13.10.15

HISTORIAS. Biarritz (parte 1). 12 années.


















Estuvimos en Biarritz hace 12 años, aunque el motivo de aquel viaje fue muy distinto al de ahora. Era finales de 2003, y había transcurrido un año desde el hundimiento del Prestige. En Surfrider Foundation (yo era la antena local en Galicia por aquel entonces) tenían mucho interés en que acudiésemos a la Asamblea General para que les contásemos nuestra vivencias durante la catástrofe, y participásemos en el debate que se había abierto sobre el papel que organizaciones como Surfrider debían jugar en situaciones de este tipo. Para mí, participar en la Asamblea General y poder contar mi experiencia personal, a viva voz, y sin las presiones que había entonces aquí por decir determinadas cosas en público, fue como una especie de liberación. Creo que mi exposición resultó emocionante, porque recuerdo perfectamente los aplausos del final, y las muestras de cariño y apreció que recibí de muchas personas a las que no conocía de nada y que se habían acercado a escucharme. 

Aquel viaje fue una pequeña locura. La Asamblea se celebraba en diciembre y coincidía con el puente de la Constitución. Decidimos ir en tren, pensando que así tendríamos un viaje más descansado, pero el trayecto fue una tortura. Además de que el viaje se hizo interminable, tuvimos que esperar más de tres horas, de madrugada, y con temperaturas bajo cero, en la estación de Burgos. Llegamos a Biarritz al día siguiente tras más de 17 horas de viaje. 

Íbamos a estar en Biarritz solo dos días. Nuestro amigo Bosco nos buscó un alojamiento muy bien situado e hizo de perfecto anfitrión. Él y Mana, su mujer, nos dieron un recorrido express por toda la costa. De entre todo lo que vimos recuerdo perfectamente Parlementia, aunque sin olas, las formaciones rocosas de Lafitenia, Chambre d'amour, Les Cavaliers, la playa de Puerto Viejo, ..., el modo en cómo se vivía en contacto con el mar, y la sensación de comunidad que se sentía aunque mucha gente parecía venir de lugares muy diversos. Todo nos encantó.

La vuelta en tren comenzó también de modo caótico. Teníamos solo media hora de margen entre la llegada del tren Biarritz-Hendaya, y la salida del que nos llevaría hasta Valladolid (allí cogeríamos un nuevo tren con rumbo a Ferrol). Esperando en la estación, escuchamos por megafonía que nuestro tren venía con retraso porque había habido desprendimientos en la vía. Hablamos con el Jefe de Estación, pero éste no supo decirnos cuando iba a tardar en llegar, ni si en Irún nos esperarían para salir. Había que buscar una solución, y entonces decidimos coger un taxi. Al taxista le explicamos nuestras prisas, por lo que emprendió una carrera contra el reloj por la autopista para llegar a tiempo. No sé a cuanto puso el coche, pero superamos con mucho los límites de velocidad. Llegamos a la estación de Irún 3 minutos antes de la hora programada para la salida. Como el taxista sabía que íbamos con prisa, y que no le íbamos a discutir el precio de la carrera, nos cobró 60 €. Entramos en la estación, y mientras corríamos con nuestras mochilas por los andenes, escuchamos como a través de la megafonía anunciaban que, debido a desprendimientos en la vía, se retrasaba la salida de nuestro tren a la espera de los pasajeros que llegarían en él, entre ellos, nosotros, aunque ya estábamos allí.

Llegamos a Ferrol a las 8:30 de la mañana, y a las 9 ya estaba en la oficina. Había sido un viaje corto pero intenso. Prometimos que volveríamos.

2 comentarios:

  1. JA, JA, JA... qué andanzas... Pero los viajes sin problemas, son excursiones. Un buen viaje tiene que tener esas anécdotas... si no pasan a ser excursiones que caen en el olvido

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    1. Después de aquello me prometí en no volver a viajar en tren en mucho tiempo; y eso que es el medio de transporte más eficiente y seguro. Recuerdo que le pusimos una reclamación a Renfe por el retraso y por habernos dejado tirados en Burgos, y nos contestaron con un vale de 15 € para un próximo viaje. Aquel vale caducó.

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