31.8.11

SURFISTAS. Juan Chedas.



Juan Chedas, o el hombre tras la "Concentración de Veteranos del Surf" que se organiza este fin de semana en la playa de Doniños.

Esta año se celebra la segunda edición, y que mejor para resumir lo que el encuentro puede dar de si que la crónica escrita por Antón Bruquetas, y publicada en La Voz, el año pasado. Como novedad este año, las charlas, imágenes, homenajes, recuerdos, ..., tendrán también su continuidad en el agua.

Y como complemento perfecto a esta entrada, a continuación la entrevista efectuada a Juan Chedas hace ya algunos meses, cuyas palabras nos llevan a aquellos años.


En el año 1975, con 17 años, Juan Chedas se inició en la práctica del motocross. Su sitio favorito para entrenar se encontraba en Doniños, en el circuito que había entre el actual paseo y la carretera por la que se accede hoy a Outeiro. Se dedicó más o menos en serio al motocross durante 6 años. 


Un día entrenando en el circuito de Doniños en el año 1977, Juan vio que en Outeiro había lo que a él le parecieron unos buceadores con unas “planchas” encima de un coche. Cogió la moto y se acercó hasta allí a ver qué estaban haciendo. “Cuando llegué al “Quente” me aproximé al grupo. Recuerdo que allí estaban Carlos Bremón, Juan Abeledo hijo, un asturiano que se llamaba Javier (Javier Cueto) y otras dos o tres personas de Coruña, creo que entre ellas Vari Caramés y Jose “Queimarán”. Cuando llegué hasta ellos no pude reprimirme y les pregunté sobre lo que iban a hacer con aquellas planchas. Tras charlar un rato los acompañé a la orilla hasta que se metieron en el agua y empezaron a coger olas. Era la primera vez que veía hacer surf. También en aquella época daban en televisión una serie de detectives que se llamaba Hawai Cinco Cero en la que pude ver las primeras imágenes de surf en televisión, aunque esta vez en aguas del Pacífico. Tenía que probar como fuese ese nuevo deporte, y para ello lo primero era lograr hacerme con una tabla. Tras varias semanas de búsqueda encontré un tablón verde en una tienda de deportes que se llamaba Yachtland y que estaba en la Carretera de Castilla en Ferrol. Era una tienda especializada en productos náuticos y tablas de windsurf. Tenían además también alguna tabla de surf. En cuanto la vi me la compré”.


En el año 1979, cuando ya llevaba dos años surfeando, y gracias al trabajo que Juan tenía en el taller de motos Cobelo, se entera a través de un cliente que se vende una caseta en Penencia, situada más o menos donde hoy se monta la caseta de socorrismo en verano. Los dueños tenían en ella un bar. La compró y tras reformarla la dedicó al mismo fin. Sin embargo el verdadero objetivo de la compra era el de tener en la playa un lugar en el que guardar la tabla y no tener que estar siempre con ella de un lado para otro. “Me acuerdo que la compré en Semana Santa un día que soplaba un nordeste muy fuerte. Ese mismo día la empecé a arreglar con vistas a poder abrir el bar cuando empezase el verano. Le puse de nombre Pukas, como la marca de tablas, y a ambos lados del nombre le pinte los rayos de las Lightning Bolt, en aquellos años algo así como el símbolo, el icono, de los surfistas. Estando allí en Penencia fue cuando conocí a los Montalvo, Fernando y Keko, y los Couto, Nano, Luis y Javier. A Chiri y Vicente Couto los conocía ya de mi época del motocross”.


Más o menos en ese mismo año conoció también a los Antón, José Luis, Alberto, Jorge y Fernando. “En un día de verano, estando yo en la caseta de Penencia, vi que había gente haciendo surf en Outeiro, así que cogí mi tabla y me fui andando por la orilla hasta allí. De camino me encontré a los Antón, que al verme con la tabla se interesaron por quién era y de dónde venía. Ellos que ya llevaban varios años haciendo surf, no sabían de mí, y de que en la otra esquina de la playa, se hacía también surf. Desde ese momento entablamos una gran amistad, y Penencia pasó a ser nuestro lugar de encuentro. Muchas veces lo que hacíamos era ir en coche hasta Penencia, para luego acercarnos hasta Outeiro andando por la playa. En el bar podíamos guardar las tablas cuando volvíamos a Ferrol y teníamos un sitio donde cambiarnos y dejar nuestras cosas. En esa época descubrimos la playa de Lume Bóo, a donde íbamos los días que había pocas olas. Yo, que era el mayor de todos ellos, los recogía en Ferrol y los llevaba hasta la playa en mi coche o en una furgoneta que pertenecía a un negocio familiar”.


