y Malo aparezcan recopilados en libros como "Fragments of Hawaiian History", de John Papa I'i; "The Works of the People of Old", de Samuel Kamakau; "Kepelino's Traditions of Hawaii", de Martha Beckwith; y "Hawaiian Antiques", de David Malo.

Además de éstas, Clark acudió entre otras a las obras de Abraham Fornander, publicadas en 1930; a "Hawaiian Romance of Lā'ieikawai", de Martha Beckwith, publicado en 1917; a la traducción de Puakea Nogelmeier de "Ka Mo'olelo o Hi'iakaikapoliopele" ("The Epic Tale of Hi'iakaikapoliopele"), publicada en 2006 por Awaiaulu Press; y a los llamados "kanikau", cánticos de luto publicados en los periódicos en hawaiano, en los que se honraba la memoria de un ser querido, y en los que era común contar la historia del difunto mediante una narración que recorría la comunidad donde vivía, repasaba los lugares que habían sido relevantes en su vida, y si la persona que murió era un surfista, referencias al surf como los nombres de playas, rompientes y manantiales donde los surfistas se enjuagaban después de surfear.

Hoy la web Ho'olaupa'i continua aumentando sus fondos, ahora con el impulso de Awaiaulu Inc. y del Bishop Museum. Ho'olaupa'i tiene una función de "búsqueda", que te permite acceder a su impresionante archivo. Se cree que, a la fecha, forman parte de los fondos de la web el 10% de los periódicos en hawaiano publicados entre 1834 y 1948.


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EL SIGNIFICADO DE KA PO'INA NALU Y HE'E NALU

En su obsesión por explorar y colonizar el Pacífico, los europeos consideraban a las islas como trozos de tierra aislados en el mar, limitados en recursos y riquezas, y al océano como un espacio que simplemente había que atravesar en el trayecto hacia el próximo descubrimiento. Esta perspectiva era totalmente la contraria a la que tenían los pueblos indígenas de la Polinesia, para los que el Océano (Moana) era una parte esencial en sus vidas. Representaba además la vía que unía las diferentes islas y pueblos, constituyéndose en su nexo de unión y en el elemento que les era común.

Junto con el Océano, el surf y la zona de rompientes "ka po'ina nalu" han jugado un papel relevante en la cultura y la sociedad polinesia durante al menos los últimos 1.000 años. De dicha relevancia fueron conscientes los occidentales desde su primer encuentro con los nativos, alabando su destreza en el mar y en las actividades de nadar, pescar, montar las olas y navegar. En la primera referencia escrita que se tiene sobre surf, datada el 28 de mayo de 1769, e incluida en los diarios de Joseph Banks, botánico del HMB Endeavour durante el primer viaje transpacífico de Cook, se contaba, en un escrito sobre la bahía de Matavai, en Tahití, lo siguiente: 

“De regreso al barco vimos a varios indios divertirse de una manera realmente sorprendente. Se encontraban en un lugar en donde la costa no estaba protegida por el arrecife, por lo que un fuerte oleaje caía sobre la orilla, en el lugar más horrible que he visto nunca: ningún barco podría haberlo soportado, y si el mejor de nuestros nadadores hubiese sido expuesto a su furia, no se podría haber salvado de ahogarse, sobre todo porque la orilla estaba cubierta de guijarros y grandes piedras. Sin embargo, en medio de estas rompientes, nadaban 10 o 12 indios que cada vez que la ola rompía cerca de ellos se sumergían bajo ella con infinita facilidad, emergiendo al otro lado; pero su principal diversión tuvo lugar en una vieja canoa sobre la que nadaban mientras la ola se elevaba; luego uno o dos la cogieron avanzando en la dirección en la que la ola rompía, desplazándose con una increíble rapidez. 

A veces eran arrastrados casi hasta tierra, pero generalmente la ola rompía sobre ellos antes de que estuvieran a mitad de camino. Entonces se daban la vuelta con la canoa en sus manos, y nadaban hacia fuera para repetir lo que acababan de hacer, como cuando nuestros jóvenes suben la colina en el parque de Greenwich sólo por el placer de rodar hacia abajo.

Nos quedamos admirando esta maravillosa escena durante media hora. Durante ese tiempo ninguno de los nativos intentó regresar a la orilla. Parecía que todos estaban muy entretenidos con su extraña diversión”.

Pero además, y para muchos nativos hawaianos, el surf ha sido la vía a través de la cual han entrado en contacto con su pasado precolonial, lo que ha dado a "he'e nalu" y a "ka po'ina naluun significado especial, al representar la parte de su cultura que sobrevivió al poder destructivo del colonialismo: "el surf ha sido parte de nuestra historia desde hace cientos de años; cuando surfeas te conectas espiritual y físicamente con todos los elementos que te rodean; es parte de ti, es algo hawaiano"David Malo, uno de los más reconocidos historiadores hawaianos del siglo XIX, describió el surf como el "deporte nacional de los hawaianos".

