9.4.16

HISTORIAS. Un viaje marcado por las nubes.



















Cuando uno piensa en pasar unos días en cualquiera de las Islas Canarias, la imagen que le viene a la mente es sin duda la de playa, sol y olas. Y aunque se vaya por motivos de trabajo, siempre se espera que haya un momento en el que al menos uno pueda darse un baño, y más cuando por aquí aún no parece que haya empezado la primavera.

Las posibilidades de partida eran pocas. De hecho casi todas se reducían a la tarde del primer día. Pero el "tiempo libre" comenzó a reducirse cuando el avión se disponía a aterrizar en el aeropuerto de Tenerife Norte, también conocido como el de "Los Rodeos", por el nombre del lugar en el que se ubica. El comandante nos explicó, en un tono muy calmado, que debido a la escasa visibilidad en la ruta de aproximación a las pistas, íbamos a estar dando vueltas esperando a ver si se despejaba la niebla. Pero tras tres rodeos al Teide, el vuelo se desvió al aeropuerto de Tenerife Sur, con lo que entre el retraso por la espera, y el trasladado hasta el Norte, la noche se nos echó encima.

Esta situación, que después nos dirían "sólo se da tres o cuatro veces al año", al parecer es bastante habitual. Tanto que ha dado a que exista una leyenda sobre la decisión de ubicar el aeropuerto en ese lugar, alimentada posiblemente por la misma pregunta que yo me hacía: ¿cómo se les ocurrió poner un aeropuerto allí?. De hecho se dice que "Los Rodeos" es uno de los aeropuertos más temidos por los pilotos.

Situado en un alto, a 600 metros sobre el nivel del mar, las condiciones meteorológicas en el aeropuerto están determinadas por la geografía de su entorno, dominada por una cadena de montañas que se eleva hacia el interior de la isla, y los vientos dominantes. Estos dos factores, unidos a la cercanía del mar, hacen que sobre sus pistas exista una "nube permanente", que cuando está más baja, hace que los pilotos, en su aproximación, no tengan visión sobre el lugar en el que han de aterrizar. Esta escasa visibilidad, unida a los vientos racheados laterales que suelen ser habituales, y a unas pistas de longitud no demasiado extensa, hacen del aeropuerto de Tenerife Norte uno de los más complicados. El hecho de que en 1977 sucediese en sus pistas el accidente más grave hasta ahora ocurrido en la aviación civil, ha incrementado sin duda su mala fama, que acumula 14 accidentes aéreos y 951 víctimas (el último accidente grave ocurrió en 1980).

La decisión de construir un aeropuerto comercial en Tenerife se tomó en los años 20 del siglo XX, a petición de la compañía aérea Lufthansa, con la intención de comunicar Berlín con las Islas Canarias, y potenciar los vuelos transoceánicos, en los cuales la situación de las islas, en medio del atlántico, resultaba estratégica como punto de avituallamiento intermedio. La leyenda cuenta que el técnico encargado del estudio para encontrar la mejor ubicación, recogió en una serie de planos varias posibles localizaciones, una de las cuales, la de Los Rodeos, se marcó con una gran X en rojo. Antes de concluir su estudio, el técnico falleció, sin dejar escritas sus conclusiones. Años más tarde, cuando se llevó a cabo el proyecto, las personas encargadas se basaron en esos planos en la toma de decisiones, e interpretaron la X marcada en rojo como el lugar elegido. Lo que dice la leyenda es que en realidad aquella marca indicaba el sitio en dónde el aeropuerto nunca debería ser construido.

Sin embargo, tal y como he podido leer, esta historia no es cierta. De lo que estoy seguro es que, con los criterios actuales, nunca se hubiese construido un aeropuerto en ese lugar. De hecho, y en el momento de redacción del proyecto, ya se reconocía una operatividad del 75%, tal vez admisible hace 100 años. Podéis leer la verdadera historia sobre la elección de la ubicación del aeropuerto de Los Rodeos, pulsando AQUÍ y AQUÍ.

Y si el vuelo de ida protagonizó nuestra llegada, el de vuelta se adueñó de nuestro regreso. Tras dos días en la isla, las condiciones meteorológicas no habían variado, Seguía lloviendo, y Los Rodeos continuaba cubierto por una densa nube. ¿Despegaría nuestro avión o tendríamos que ir hasta el Sur?. Cuando llegamos a nuestra puerta de embarque, y vimos que el avión no estaba, nos imaginamos lo peor. Pero pasados 10 minutos de la hora prevista para el inicio del embarque, llegó la tripulación. 10 minutos más tarde lo hacía el avión. Salimos con 40 minutos de retraso, el margen que teníamos con el enlace que habíamos de coger en Barcelona. Confié que durante el vuelo se recuperase parte del retraso, y así fue: las puertas del avión se abrieron 12 minutos antes de la salida de nuestro siguiente vuelo. Salí corriendo del avión. En nada adelanté a los italianos, que en mi misma situación, corrían para no perder el vuelo que los llevaría hasta Pisa. 32 puertas nos separaban de nuestra meta: ellos tenían la 52; yo la 51. Empecé con fuerza, pero pronto vi que entre puertas había unos 60 metros. A ese ritmo me iba a costar llegar al final, así que dosifiqué. Cuando llegué a mi puerta de embarque el avión aún estaba allí. Me identifiqué, y el personal de la compañía aérea intentó hablar con el piloto: comunicaba. Lo volvieron a llamar, y seguía comunicando. Una de ellas se acercó andando hasta la puerta del avión. Mientras esperaba vi pasar a los italianos, también corriendo. ¿Tendrían ellos más suerte que yo? Al minuto, me confirmaban que las puertas del avión estaban cerradas, y que lo había perdido. Me tocaba quedarme a dormir en Barcelona.

Al día siguiente, y ya sin incidencias, aterrizaba en Coruña. 26 horas después de la salida, llegaba a casa.

4 comentarios:

  1. Hace tres fines de semana volé al norte y hacia el mismo frío que en Santiago!! Es de coña que pusieran ese aeropuerto allí con esas condiciones geográficas tan especiales

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    1. Eso era lo que pensaba cuando subíamos en el bus a coger el vuelo de vuelta, y poco a poco nos íbamos introduciendo más y más en la niebla a medida que ascendíamos. Parecía que íbamos a cualquier otro sitio menos a un aeropuerto.

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  2. El accidente de los Rodeos de 1977 es el de mayor número de víctimas de la historia de la aviación. Creo que a raíz de él se acordó implantar controladores para dedicarse específicamente al tráfico rodante por las pistas.

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    1. En ocasiones los accidentes suceden porque de pronto surge una situación que hasta entonces nunca se había previsto, y suelen dan lugar (es muy común en la aviación) a adelantos y la introducción de medidas de los que ahora nos beneficiamos todos. La pena es que no se hubiese previsto antes y haberlos evitado. El accidente de 1977 fue un cúmulo de "malas suertes" y "malas decisiones", unido a las condiciones particulares del lugar.

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