Hoy volviendo de Coruña nos cruzamos circulando a toda mecha por la autopista con un 600. Y enseguida me acordé de las fotos que hace algunos años le hice a uno que descansaba en un bajo. El pobre, a pesar del polvo acumulado, mantenía intacta su personalidad y expresión, deseando que alguien lo volviese a sacar a la carretera.
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