25.9.10

HISTORIAS. De viaje por cuadrante Las Planas (2ª parada).


¿Qué habrá sido de los Gandiaga Rivas?

Superada la 1ª parada, y cómodamente instalado en las vacaciones, hoy me he levantado temprano y salgo pronto de casa dispuesto a realizar la 2ª de las etapas de mi “viaje literario”.

El día está despejado, y me gustaría llegar a mi destino pronto para aprovechar la luz de la mañana y sacar algunas fotos.

Cuando llego y hago el primer disparo, me acuerdo que ayer por la noche olvidé cargar la batería de la cámara. ¡Qué desastre! Menos mal que traje también la cámara acuática.


Esta era la segunda vez que visitaba la casa. Bueno, mas que la casa, la finca en la que se levanta, ya que nunca he llegado a estar dentro del edificio. La vez anterior había ido a visitar a un carpintero que tenía su taller en uno de los bajos que hay en el patio. Un pequeño garaje lleno de madera y herramientas en lo que me imagino que en su día deberieron de ser los establos y garajes de los carruajes de los dueños. La propietarios, no sé si los actuales, le han puesto de nombre a la finca “Priorato”, … Tal vez en el pasado, y tras buscar en el diccionario los diferentes significados de esta palabra, la casa pudo haber estado habitada por unos monjes Benedictinos y gobernada por un prior, ...; tal vez fue la casa de un rico comerciante. De las dos posibilidades me parece más creíble esta última, sobre todo porque no encuentro ningún signo religioso que me haga pensar en monjes.

Con el paso de los años la casa parece haber perdido parte de su protagonismo. Parte de la ensenada que antiguamente dominaba se ha rellenado, y por delante y por detrás se han construido edificios que le hacen muy poca justicia. Desde fuera parece que la casa principal está deshabitada, de hecho parece que está en reformas. A parte de sus dimensiones y galerias, ¿cuántas habitaciones habrá en su interior?, lo que más me llama la atención es el impresionante lucernario con el que se corona el tejado, y desde el que debe de haber unas vistas excepcionales de buena parte de la Ría. La luz que entra a través de él, seguro que ilumina todo el interior con una agradable luz natural.

Tras dar una vuelta por la zona, observo que alguna de las otras casas que hay podrían ajustarse perfectamente a la descripción del libro, pero para mí esta es sin duda la de los Gandiaga Rivas. Al menos así lo imagine mientras leía el libro. Mientras voy pensando en esto, me pregunto, ¿y qué habrá sido de ellos?

“La casa familiar de los Gandiaga Rivas en Ferrol (…) era una construcción de finales del siglo XIX; sótano, bodega, dos plantas y las buhardillas, además de un amplio jardín donde media docena de esbeltos magnolias y dos palmeras redondeaban el aire señorial de la residencia. Miraba a la ría desde un pequeño altozano y pertenecía a la familia de mi madre desde 1890, pocos años después de que mi bisabuelo, Manuel Mandiaga, llegara a Ferrol proviniente de Bilbao y se casara con mi bisabuela, Apolonia Rivas. La edificó un indiano que murió sin descendencia y con muchas deudas. La casa salió a subasta y los Gandiaga Rivas no desaprovecharon la ocasion”.

-Cuadrante Las Planas, de Willy Uribe.

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