Me considero una persona optimista, aunque he de reconocer que para algunos temas mi sentimiento no siempre es ese. Uno de los temas con los que soy pesimista es con la conservación de los espacios naturales. Basta con pensar, por ejemplo, en lo ocurrido hace unos meses en Brasil para imaginarse un presente y un futuro poco halagüeños. Pero tampoco hay que irse tan lejos para ver las cosas negras: ¿cómo se puede explicar lo sucedido en Asturias en la última semana? Por eso, y cuando el otro día Miguel me trajo esta postal a la oficina, a parte de la sorpresa, sentí una gran alegría.
La imagen, tomada en el año 1930, muestra la laguna de Doniños y buena parte de la playa, y de ella me llaman la atención varias cosas. La primera, la vegetación que cubre las laderas de Monteventoso, en donde parece que no hay ni un solo árbol entre la densa capa de monte bajo. También que en Penencia no había casas. Pero sobre me fijé en el punto por dónde desembocaba el lago, en el centro de la playa, muy lejos del lugar en donde lo hace ahora. Aunque la foto se centra en la tierra, si nos fijamos en el mar, podemos ver una serie de olas muy marcadas, seguramente peraltadas por la arena depositada a los márgenes de la desembocadura. Líneas que se adentran mucho en el mar, y que me hacen pensar en largas derechas e izquierdas rompiendo en el medio de la playa aquel día. Desconozco cómo fue la evolución para que el río llegase al mar por donde lo hace ahora, pero en algún momento el cordón durar cerró la salida de las aguas interiores por esa zona, obligando al río a buscar su actual desembocadura. Tal vez la fotografía muestra una situación que fue excepcional, creada por un temporal especialmente fuerte que rompió el cordón dunar en el centro de la playa. Una anomalía. A saber.
La imagen, tomada en el año 1930, muestra la laguna de Doniños y buena parte de la playa, y de ella me llaman la atención varias cosas. La primera, la vegetación que cubre las laderas de Monteventoso, en donde parece que no hay ni un solo árbol entre la densa capa de monte bajo. También que en Penencia no había casas. Pero sobre me fijé en el punto por dónde desembocaba el lago, en el centro de la playa, muy lejos del lugar en donde lo hace ahora. Aunque la foto se centra en la tierra, si nos fijamos en el mar, podemos ver una serie de olas muy marcadas, seguramente peraltadas por la arena depositada a los márgenes de la desembocadura. Líneas que se adentran mucho en el mar, y que me hacen pensar en largas derechas e izquierdas rompiendo en el medio de la playa aquel día. Desconozco cómo fue la evolución para que el río llegase al mar por donde lo hace ahora, pero en algún momento el cordón durar cerró la salida de las aguas interiores por esa zona, obligando al río a buscar su actual desembocadura. Tal vez la fotografía muestra una situación que fue excepcional, creada por un temporal especialmente fuerte que rompió el cordón dunar en el centro de la playa. Una anomalía. A saber.
Pero el motivo de mi alegría estaba en la vegetación de las dunas. Y no precisamente porque el estado que muestra la fotografía sea bueno, con grandes áreas casi totalmente desnudas. Sino porque la situación actual, con prácticamente toda la superficie cubierta por un manto verde, contrasta en positivo con la de 1930. A la vista de la imagen, y en estos 85 años, parece que las cosas no han evolucionado mal del todo en el espacio dunar de Doniños.
Cada certo tempo, invirto unhas horas da miña vida en ler o que escribes. Sígote, dende hai anos, no silencio. E coñecinte nunha limpeza de praia nese mesmo lugar, sen saber que eras ti ata que vín no teu blogue que me tiraras dúas fotos. Coñecinvos a ti e á preciosa moza de pelo curto da que subes moitas fotos que supoño é a túa parella. A miña cadela de augas perseguíate, encántanlle as camaras, lembro que a túa moza a acariciou. Encantáchedesme e a vosa maxia fixo que aínda me encantase máis este blogue.
ResponderEliminarNunca volo dixen, nunca escribín, pero hoxe, que despois de semanas sen lervos, lín esto esta mañá, e me acosto co desacougo e coa casualidade de ver as fotos da Croa queimada, e o ecosistema dunar debastado como non pasara en 85 anos, hoxe tiña a obriga de escribirbos para sacarvos un sorriso. E que ti, que defendes con gracia a natureza sen dicir moitas palabras, fotografando e amosando o máis fermoso da comarca, non te desmorones hoxe, porque están ardendo as dunas, porque hai uns cantos que son moi malos e fan moito ruído, pero nós, NÓS SOMOS MÁIS.
E ademáis de ser máis, temos connosco ás pingas de choiva, as moras das silveiras, aos esquíos que voan entre os pinos, e as ondas do mar.
Con isto, quero dicir, que a pesar do lume e do desastre, e a pesar do odio ao ser humano que provocou algo así, non perdas o optimismo co que comezas este texto, co que escribes sempre e co que disparas cada foto. Para mín este blogue sempre resultou un espazo de coñecemento, de bo rollo, e sen dúbida de esperanza.
ResponderEliminarUnha aperta virtual desta lectora.
Moitas grazas Mariola polas túas verbas. Onte pola noite non pudimos ver ata onde chegou o lume, xa que estaba moi oscuro, pero polo visto coa linterna o que quemouse parece que foi sobre todo monte baixo. Pola dirección do vento creo que as dunas non se viron afectadas. Gustaríame pensar que foi un accidente: algunha colilla mal apagada dalgún dos moitos paseantes que houbo onte. Se non, non lle encontro o senso.
EliminarHoxe pola tarde, despois do traballo, poderei ver o que resultou afectado, que espero que sexa o que supongo, e pouco.
Moitas grazas de novo polas túas fermosas verbas.
Unha forte aperta.