Mi familia tenía una carnicería en el mercado y yo a veces les ayudaba en el reparto de la carne. Recuerdo que iba a la tienda de bicicletas Roca, y allí me daban unos trozos grandes y gruesos de cartón sobre los que colocábamos las piezas de carne. Yo siempre me mostraba especialmente dispuesto a ayudar en la carnicería, aunque mi objetivo real era otro: poder disponer de la furgoneta en la que se hacía el reparto para irme a la playa con mis amigos a hacer surf. Normalmente cuando terminaba el reparto recogía a Jorge Antón y nos íbamos para Penencia, pero a veces la impaciencia hacía que me fuese a la playa antes de terminar con mi trabajo, por lo que cargábamos en la furgoneta las tablas sobre piezas de ternera congelada de cien kilos”.


“El disponer de la furgoneta los fines de semana era una maravilla. Recuerdo que llegamos a ir en ella hasta 20 personas, cargados con cinco o seis tablas. La furgoneta era una pequeña Mercedes. Con ella empezamos a ir a otros sitios y conocer otras playas. Había más mundo que Outeiro y Penencia por descubrir”.


Tras dos años en Penencia Juan se traslada a otra caseta en Outeiro. “Me enteré que en Outeiro se vendía una caseta. Allí había mejores olas, así que no lo dudé. Se la compré a un tal Puñal, que había sido socorrista varios años, por setenta y cinco mil pesetas en el año 82. Estuve en Outeiro 4 años, hasta que vendí la caseta por el mismo precio en el año 1986”.


En el Outeiro había otras veinte casetas como la suya. De entre todos los habitantes de las casetas tan sólo él y los Abeledo practicaban surf. “Mi caseta estaba cerca de la fuente. Juan y yo éramos prácticamente los únicos que nos pasábamos allí todo el verano. El resto iban sobre todo los fines de semanas para juntarse con las familias. Durante algunos años, sobre todo durante semana, se podía decir que la playa era nuestra. Llegar a la playa no era tan fácil como hoy. El bus te dejaba en el cruce de la carretera de San Jorge, y si venías en coche tenías que bajar por un camino de piedras hasta la playa. Eso sin duda ayudaba a que no viniese tanta gente a la playa como hoy”.


“En mi caseta siempre nos juntábamos un montón de gente. Entre el resto de los vecinos nuestro grupo no estaba muy bien visto, y no sólo por las fiestas que montábamos. Venían muchos surfistas de Coruña, y con ellos sus novias. Existía una gran diferencia entre la mentalidad de mis amigos, propia de gente joven y liberal, y la del resto de mis vecinos, que se escandalizaban cuando mis amigas hacían top-less. El franquismo aún estaba muy fresco y muchas ideas y costumbres aún permanecían muy vivas”.


“En aquellos años abro primero el Ranx Xerox, y después el Estudio 68”.


Dentro de nuestro grupo me llamaban el “Orilleiro”, ya que cuando cogía una ola la intentaba exprimir hasta la orilla. En Penencia a mí me gustaba mucho coger las olas que se formaban en la orilla, pues aunque más cortas, tenían más fuerza que las de Outeiro o las que rompían más atrás. Normalmente acababa revolcado y con arena hasta las cejas, pero era muy divertido. Un día en un revolcón, la tabla me golpeó la cara y me partió un diente. Yo con 20 años y desdentado. Aún recuerdo la desesperación con la que buscaba el diente en la orilla, mientras mis amigos se partían de la risa.

De entre todos los días de surf me acuerdo de un día de olas especialmente grandes en Doniños. El primero en entrar al agua fue Fernando Adarraga. Después nos metimos yo y alguno más. Tuvimos que entrar por las rocas, ya que resultaba imposible hacerlo por el canal. Creo que fueron las olas más grandes que he cogido en Doniños. Recuerdo otro día también en San Jorge. Nunca había estado en el agua con tanto tamaño. Ese día recuerdo haber pasado realmente miedo. Javier Couto tuvo que salir como pudo por el acantilado”.

