Como nosotros son muchos los que están de paso en Biarritz. En una ciudad en la que buena parte de su actividad está orientada al turismo, pocos son los lugares en los que uno siente compartir el modo de vida de la gente del lugar. Uno de ellos puede que sea el marcado de Les Halles. Otro sin duda es la playa de Puerto Viejo.
De todas las de Biarritz, la de Port Vieux es la más pequeña. Encajada entre rocas, solo tiene 70 metros de ancho. Su arena es especialmente gruesa, lo que hace que sus aguas sean muy transparentes, sobre todo los días en los que el mar está en calma. Debe su nombre a que la playa fue, hasta el siglo XIX, el antiguo puerto ballenero de Biarritz, antes de que se construyese el puerto actual, al otro lado de la Atalaya. Sus bordes están hoy urbanizados prácticamente en su totalidad, aunque de un modo que se integra bastante bien con los usos y el ambiente que se vive en ella.
Aunque algunos de los que estén allí sean turistas, es fácil identificar a los "habituales". Muchos de ellos cumplen un rito diario: aletas en mano, y gorro de baño en la cabeza, entran al agua a nadar casi hasta las rocas de la Virgen, a unas cuantas decenas de metros mar adentro. Da igual el día del año o la temperatura exterior, nunca fallan. Otros, tostados por el sol, pasan la tarde sobre sus toallas comentando las noticias de actualidad, el tiempo para los próximos días (del cual parecen estar muy al tanto), o discutir sobre temas como las propiedades del cacao para adelgazar, .... Todos se conocen, y todos se saludan con efusividad, en una especie de canto a la buena vida y la alegría de vivir. Definitivamente la playa del Puerto Viejo, es uno de esos lugares en los que ocurren cosas. Te puedes encontrar a Lee Ann Curren con su madre, observar a los turistas más variopintos acercarse al mar, ver a los futuros socorristas de Biarritz aprendiendo a disfrutar del océano, ...
Esto último fue una de las cosas que más me gustó de todo el viaje: el modo en cómo un montón de chavales de Biarritz se familiarizaban con el mar, en una actividad que mezcla ejercicio físico, solidaridad, compromiso social y amor por el océano. La tradición por el socorrismo en Biarritz es relativamente antigua. Los baños de mar, populares desde el siglo XIX, hicieron que fuesen muchos los que se acercasen al océano, aunque muy poco conocían sus peligros. Los muchos ahogamientos y rescates, llevaron a varios biarrots, muchos de ellos antiguos marinos, a crear las primeras sociedades de salvamento. De las germinales Guides-Baigneurs y Société de Sauvetage, en 1836 se creó la "Société Humaine" fundada para cuidar por la seguridad de los baños marinos. Pronto esta organización ganó prestigio entre la sociedad de Biarritz, manteniendo su actividad, bajo diferentes nombres, hasta la actualidad. Esta función la ejerce hoy la Biarritz Sauvetage Cotier.
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