No estaban nada claras las opciones sobre dónde surfear el fin de semana. Pero fiándonos de las previsiones, y de los pequeños cambios que los partes anunciaban con respecto a la que sería la tónica de estos días, decidimos madrugar y dirigirnos hacia el Norte.
Cuando llegamos, y a lo lejos, las condiciones no estaban claras, pero ya que habíamos llegado hasta allí, había que ir al agua y verlo de cerca.
Cuando bajamos hasta la playa el viento aún soplaba con algo de fuerza, pero las olas rompían ordenadas. Pronto pararía.
El agua no parecía estar especialmente fría, aunque al poco de entrar tuvimos que acelerar la remada para atravesar la corriente que lleva el agua del río al mar, y que estos días baja más fría de lo normal por las lluvias y el tiempo gélido de las semanas pasadas. El viento también soplaba frío, sobre todo en las rachas que de vez en cuando entraban directamente desde el mar. Pero con el cuerpo aún caliente de la caminata, y con las olas que veíamos romper, pronto nos olvidamos del frío. La luz era también muy buena, sobre todo en los ratos en los que asomaba el sol, así que entre ola y ola podría sacar alguna foto, en un lugar que además, y por su entorno, es especialmente agradecido.
Tras dos horas en el agua, la rompiente fue perdiendo fuerza, sobre todo en las secciones más abiertas. Las series tardaban también más en entrar, lo que unido a que el viento volvía a levantarse, hizo que cada vez nos costase más mantener el calor del cuerpo. Era momento de salir.
Volvimos por el interior, atravesando la sierra de A Faladoira. Me hubiese gustado pararme a hacer alguna foto, pero el frío en el alto, aunque sin nieve era intenso.
Cuando bajamos hasta la playa el viento aún soplaba con algo de fuerza, pero las olas rompían ordenadas. Pronto pararía.
El agua no parecía estar especialmente fría, aunque al poco de entrar tuvimos que acelerar la remada para atravesar la corriente que lleva el agua del río al mar, y que estos días baja más fría de lo normal por las lluvias y el tiempo gélido de las semanas pasadas. El viento también soplaba frío, sobre todo en las rachas que de vez en cuando entraban directamente desde el mar. Pero con el cuerpo aún caliente de la caminata, y con las olas que veíamos romper, pronto nos olvidamos del frío. La luz era también muy buena, sobre todo en los ratos en los que asomaba el sol, así que entre ola y ola podría sacar alguna foto, en un lugar que además, y por su entorno, es especialmente agradecido.
Tras dos horas en el agua, la rompiente fue perdiendo fuerza, sobre todo en las secciones más abiertas. Las series tardaban también más en entrar, lo que unido a que el viento volvía a levantarse, hizo que cada vez nos costase más mantener el calor del cuerpo. Era momento de salir.
Volvimos por el interior, atravesando la sierra de A Faladoira. Me hubiese gustado pararme a hacer alguna foto, pero el frío en el alto, aunque sin nieve era intenso.
Teñen boa pinta. Eu me fun a san xurxo hoxe, ainda que esta moi raro
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