A través de los relatos tradicionales recuperados sobre surf, se sabe que el respeto mutuo en las olas, del mismo modo que la honestidad o la fidelidad, eran conceptos culturales muy importantes para los hawaianos. Para los surfistas antiguos, el surf, como actividad social, tenía en el respeto uno de sus principales principios. Y cuando algún surfista violaba los protocolos de respeto, su actitud, tal y como se cuenta en las historias de Malo. era respondida con tensión y rechazo.


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HUI NALU: OLAS DE RESISTENCIA



Las historias recopiladas en “Hawaiian Surfriding. Traditions for the past” de John Clark, y el análisis que aporta el libro “Waves of Resistance”, del historiador hawaiano Isaiah Helekunihi Walker, rebelan como, durante los primeros años del siglo XX, los hawaianos nativos encontraron en el surf y las olas el refugio, la autonomía y la identidad que les negaban las nuevas costumbres y leyes impuestas por los "haoles" en tierra, que les marginaban en las esferas política, social y económica de las Islas. Surgió así un movimiento de resistencia a la invasión colonial de lo que en la lengua hawaiana se llamaba "ka po'ina nalu", la zona de surf. Movimientos similares se dieron en toda la Polinesia, aunque en estos casos con el océano y la playa como lugar de autonomía, resistencia y supervivencia, y en donde todavía era posible cuestionar, y cambiar, las jerarquías y categorías coloniales impuestas en tierra.

Mientras que las élites empresariales "haole" se instalaron en el gobierno, los hawaianos, desilusionados por el devenir político en las Islas, acudieron en tropel a las olas de Waikiki. Durante las décadas siguientes al derrocamiento del reino de Hawaii, la popularidad del surf revivió en Honolulu de manos de los nativos. Muchos hawaianos encontraron en el surf la válvula de escape ante las injusticias que sufrían y la conquista política de sus tierras. Surfistas hawaianos como George Freeth, los hermanos Kahanamoku, Kaupikos, Keaweamahis, y muchos otros, popularizaron el surf entre la población local, y llevaron el deporte a nuevas cotas. El resurgimiento de “he’e nalu” fue más evidente en las comunidades situadas cerca del océano, tal y como ocurrió en Waikiki.

Sin embargo, este reino "virtual" hawaiano se vio desafiado en mayo de 1908 cuando el escritor, fotógrafo y editor, Alexander Hume Ford, fundó en Waikiki el primer club de surf, el Outrigger Canoe and Surfboard Club, con el objetivo de “desarrollar el gran deporte del surfing en Hawaii”, pero desde una visión occidental, ajena a la tradiciones propias de las Islas.

La aparición del Outrigger fue vista por muchos hawaiianos como un intento de ocupar su lugar en las olas, tal y como anteriormente había ocurrido con la tierra, y las actividades del Club Outrigger, una alineación de su propia cultura. A partir de entonces, la zona de rompiente se convirtió en una zona de enfrentamiento y rivalidad.

Como respuesta a esta situación, en 1908, un grupo de surfistas hawaianos, liderados por Duke Kahanamoku, se unieron bajo la organización Hui Nalu, “Club de las Olas” en hawaiano, el primero fundado por nativos, para enfrentarse abiertamente con sus rivales del Outrigger Canoe and Surfboard Club. En contraposición a las lujosas instalaciones del Outrigger, el Hui Nalu tenía su sede bajó un árbol hau situado frente al Hotel Moana. Durante años, la rivalidad entre el Outrigger y el Hui Nalu fue manifiesta: "el Outrigger es para los haoles y hombres de negocios del centro de la ciudad. Ni todo el dinero del mundo serviría para que alguien entre en nuestro club si no creemos que lo merece”. Mientras el Outrigger ofrecía una visión más “occidentalizada” del surf,  Hui Nalu buscaba proteger "ka po'ina nalu" (la zona de surf), garantizando la autoridad de la gente local el que era su dominio oceánico. Se revelaban también contra la teoría ”romántica”, difundida por los "haloes", de que el surf era un deporte muerto que había sido rescatado del olvido por los occidentales. La labor del Hui Nalu fue fundamental para el resurgir del surf en las Islas, pero subrayando el pasado y tradiciones propias de Hawaii.

