5.4.11

HISTORIAS. Una ventana que nunca deberíamos haber abierto.


Hace ya unos días que se celebró el Día Internacional del Agua. Y hoy me he vuelto a acordar de esa fecha por una noticia que me ha dejado alarmado, preocupado, y unos cuantos adjetivos más. Y que menos se podría esperar tras leer declaraciones como éstas:

"Tenemos que admitir que ha habido un error de juicio en la promoción de la política de energía nuclear del país".

"Fukushima nos pone en un terreno desconocido".

"¿Qué efectos generará? Contaminación en unos grados que no podremos explicar hasta dentro de algunos años".

"No hay que caer en alarmismos, pero se abre una ventana que nunca vimos abierta antes".

"Se empieza a jugar con un margen de riesgo que se desconoce".

No sólo se desconoce cual será el efecto del vertido de más de 10.000 toneladas de agua radioactiva al mar, sino que posiblemente nunca lo sabremos. Posiblemente tampoco será el último. Y entonces pienso, aunque pueda sonar alarmista, en que los océanos desconocen de fronteras, y con ellos, los peces y demás especies que habitan en él. Y reflexiono sobre el poder sanador del agua, pero también en su capacidad como medio de transmisión de enfermedades y plagas. La situación actual entorno a la central no sólo es una ventana que nunca hemos visto abierta, sino también una ventana que nunca deberíamos haber abierto. 

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