Hace unos días terminé un "regalo" para unos amigos que ya acumulaba un año de retraso. Para este tipo de proyectos nunca preparo nada, y dejo que las cosas ocurran, esperando que lo que tiene que suceder pase simplemente ante ti (no basta con que simplemente ocurra, también lo tengo que capturar, pero esa es parte de la gracia). De todo lo que creo haber visto, y por tanto grabado, normalmente me quedo con una sensación que suele ser el inicio de una idea, basada normalmente en el ambiente de aquel momento.
Pasados unos meses, y antes de comenzar a editar, me impuse un camino que a medida que avanzaba veía que no acababa de encajar. No suele marcarme este tipo de imposiciones, pero en esta ocasión lo hice. Con casi todo terminado entonces decidí volver a empezar de cero, con la firme decisión de dejarme llevar por la que había sido mi idea original y lo que las imágenes me decían. De ahí llegué al fondo adecuado, y sin prácticamente hacer nada, todo cuadró de repente.
Una semana después empecé a leer "Atrapa el pez dorado" de David Lynch. De pocos libros me esperaba tan poco y me han aportado tanto. En una semana decisiva creo que hasta lo habré leído unas tres veces. Y si me ha gustado tanto es no sólo porque coincida con el autor en algunas ideas, sino también por las vías y conceptos que deja abiertos. Así que tanto si os gustan sus películas, como no, os recomiendo su lectura.
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