Es en estos años cuando muchos americanos empezaron a llegar a Hawaii para disfrutar de su clima y cultura, animados por los artículos de revistas y periódicos que describían sus bondades. Entre los relatos más entusiastas, y que tuvieron mayor difusión, estuvo el de Jack London, que supuso un punto de inflexión en la difusión del surf en la sociedad americana de principios del siglo XX. Durante los primeros años del nuevo siglo, los vínculos entre turismo y surf crecieron exponencialmente. El surf se convirtió en la carta de presentación de las Islas, y los gobernantes y empresarios reconocieron rápidamente el valor que la imagen del surf tenía para sus intereses, imprimiéndose imágenes de surfistas en estampados, grabados, postales, anuncios…

La industria turística se esforzó en hacer llegar a los visitantes el mensaje de que los nativos de Hawaii eran unos anfitriones tranquilos y serviciales. Escritores locales, como Haunani-Kay Trask, criticaron y denunciaron esta táctica. En su ensayo "From a Native Daughter", Trask condenaba duramente a la industria turística, calificándola como "un proxeneta que prostituye a Hawaii, su cultura y su gente", y a su mensaje, "inventado para atraer visitantes y desacreditar la resistencia de los nativos a la industria turística". En las campañas publicitarias, que se convirtieron en la imagen de las Islas, los hombres hawaianos se volvieron casi invisibles frente a las atractivas nativas que protagonizaban los anuncios; Hollywood contribuyó también al mensaje con las denominadas películas de los "Mares del Sur", muy populares desde 1920, y en las que en filmes como "Wake of the Red Witch", "Bird of Paradise" y muchas otras, los hombres hawaianos eran representados como sumisos e incapaces frente a los héroes estadounidenses, fuertes, astutos y atractivos. Muchos interpretaron, en estas caracterizaciones, la intención, por parte del gobierno, de "mutilar" a los nativos hawaianos, volviéndolos casi invisibles, o mostrándolos como personajes insignificantes en su propia sociedad.

Fue tal el impacto de estas campañas publicitarias, que el surf pasó a ser una moda: en Hawaii cientos de “haoles“, llegados del continente, aprendían a hacer surf de la mano de surfistas locales, que solían trabajar para los hoteles, y que pasaron a ser conocidos como “Beachboys". Pero los "Beachboys" no sólo ejercían de monitores de surf, sino también como guías de la isla, socorristas, niñeras…,  adoptando roles que no se les suponían: tuvieron relaciones sexuales con mujeres blancas, administraban lucrativos negocios en las playas, golpearon a soldados estadounidenses y europeos, y dictaron lo que los "haole" podían y no podían hacer en sus olas. Y todo esto a la vista del público. Aunque los discursos racistas y las leyes estadounidenses desalentaban gran parte de este tipo de comportamientos en tierra, "ka po'ina nalu" se convirtió en el lugar en donde los locales, en particular los Beachboys, rompían regular y visiblemente las categorías sociales coloniales.
Sin embargo el impulso inicial de Hui Nalu fue diluyéndose con el tiempo. Duke Kahanamotu se convirtió en miembro honorario del Outrigger en 1917. Le seguirían otros miembros de Hui Nalu. "¿Qué paso con Hui Nalu?", le preguntó Sam Reid a Duke en 1968. "En el momento en el que se cortó nuestro árbol de hau, el símbolo que nos unía a nuestra tierra, el Club desapareció. Eso es lo que nos pasó a los hawaianos".

Los pasos iniciados por Hui Nalu fueron posteriormente seguidos por organizaciones como Save Our Surf, en la década de los 60; por surfistas como Eddie Aikau, que se convirtió en uno de los máximos responsables de la recuperación del orgullo hawaiano, al inspirar a toda una nueva generación en el orgullo de su cultura, identidad y tradiciones; y organizaciones como Hui O He'e Nalu, formada en 1976, en respuesta a la creciente industria del surf profesional que amenazaba con excluir a los surfistas locales de sus propias playas.


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SAVE OUR SURF

Save Our Surf (SOS) fue una organización formada principalmente por surfistas, creada en 1964, que tenía como objetivo proteger las olas y la costa hawaiana del desarrollo excesivo al que se veían amenazadas en aquellos años. Los líderes de esta organización, con John Kelly a la cabeza, combinaron el marxismo y el orgullo cultural hawaiano para crear un grupo que acabó siendo muy influyente, y especialmente activo, a nivel político. Sus protestas detuvieron numerosos proyectos que amenazaban playas y rompientes. Regularmente organizaban mítines y protestas ante el Capitolio del estado de Hawaii, logrando importantes cambios en la legislación medioambiental en las Islas. 

A principios de los sesenta, y aunque las Islas habían experimentado un desarrollo urbanístico importante pero descuidado, quedaban muchas cosas por hacer: la ciudad y el condado de Honolulu no tenían instalaciones de tratamiento de agua; se estaba tramitando un proyecto para dragar gran parte del lado este de Diamond Head, y emplear la arena para ampliar la playa de Waikiki, con el objetivo de atraer a un mayor número de turistas; no existía una ley que protegiese la costa; muchos agricultores nativos era expulsados ​​de sus tierra para el desarrollo de nuevos proyectos urbanísticos y de infraestructuras... 

