16.9.18

El mar que nos rodea.


Gracias a la perseverancia de mis padres, que estuvieron a su búsqueda durante varios meses, este verano estoy disfrutando con la lectura de "El mar que nos rodea" de Rachel L. Carson. Y es que no ha sido fácil hacerse con él. El libro está descatalogado (la última edición es de 2007), y ni en las librerías, ni en internet, hay manera de conseguirlo. La edición que me han regalado es de 1980, de Grijalbo, la primera que se editó en España.

“El mar que nos rodea” fue publicado originalmente en 1951, y en él Carson nos propone un viaje fascinantes por todos los aspectos vinculados con el mar, desde su constitución en los albores de la Tierra, a cómo desde ellos surgió la vida, desvelándonos de una manera sencilla, en ocasiones casi poética, pero siempre manteniendo el rigor científico, las maravillas y la delicadeza que éstos encierran. Con esta obra ganó el National Book Award en 1952, lo que no sólo lo convirtió en un best-seller que permaneció durante treinta y una semanas en el número uno de los libros de prosa más vendidos según el New York Times, sino que ayudó a difundir el mensaje sobre la necesidad de preservar los océanos y la vida en todas sus formas.

Al concedérsele el National Book Award, Rachel Carson declaró: “los vientos, el mar y las mareas son lo que son. Si hay maravilla, belleza y majestuosidad en ellos, la ciencia descubrirá estas cualidades. Si no las hay, la ciencia no puede crearlas. Si hay poesía en mi libro, no es porque yo la ponga, sino porque nadie podría escribir con veracidad sobre el mar y dejar fuera su poesía.”

Aunque sé que en los próximos meses volveré de nuevo sobre él, reproduzco cuatro párrafos del capítulo que justo estoy leyendo ahora, y la frase final del libro, que reflejan el sentimiento del libro.

"Casi todas las costas del mundo son visitas periódicamente por violentos temporales, pero hay algunas que apenas han conocido el mar tranquilo. "¡No hay en todo el mundo una costa más terrible que ésta!", exclamó lord Bryce refiriéndose a la Tierra del Fuego, cuando las olas tronaban sobre la costa con un estruendo que, según ha sido comprobado, puede oírse a 300 kilómetros tierra adentro en una noche tranquila. "La vista de una costa así - escribió Darwin en su diario - basta para que un hombre de tierra adentro sueñe durante una semana con muertes, peligros y naufragios".

"En los terribles temporales que suelen producirse cuatro o cinco veces cada año, se borran los límites entre el aire y el agua, los objetos más próximos desaparecen en la lluvia pulverizada, y todo parece envuelto en un humo o vapor espeso; sobre la costa abierta, el mar se levanta por todos lados, y, rompiendo contra las costas rocosas, se eleva en espuma hasta muchos metros derramándose con estrépito sobre la tierra".

"El primer hombre de ciencia que midió la fuerza de una ola del océano fue Thomas Stevenson, que inventó un instrumento llamado dinamómetro de oleaje con el que estudió las olas que azotaban la costa de su país, Escocia. Halló que en los temporales de invierno la fuerza de una ola puede llegar a ser de hasta 30.500 kilos por metro cuadrado. Quizás fueron olas de esta energía las que destruyeron el rompeolas de Wick, en la costa de Escocia, durante un temporal en diciembre de 1872. El extremo del rompeolas de Wick estaba construido por un bloque de granito que pesaba más de 800 toneladas, unido sólidamente con abrazaderas de hierro a los bloques de piedra de los cimientos. Cuando este temporal invernal llegó a su mayor violencia, el ingeniero encargado de la vigilancia e inspección de los muelles, que contemplaba la embestida de las olas desde un punto del acantilado que estaba sobre el rompeolas, vio con el asombro de sus ojos incrédulos que la masa entera de cemento giraba hasta que por último era arrancada de sus cimientos, levantada y depositada al otro lado del rompeolas. Las olas habían roto, desprendido, levantado y movido en peso una masa de no menos de 1.350 toneladas. Cinco años más tarde se puso en claro que esto no había sido más que un ensayo, porque el nuevo rompeolas, que pesaba unas 2.600 toneladas, fue arrancado de la misma manera".


“En su significación más amplia, el concepto de los antiguos se mantiene en pie. El mar se extiende a nuestro alrededor y nos envuelve enteramente; está cruzado por las líneas comerciales de todos los países. Los vientos que corren sobre tierras y continentes son hijos de su inmensidad y tratan de morir en ella. [...] En su pasado misterioso se esconden los oscuros orígenes de la vida y, al final, recibe, acaso después de muchas transmutaciones, los despojos que esta vida dejó. En último término, todo vuelve al mar: al Oceanus u Oceanus fluvius, el río Océano, que como el correr eterno del tiempo fluye sin cesar, sin principio y sin fin.”

2 comentarios:

  1. Promete ser una lectura apasionante. Quizá los surferos y los marinos tengamos algo en común, cierta manera de entender y apreciar la mar, algo que es una rareza en un país que siempre ha vivido de espaldas al mar.

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  2. Hola Jesús!
    Tomo buena nota de libro. Preciosas como de costumbre las fotos.
    Saludos!

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