6.4.09

HISTORIAS. Cantabria llega a Galicia



“En el verano del año 1978 mi hijo Juan me encargó recibir y mostrar las olas a unos chicos que venían del País Vasco. Yo los fui a buscar a la Croa.

Cuando llegamos Matilde y yo estaban allí esperándonos sentados. Se quedaron con nosotros en casa, en una tienda de campaña que les dejamos, unos 15 días. Surfearon olas maravillosas en Doniños todos los días, eran muy buenos, surfistas de verdad. Venían en un Citroën dos caballos. Recuerdo que nos ayudaron a apagar un incendio aquí al lado de casa. ¡Cómo trabajaron ayudándonos a vencer a las llamas! Uno era Pedro Beraza, otro Solana y del resto no me acuerdo de sus nombres. Pedro me enseñó a trabajar con la resina y con lo aprendido conseguí arreglar aquella primera tabla que mi hijo había traído del País Vasco y que había partido.

Yo les hacía caldo gallego – dice Matilde con voz fuerte. Les encantaba. Uno de ellos se sentaba con las piernas cruzadas en el suelo a hacer yoga, y como yo no sabía lo que estaba haciendo, llegué incluso a pensar que se encontraba mal. Me quede pasmada cuando sus amigos me dijeron que estaba en trance. ¡Mucho les gustaba el caldo gallego!. No bebían alcohol, sólo leche; tampoco comían carne. Recuerdo que les pregunté si eran hippies”.

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