Esta ha sido la primera vez que he ido a Salinas. Me habían hablado, y había leído, maravillas del Festival, y cuando tantas opiniones coinciden, es que sólo puede ser verdad todo lo que se dice.
Pero de vuelta a casa y para alguien como yo, que lo visitaba por primera vez, la experiencia si bien buena, no llegó a las cuotas de increíble e inolvidable. Tal vez mis expectativas fuesen muy altas, pero he de reconocer que me quedé con esa sensación, y con la certeza de que la culpa había sido mía. ¿Y qué fue lo que me perdí? Pues lo comprendí cuando nos íbamos. y vi a varios amigos, por su aspecto veteranos festivaleros, despidiéndose hasta la edición del próximo año. Por encima de la competición, de los conciertos, ..., la verdadera experiencia del Festival la constituye la oportunidad de encuentro, de puesta en común y convivencia, que representa, vivencia que parece ser más intensa en función del número de ediciones compartidas. De hecho mis momentos para el recuerdo son aquellos en los que me encontré con gente que hacía años que no veía, o en los que conocí a otros. Con ambos me gustaría haber podido charlar más tiempo.
Posiblemente este año, y debido a nuestra corta estancia, no nos dio tiempo a relajarnos y disfrutar realmente del Festival. Tal vez el próximo año, con más calma y tranquilidad, lleguemos a increíble.
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