Esta situación fue la que llevó a John Kelly a crear SOS: "Hawaii estaba en un momento crítico cuando comenzamos con las actividades de Save Our Surf a principios de la década de 1960. El proyecto de las autopistas que cruzaban la Isla, amenazaba con destruir algunas viejas comunidades que se habían mantenido durante años. Waikikí se estaba convirtiendo en una verdadera jungla de hormigón. Los valores familiares hawaianos estaban desapareciendo. Nuestros amigos surfistas eran reclutados para luchar en una guerra lejana, y llegaban a casa deprimidos, si es que sobrevivían". 

Uno de los testigos de excepción de todo el fenómeno que acompaño a SOS, fue el fotógrafo Ed Greevy. "En 1970 recibí una carta de Doug Frisk. Doug era el editor de la revista Surfing. Estaban muy interesados en conocer proyectos de tipo ambiental ante las amenazas que sufrían lugares como Dana Point y Malibu. Doug me preguntó: "¿Has escuchado hablar alguna vez de SOS? No sabía de qué me estaba hablando, pero al día siguiente, en una tienda de fotografía de Waikiki, vi un póster de los que la organización hacia a mano, en el que se anunciaba la próxima reunión de SOS en Black Point".

Greevy asistió a la que era una de las reuniones semanales de SOS, que tenían lugar todos los miércoles en la casa de Kelly. En aquella reunión se estaba organizando la que iba a ser la primera gran protesta ante el recientemente creado Capitolio del Estado de Hawaii, en el centro de Honolulu. 

Una de las cosas que más llamó la atención de Greevy fue que la mayoría de los asistentes eran adolescentes, y que todos demostraban tener conocimientos en temas muy diversos: lo mismo debatían sobre instalaciones de tratamiento de agua, como presentaban informes en los que se analizaba la proporción de personas en la playa en comparación con las que estaban en el agua, para así mostrar a las autoridades la importancia económica y cultural del surf. Uno de esos jóvenes era el abogado laboral local Wayson Chow: "yo era solo un adolescente que quería surfear, pero los propietarios de las tierras de la península de Wailupe cerraron un día el acceso a la playa. Estaba cabreado, y fui a una reunión de Save Our Surf". Como Chow, muchos otros adolescentes hawaianos se unieron a SOS, y con sus escasos medios, sus panfletos hechos a mano, pero una gran determinación, lograron crear una verdadera conciencia ambiental en la comunidad y en toda una generación. 

Semanas más tarde tuvo lugar la manifestación el el Capitolio. "Fue increíble. Nadie había visto algo así. El Capitolio se había inaugurado hacia unos pocos años y nunca había habido una gran manifestación. SOS logró reunir a casi tres mil personas, en su mayoría adolescentes. Mike Moriarty ejerció de maestro de ceremonias. Cuando se informó a la gente allí concentrada que nadie los iba a recibir, cogió el micrófono y dijo, "a la de 3, hay que gritar, saltar y hacer todo el ruido posible para que nos escuchen. ¡¡¡1, 2, 3 !!!" Durante varios minutos el ruido fue muy intenso. Los agentes de Seguridad del Capitolio se acercaron y nos dijeron: "Por favor, tenéis que parar, los trabajadores de la planta baja y el sótano creen que las paredes se van a romper. Finalmente nos recibieron".

En relativamente poco tiempo SOS pasó de unos inicios modestos, a tener una gran influencia: lograron parar el proyecto que pretendía construir tres hoteles sobre el arrecife de Ala Moana; consiguieron que se creara una zona verde de 140 acres en el barrio de Sand Island, en el lugar en donde se quería construir un polígono industrial; lograron que se aprobara una ley que prohibió la construcción de edificaciones pegadas a la costa; paralizaron el proyecto de la ampliación de la playa de Waikiki; consiguieron que se redactase un inventario estatal de rompientes, muchas de ellas en peligro... 

En 1971, Stuart Udall, Secretario de Interior del presidente John F. Kennedy, escribió un artículo sobre SOS en el periódico Honolulu Advertiser: "Los jóvenes brigadieres de Kelly toman datos, preparan informes y se reúnen con los ingenieros del gobierno y los constructores. SOS es una fuerza que hay que tener en cuenta en Hawaii, y mi opinión es que los especuladores y los funcionarios miopes serán "vencidos" por los jóvenes surfistas si continúan con sus viejas costumbres". 

Las acciones de SOS tuvieron efectos no solo ambientales, sino también culturales y sociales. Sus victorias fueron vividas por la sociedad hawaiana como verdaderos triunfos de la comunidad, y supusieron una especie de renacimiento del orgullo hawaiano, con un alcance que fue más allá de la protección de las rompientes.


