Hubo una vez que el océano cubrió el mundo ... era la mañana de la tierra.
La tierra es el único planeta del sistema solar con mares y océanos. La tierra es el planeta del agua. Casi un 75% de su superficie es agua: los casquetes polares son masas cristalizadas de agua, el agua atraviesa la tierra, y bajo su superficie fluye por todas partes.
El agua de los océanos está en constante movimiento. La superficie que ocupa es tan grande que permite que la energía cósmica se transforme en movimiento, en corrientes oceánicas que se mueven a una media de 8 km por hora y redistribuyen energía calorífica, influyendo por tanto en el clima del planeta. El proceso es simple a la vez que complicado. Las tormentas y el viento generan las olas. La fricción de la atmósfera con la superficie del agua forma pequeñas ondulaciones. Estas ondulaciones generan el oleaje que a través de los mares y océanos aumenta su tamaño. Una vez creadas, las olas avanzan implacablemente hasta alcanzar tierra firme, donde liberan la energía acumulada del viento contra los límites del mar: las playas y los acantilados.
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