Llevaba dos semanas surfeando sólo con la tabla corta, por lo que ya tenía ganas de coger el long. Sin embargo, las opciones no eran muchas para ese día. El mar estaba grande para las playas habituales a las que vamos con esa dirección de viento, y no teníamos muchas horas de sol por delante. Decidimos probar en un sitio en el que las condiciones teóricamente idóneas eran las contrarias a las que había aquella tarde. Por intentarlo, no se perdía nada.
Cuando entramos nos encontramos con un señor en la orilla que estaba paseando a su perro. Nos miró con cara de extrañeza: "¿a dónde irán estos dos a estas horas?", parecía preguntarse. La verdad es que por un momento yo también lo pensé: con los pies ya en el agua, y echando un vistazo al mar desde la orilla, no se veía romper nada que tuviese la forma de una ola definida.
Remé hacia el fondo. Tal vez desde dentro se vería más claro. Pero la remada no aclaró mucho las cosas. Me senté sobre la tabla, me giré hacia atrás, y con las manos, le pregunté a Super hacia dónde ir: ¿derecha o izquierda?. Su gesto confirmó la dirección de la que habíamos hablado antes de entrar.
Sin haber visto romper una ola, llevado por la corriente, cogí la primera. No fue gran cosa, pero parecía tener la suficiente consistencia cómo para no haber sido una casualidad. Mientras remontaba, entró la primera serie decente.
Remé hacia el fondo. Tal vez desde dentro se vería más claro. Pero la remada no aclaró mucho las cosas. Me senté sobre la tabla, me giré hacia atrás, y con las manos, le pregunté a Super hacia dónde ir: ¿derecha o izquierda?. Su gesto confirmó la dirección de la que habíamos hablado antes de entrar.
Sin haber visto romper una ola, llevado por la corriente, cogí la primera. No fue gran cosa, pero parecía tener la suficiente consistencia cómo para no haber sido una casualidad. Mientras remontaba, entró la primera serie decente.
Las fotos no hacen justicia al baño: parece que estuvo mejor de que lo que fue en realidad, pero tal vez por inesperado, por coger aquellas olas rodeados de árboles, se disfrutó mucho más. Estuvimos en el agua todo lo que pudimos, ya que cada vez rompía mejor, pero la falta de luz nos indicó que era momento de volver a la orilla. Al día siguiente regresaríamos a coger esas olas otra vez.
Que tal Jesús!
ResponderEliminarDesde luego que esos baños con los que no cuentas sientan estupendamente.
En cuanto a la luz, no se que tiene ese momento en el que va a menos pero es especial. Muy guapas las fotos.
Saludos!