 


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HUI O HE'E NALU



Hasta 1975, las olas de la North Shore había estado dominadas por surfistas hawaianos como Jeff Hakman, Larry Bertlemann, “Owl” Chapman, Rory Russell, Gerry López, Barry Kanaiaupuni, Eddie Aikau o Reno Abellira. Pero en el invierno de 1975-76, los sudafricanos Shaun y Mike Tomson, y un grupo de australianos liderados por el Wayne "Rabbit" Bartholomew, Terry Fitzgerald, Mark Richards y Michael Peterson, revolucionaron la manera de surfear Pipeline. Su estilo, lleno de agresividad, pronto fue llamado por la revista Surfer como el “backside attack”. Esta manera de atacar las olas no solo llevó a Shaun Tomson a ganar el Pipeline Masters de ese año; el también australiano Ian Crains ganaba el Duke Kahanamoku Classic en Sunset Beach, y Mark Richards, el Smirnoff de Waimea Bay y la Lancers World Cup de Haleiwa. 



Al concluir la temporada, "Rabbit" Bartholomew escribió un artículo para la revista Surfer titulado "Bustin 'Down the Door" en el que ensalzaba, de modo eufórico, el nuevo modo de encarar las olas (lo podéis leer pulsando AQUÍ). En un texto lleno de jerga surfística casi ininteligible para un lector normal, "Rabbit" Bartholomew afirmaba que las innovaciones que los australianos habían introducido en el surf durante ese invierno, frente al inmovilismo de la tradición hawaiana de los últimos mil años, darían al surf el reconocimiento que merecía ante el gran público como deporte. "El surf moderno es el ejemplo de cómo todavía se pueden expandir los límites. Esta evolución no acaba más que empezar, es todavía joven. Cuando el surf se hizo popular, hace aproximadamente unos veinte años, las maniobras que se realizaban en la ola eran bastante básicas, ya que la pura novedad de deslizarse ya era en sí mismo un gran logro".

Para los hawaianos las palabras "joven" y "básico", referidas al surf, no sólo resultaban ridículas, sino también insultantes, y fueron interpretadas por muchos como una falta de respeto no solo hacia ellos como surfistas, sino también hacia su cultura y sus antepasados. Las declaraciones de "Rabbit" Bartholomew fueron la gota que colmó el vaso de la arrogancia que los australianos habían desplegado en el agua durante el invierno anterior, y que muchos hawaianos habían sentido como una actitud que rozaba el racismo. "El problema de los australianos fue que llegaron a Hawaii y pensaron: "vamos a quitar a los hawaianos de en medio"..., porque ese es el modo en cómo han sido educados allí: nos vieron como aborígenes, y pensaron que necesariamente teníamos que estar en un nivel inferior al suyo. Creyeron que, como hombres blancos, les correspondía gobernar las olas, a lo que nosotros respondimos que eso no iba a suceder", - contaba Terry Ahue -.

Si no hubiese suficiente con el mal ambiente creado por los australianos, a principios de 1976, la International Professional Surfing (IPS) de Fred Hemmings, organización predecesora de la ASP y la actual WSL, convertió a la North Shore en la etapa más importante del tour mundial, firmando con las autoridades locales un acuerdo para la organización, en exclusiva, de varios eventos. Los campeonatos serían además televisados ​​por las tres principales cadenas de televisión americanas (la ABC, la CBS y la NBC). El acuerdo, que suponía la ocupación de varios spots durante varias semanas, ignoraba sobre manera los intereses locales y la presencia de surfistas hawaianos en las pruebas. El número de eventos, en olas como Pipeline y Sunset, pasó de 4 a 24 en sólo un año. El aumento del número de campeonatos suponía para los locales no poder entrar en esas playas mientras se celebrasen las competiciones, a menos que estuviesen inscritos. Para colmo, y antes de que comenzase la temporada, la mayor atención de los medios dio lugar a que llegasen a las Islas un número de surfistas y turistas hasta entonces nunca vistos, deseosos de vivir la "experiencia hawaiana".

En este ambiente, un grupo de no más 40 surfistas, entre los que había hawaianos nativos y no hawaianos, se reunieron en Sunset Beach para crear la organización Hui O He'e Nalu. Bajo su punto de vista lo que estaba sucediendo era insostenible. La actitud de los australianos era un atentado contra su orgullo cultural, y los acuerdos firmados por la IPS con el gobierno hawaiano suponían un golpe al control local que hasta entonces se había mantenido sobre las olas de la North Shore. Lo ocurrido fue interpretado por los Hui como un nuevo capítulo del proceso de colonialismo sufrido por las Islas en décadas pasadas, y una evidencia del interés de los empresarios extranjeros por sacar un beneficio económico del uso de las rompientes. Sentían que si no se resistían a este comercialismo creciente, la North Shore se convertiría pronto en otra ciudad superpoblada como Waikiki.

