30.3.09

HISTORIAS. Juan Abeledo.


Juan Abeledo se enamoró del surf hace más de treinta años, cuando rondaba los sesenta, en una época en la que ver a alguien deslizándose sobre las olas de Doniños era todo un acontecimiento, y mucho más si ese “alguien”, como le ocurría a él, peinaba canas y se acercaba a la edad de la jubilación.


Un buen día su hijo apareció en casa con una tabla de surf y Juan no se lo pensó dos veces. “Tan pronto como la vi le dije: ¡Yo también quiero una para mí! Y él me dijo: ¿Pero papá, quieres surfear a tus sesenta años?. Hijo, si sabes de una tabla, cómpramela”. A los pocos días la petición dio sus frutos. Su hijo le regaló una preciosa tabla azul y amarilla, a la cual Juan le pintó una gaviota en la proa para bautizarla.

Pasados los 90, Juan ya no surfea –lo hizo con devoción durante tres lustros, de los 60 a los 75- pero acaricia un deseo, y se confiesa: “Espero que antes de que me muera, allá por el 2018, la ciencia avance lo suficiente como para rejuvenecer mi cuerpo y poder surfear algún año más”.

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