La inspiración, ese algo que lo mismo que viene se va.
Hay días en que la mente parecen fluir como un río cargado con agua. Días en los que el bolígrafo coge ritmo y las hojas del blog de notas se cubren a gran velocidad con historias que, tras leerlas, casi le asombran a uno de habérsele ocurrido. Entrar en ese estado le deja a uno con una agradable sensación, y tal vez sea el principal motivo por el que se le coja gusto a escribir, o a cualquier otra forma de crear algo, bien sea música, pintura, ...
En cambio hay otros días, en que nada pasa, y en los que incluso las historias guardadas en la libreta para situaciones así parecen carecer de interés.
Así que mientras no llega la inspiración, no queda otra que esperar a que la misma haga acto de presencia, ...
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