Pronto los Hui relacionaron sus acciones con algunos de los acontecimientos ocurridos a finales del siglo XIX, cuando el reino de Hawaii fue derrocado. Forzando las similitudes, uno de los miembros de los Hui, Billy Ho'ola'e Blankenfeld, definió a los directivos de la IPS como un grupo de empresarios explotadores que lo único que buscaban era su beneficio económico personal. "Era inconcebible para su modo de pensar devolver algo a la comunidad. Nos estaban robando, del mismo modo que sucedió con los misioneros, que se acabaron convirtiendo en hombres de negocios y engañaron al pueblo hawaiano". A medida que sus planteamientos y actividades se conocieron, el número de miembros y simpatizantes aumentó.

Las protestas de los Hui, que eran conocidos también como los Black Short, por sus bañadores de color negro con dos rayas, una amarilla y otra roja, comenzaron con las llamadas "sentadas de surf", que fueron especialmente frecuentes durante los años 1977 y 1978. En las "sentadas", los miembros de la organización entraban remando a la zona de competición, en donde se permanecían sentados sobre sus tablas. También organizaron limpiezas de playa, denunciando la sobreexplotación turística de la costa, organizaron campeonatos sólo para locales, y apoyaron a jóvenes surfistas sin recursos. Pero en ocasiones sus acciones concluían en actos violentos, con peleas entre haloes y hawaianos. 

Uno de estos actos violentos lo sufrió el propio "Rabbit Bartholomew" a principios de 1977. Un grupo de surfistas hawaianos atacó a Bartholomew en Sunset Beach, llegando a sumergirlo durante varios segundos bajo el agua. Ya en la orilla, le invitaron a que abandonara la North Shore y a que no volviese jamás. Se cuenta que, de modo simbólico, un local le dio una copia del libro "Hawaii" de James Michener para que entendiera las razones que les llevaban a actuar así. Aterrorizado, "Rabbit" y sus amigos se encerraron en la habitación del complejo Kuilima en el que se alojaban. Fue tal el grado de amenaza que sintieron, que se dice que durante su encierro hacían turnos de vigilancia, con una raqueta de tenis como único arma (en 1996, en unas declaraciones muy poco afortunadas que volvían a hacer referencia al pasado histórico de las Islas, el propio "Rabbit" Bartholomew dijo haberse sentido durante esos días como una especie de capitán James Cook antes de ser asesinado en la playa de Kealakekua).

"Rabbit" y Ian Cairns pasaron varias semanas encerrados, hasta que Eddie Aikua fue a visitarlos. El escrito Stuart Coleman, que estuvo presente durante la visita de Aikua, cuenta que Eddie se sentó con "Rabbit" y Cairns, y les habló de la explotación sufrida por los hawaianos a lo largo de la historia por parte de los occidentales, de la importancia del surf en su cultura, y como su actitud en las olas, y hacia los hawaianos, representaba una falta de respeto que les recordaba a episodios violentos sufridos por sus antepasados durante el siglo XIX. Tras las palabras de Eddie, "Rabbit" Bartholomew se disculpó. Eddie organizó una reunión entre los surfistas australianos y los locales. La tensión al principio era inmensa, pero las partes finalmente hicieron las paces. 

Del mismo modo que ocurrió con "Rabbit" Bartholomew y los locales, y gracias a las cesiones de unos y otros, la calma volvió también a los campeonatos de surf en 1978, tras el acuerdo entre la IPS y Hui O He'e Nalu que supuso la reducción del número de campeonatos, y que varios hawaianos entrasen a trabajar en la propia IPS como servicio de seguridad y socorrismo en todos los eventos. 

A pesar de sus logros, y de presentarse como los defensores de la libertad del pueblo hawaiano, algunos miembros de los Hui se hicieron realmente populares cuando, a mediados de los años ochenta, los periódicos Honolulu Advertiser y Honolulu Star-Bulletin siguieron el juicio contra dos miembros de los Hui arrestados por tráfico de drogas. Los periódicos los presentaron como miembros de una banda de "traficantes violentos", e incluso "terroristas". Los artículos describían sus prácticas extorsionadoras y repasaban sus episodios violentos. El propio Hemmings denunció que los empleos dados a miembros de Hui en labores de seguridad y socorrismo en los campeonatos fueron producto de las extorsiones. Hemmings identificó a Pops Aikau como el líder de la organización, y los calificó como un grupo "criminal y corrupto". En 2009, el New York Times asemejaba a los Hui a una "mafia de las olas", y daba a conocer a un nuevo grupo, si cabe más violento, denominados los "Wolfpack", con Kala Alexander como cara más visible.


La difusión de la imagen de los Hui como "grupo violento" fue interpretaba por muchos como un nuevo intento de socavar la resistencia hawaiana y preservar el status quo donde los haole dominaban y los hawaianos eran marginados. Aunque estas etiquetas limitaron al éxito de los Hui, la realidad es que la propia organización también utilizó estos estereotipos a su favor para lograr sus objetivos. La etiqueta "terrorista" ayudó y frenó a los Hui.

