El viernes fue un día espectacular de olas. Por la mañana, y a pesar de la visión intimidatoria que tuvimos al ver las olas romper desde el canal, nos atrevimos a entrar en San Jorge. Esas no son las condiciones en las que me siento más cómodo, pero con el traje puesto, y empujados por la corriente, ya no había vuelta atrás. El metro y medio del principio, con series más grandes cada 40 minutos, se convirtió, en menos de hora y media, en olas realmente serias, cada vez más grandes, y que llegaban a la playa en un menor intervalo de tiempo. Al final el mar nos acabó expulsando a todos. En mi caso, y en la tercera serie seguida que me cogió, entendí que ya era suficiente. Tuve suerte y pude salir con una.
Por la tarde subió un poco el viento, y aún más el mar. Un viento terral, sin ser demasiado intenso, alzaba las crestas de las olas y las mantenía, en lo más alto, hasta casi lo imposible.
A pesar del frío, me quedé en la playa esperando a la puesta. Justo cuando el sol se comenzó a poner, el mar paró de repente. Me temí que la foto por la que había estado esperando ya no se iba a producir, hasta que de pronto una de las series grandes se marcó al fondo, llegando a la playa justo en el momento en el que el sol se ponía en el horizonte. Justo a tiempo.
¡¡¡Oh meu Deus!!! Pedazo fotazas Chus! Impresionante espectáculo. Abrazotes, JJ
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