13.2.18

Campelo.


"Un día, a la vuelta de un viaje hasta Pantín en busca de olas", -me contaba Fernando Adarraga, "Jose Queimarán me llevó hasta una playa que había conocido gracias a Rufino, y a la en ocasiones  iban a pescar. Creía que en un día como aquel, de escaso mar y viento nordeste, allí podía haber olas.

Cuando llegamos a la playa, tras bajar la cuesta en la que termina la carretera, el mar estaba plato, pero la vista era impresionante, con toda la costa de Ponzos, Santa Comba y Cabo Prior ante nosotros.

Pasados unos meses, en otro viaje a Ferrol para coger olas, cuando llegamos a Doniños el mar estaba muy pequeño, así que ante la perspectiva de un día de playa normal, me acordé de la playa que Jose me había enseñado. Sin pensárnoslo dos veces, Merche y yo cogimos el coche para pasar el día en aquella playa preciosa que me había parecido Campelo y que ella no conocía.

Cuando llegamos, además de las fabulosas vistas, estaba rompiendo una izquierda pequeña pero perfecta. Casi sin creérmelo cogí la tabla y me lancé a disfrutar de aquellas maravillosas olas. 

Pasados unos días, y de vuelta a Coruña tras haber pasado el día en Campelo, nos acercamos hasta la casa que Carlos Bremón tenía alquilada en Balón para enseñarle las fotos que Merche había sacado en aquella playa. Volvimos juntos al día siguiente, y las olas rompían aún mejor que en los días anteriores.

Después de aquella primera semana volvimos otras muchas veces. Además de las olas, recuerdo especialmente la sensación de tranquilidad y soledad que reinaba siempre en toda la playa. Muchas veces ya no regresábamos a Coruña, y nos quedábamos a dormir en el aparcamiento de la playa. Salvo una noche en la que nuestra soledad fue interrumpida por una pareja de la Guardia Civil, durante aquel verano Campelo fue para nosotros tranquilidad y buenas olas".

No hay comentarios:

Publicar un comentario