A nivel de competición, y tras sus acciones de presión, muchos de los acuerdos alcanzados en 1978 entre la IPS y los Hui continúan estando en vigor en los eventos de la WSL que tienen lugar en Hawaii. Algunos de ellos, recogidos en el Rule Book del circuito, tienen especial valor simbólico para los hawaianos. Este es el caso del artículo 3.01 que dice: "el número de eventos del circuito CT se limita a 13 por año, con un número limitado de eventos por país a decisión de la WSL. Tahití, Reunión, Hawaii y otros lugares, son reconocidos por la WSL, para esta cuestión, como países" (el artículo 3.01 es especialmente relevante en el plano político, porque reconoce a Hawaii, aunque sea solo en el mundo del surf (un mundo especialmente relevante para los hawaianos), como una nación independiente de los EE.UU.).

El resto de normas buscan reducir la duración de los campeonatos que tienen lugar en las Islas, y asegurar una presencia relevante en estos eventos de surfistas hawaianos. Repasamos algunas de ellas:

-Salvo en las pruebas del circuito CT, todos los eventos que tienen lugar en Hawaii no se desarrollan bajo el formato "men to men", debiendo todas las mangas, incluida la final, estar formada por cuatro surfistas. En las pruebas del circuito CT las primeras mangas se celebrarán con el formato de doble pico.

-La duración de los eventos, independientemente del periodo de espera, se reduce a 3 o 4 días según los permisos que se logren de las autoridades locales (he leído incluso que nunca habrá competición en domingo). 

-Cuando un evento se programe para celebrarse en 3 días, el formato será el de 96 o 112 personas. Cuando se programe en 4 días, el formato será el de 128 personas.

-En los eventos QS de formato 96 personas (no aplica a los QS 10000), la lista de inscritos seguirá el siguiente orden: 16 surfistas locales, y resto de competidores según el artículo 45.01 del Rule Book. En los eventos QS de formato superior a 96 personas, el criterio de selección será el fijado por la WSL (lo deja abierto a negociación, pero lo normal es que los eventos QS, de menor rango que los 10000, duren 3 días y el formato sea el de 96 personas).

-En los QS 10000 que se celebren en Hawaii, la lista de inscritos seguirá el siguiente orden: en la ronda de 64, los 22 primeros del ranking CT, los 6 primeros del QS y 4 wildcards.


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EDDIE AIKUA



Uno de los adolescentes que acompañaron a John Kelly en las acciones de SOS era Eddie Aikua. A través de Kelly, Aikua conoció algunos de los capítulos más tristes de la historia de Hawaii, y tomó conciencia de las penalidades por las que había pasado sus antepasados desde la llegada de los misioneros europeos a principios del siglo XIX. Lo contado por Kelly contradecía la historia de una anexión libre de conflictos que les habían enseñado en la escuela, y daba de pronto sentido a muchas de las cosas que ocurrían en las Islas, y que mostraban un presente sombrío: las consecuencias sin evaluar que podrían tener las pruebas de armas nucleares del ejército de los EE. UU. en la isla de Kaho'olawe; como las plantaciones masivas de caña de azúcar y piña, habían reemplazado a la agricultura sostenible propia de las Islas, y estaban poniendo en peligro el suministro de agua dulce...; el desarrollo urbanístico y de infraestructuras sin control que amenaza con destruir lugares claves de la cultura de las Islas... Poco a poco Eddie fue tomando conciencia de cómo Hawaii se estaba transformado en América, dando la espalda a su pasado y a los intereses de su población nativa.



Cuando Eddie ganó el Duke Kahanamoku Classic en 1977, cumplía el que había sido uno de los sueños de su vida. Duke era el héroe de Eddie. Para ambos, el surf era una expresión de su identidad cultural, y una forma de ganarse el respeto en la sociedad hawaiana. "Cogiendo esas olas, no trataba de arriesgar su vida o desafiar la muerte", le dijo la esposa de Eddie, Linda, al periodista Stuart Coleman. "Ganar el Duke fue para él una forma de sentirse digno. Quería lograrlo para los hawaianos".

Aunque existen similitudes entre las trayectorias vitales de Eddie y Duke, la vida de Eddie fuera del surf tuvo un enfoque más anticolonial, participando activamente en el movimiento que, en la década de los 70, propulsó el renacer de la cultura hawaiana. En 1977, uno de los símbolos más visibles de ese movimiento cultural y político era "Hōkūle'a" ("estrella de la alegría" en hawaiano), una canoa de doble casco de sesenta y dos pies y ocho toneladas de peso, construida a la manera de los antiguas embarcaciones polinesias.

Como principales impulsores del proyecto estaban el antropólogo Ben Finney, el artista hawaiano Herb Kane, y Tommy Holmes. Antes de "Hōkūle'a", la mayoría de los historiadores y antropólogos afirmaban que los polinesios habían llegado navegando a Hawaii de modo accidental. Esta teoría se basaba en la creencia de que los antiguos polinesios no tenían conocimientos suficientes en navegación como para haber hecho estos viajes intencionadamente. Para rebatir esta idea, Finney, Kane y Holmes fundaron, en 1973, la Polynesian Voyaging Society, y comenzaron la construcción de un barco que probaría que los polinesios, hace más de 1.500 años, y probablemente desde Tahití y las Marquesas, habían llegado hasta Hawaii, navegando las 2.500 millas de distancia que los separaban de las islas, sin la ayuda de accesorios de metal, ni brújula, ni sextante.

En 1975 se concluyó la construcción de "Hōkūle'a", y en 1976 realizó su primer viaje desde Hawaii a Tahití empleando sólo técnicas de navegación tradicionales. Algunos de los tripulantes de "Hōkūle'a" eran reconocidos surfistas hawaianos, muchos de ellos miembros fundadores de Hui O He'e Nalu. "El haber logrado con éxito seguir la ruta desde Rarotonga (en las Islas Cook) hasta Aotearoa (es el nombre maorí de Nueva Zelanda), y entre Hawaii y Tahití, demuestra que, ésta y otras rutas que comunicaban pueblos polinesios separados por miles de millas, eran posibles de ser abordardas con las canoas y los métodos tradicionales de navegación polinesios", escribió Ben Finney tras el primer viaje.

En 1978 Eddie Aikau se convirtió en miembro de la tripulación de "Hōkūle'a" en el segundo de los viajes a Tahití. Aikau fue seleccionado como miembro de la tripulación debido a su profundo conocimiento del océano y a que estaba reconocido como uno de los mejores socorristas del mundo. El día en que debía de iniciarse la singladura, el capitán Dave Lyman y el navegante Nainoa Thompson dudaron en partir ante una previsión meteorológica que anunciaba vientos de 35 millas por hora y olas de entre 8 y 10 pies. Pero 10.000 espectadores se habían reunido para celebrar la salida, por lo que al atardecer del 16 de marzo de 1978, "Hōkūle'a"  tomó rumbo a Tahití  a través del Canal de Kealaikahiki. 

Durante la noche "Hōkūle'a" tuvo que hacer frente a olas de quince pies. La embarcación comenzó a escorarse debido a una vía de agua. La tripulación asustada, se juntó a un lado de la nave con la idea de equilibrar la escora del barco con su propio peso. Pero alrededor de la medianoche, una ola enorme volcó la canoa, y arrojó a la tripulación al agua, destruyendo la radio. La tripulación se aferró a la canoa. Su esperanza era que algún avión los avistase, pero el viento y las olas los alejaban de las Islas. Olas enormes continuaron golpeando al barco. Los miembros de la tripulación menos expertos estaban mareados y exhaustos. Eddie pidió permiso al capitán para coger su tabla de surf y recorrer los 20 kilómetros que los separaban de tierra para pedir ayuda. El capitán Lyman se negó en un primer momento, hasta que, al no ver ninguna otra opción de rescate, le dio permiso a Eddie para irse.

Nainoa Thompson recuerda la imagen de Eddie poniéndose un chaleco salvavidas antes de partir, "después se fue remando. Nadé hacia él. No me gustaba nada la idea, pero estábamos cansados y desesperados. Emocionalmente fue un momento terrible. Pero él era un hombre milagroso: podía hacer cualquier cosa. Si el decía que podría ir hasta Lāna'i, todos sabíamos que lo lograría, que iría. El gesto de Eddie tuvo para todos un significado muy profundo. Eddie no solo intentó rescatar a la tripulación de Hokule'a , sino también el simbolismo y la dignidad que representaba el barco, que se había convertido en el orgullo de su gente".

La tripulación fue rescatada por un buque de la Guardia Costera. El cuerpo de Eddie nunca se encontró. 

Hoy su legado se conmemora en el Eddie Aikau Big Wave Invitational. El campeonato se celebra en la bahía de Waimea, en donde Eddie trabajó muchos años como socorrista. Los participantes son elegidos por miembros de la familia Aikau, y para que tenga lugar, las olas han de superar los 6 metros. En la primera edición, en 1985, las olas eran especialmente grandes. Ante las dudas de lanzar el campeonato, Mark Foo insistió en entrar al agua, diciéndoles a los organizadores la famosa frase: "Eddie would go"

Durante sus nueve años como socorrista en la North Shore, Eddie intervino en más de 500 rescates. Nadie murió durante sus guardias. 

3 comentarios:

  1. Akojonante esta entrada! Muy interesante...

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  2. Ostras! Que buena recopilacion de información. Da gusto leer algo con rigor y sustancia.

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