Ante la falta de material, Juan fue de las primeras personas que se lanzó a su comercialización en Galicia. En sus viajes siempre intentaba volver con el coche lleno de trajes, inventos, parafina, camisetas, ..., que luego vendía a sus amigos a precios razonables. “Tengo un especial recuerdo de Nuno, el portugués. Este año estuvo de speaker en Pantín, y por lo que he oído está reconocido como unos de los mejores speakers del mundo, sino el mejor. Él venía a Galicia a vender los trajes que distribuía de la marca Aleeda. Siempre que venía por aquí se quedaba a dormir en mi casa. Yo le compraba varios trajes que después vendía entre la gente de aquí. Los trajes se vendían entre 18.000 y 20.000 pesetas. También traía de Portugal los inventos Pipeline”.

En aquellos viajes se mezclaba las ganas de surfear con el interés por descubrir aquellos lugares que sólo conocía por su nombre. “Desde pequeño he tenido siempre una especial inquietud por conocer y aprender cosas. En el año 1981 me compré un Jeep y pensé que la mejor manera de probarlo era llevármelo al desierto, así que decidí irme a Marruecos. Aprovechando las vacaciones que podía disfrutar por los pubs, cogí el Jeep, y dos tablas de surf, y bajé por toda la costa de Portugal hasta Ceuta junto con Ramón Cobelo, que era también muy viajero y aventurero como yo. Allí cruzamos el estrecho y bajamos hasta Casablanca. La verdad es que no recuerdo muy bien el nombre de los sitios en que sufeé. El viaje duró al final tres meses. Las dos tablas de surf que llevé las vendí allí”.
  
En 1988 Juan abre la primera tienda de surf de Santiago, a la que puso el nombre de Yuyuba. Tras esta experiencia empresarial Juan inició otras muchas más. Reabrió su pub Pukas, pero esta vez en San Vicente del Mar en Pontevedra, y se sumergió en el mundo de la cría y cuidado de los animales, en especial de caballos y perros.

9 comentarios:

  1. Muy bonitas historias, gracias por compartirlas.

    Néstor.

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  2. Gracias por dedicar tu tiempo a los goces y placeres que la vida que como surfistas tanto nos enseña y apasiona... XELTER YOU can always learn.

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  3. Genial post. Muy interesante, sigue así!

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  4. Te importa que descargue un par de fotos de los recuerdos de mi veraneo en Doniños?

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  5. No hay ningún problema. Son todo tuyas.

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  6. Cuando compraste la caseta a Puñal(nunca fue Socorrista) la tuviste dos años y no cuatro.Lo que los vecinos de las otras casetas erais mal vistos, lo cuentas como si fuerais unos "adelantados" ¿Conoces de algo o sabes quien eran los vecinos a quien te refieres?de seguro que no,pero mola escribirlo (si los conocieras No creo que lo escrivieras )(Consultalo a alguien que sepa )que os quedabais solos,puro cuento,los de las casetas hechaban todo el verano en ellas con sus familias.Habia familias en las casetas que sus padres o hijos eran tan pineros de Doniños como lo pueden ser los que tu cuentas Aveledo y Matilde (informate),

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    1. Totalmente de acuerdo. En las casetas de doniños las familias pasaban el verano entero. Los que no teniamos casetas ibamos a la fuente a beber o a la ducha de la "play de las huevas" ( asi la llamabamos nosotros,) La ducha no era más que un caño de agua dulce en donde nos duchabamos los asiduos a doniños.
      Yo a los surfistas los recuerdo como algo extraordinario, sobre todo a los hermanos Anton y tambien a Alejandro Nores, en su moto ossa de pie, por el antiguo camino ,
      La carretera asfaltada llegaba sólo hasta el campo de tiro......
      un saludo AdF

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  7. Si a alguno de los que leen estos comentarios les interesa saber algo o'mas sobre verdaderos pioneros de Doniños que lo publiquen(si lo permien)y yo que algo o'bastante se podria informaros(tambien con permiso)sin tantas batallitas.Un saludo

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  8. Considero que no hay lugar a la polémica (sobre todo si esta además se establece entre anónimos). La historia cada uno la recuerda a su manera y pasado un tiempo es difícil a veces precisar determinadas datos. De hecho algunos no han sido contrastados ya considero que carecen de la importancia suficiente. Las entrevistas recogen los testimonios de los protagonistas (evidentemente hay otros, y estaría encantado de contactar con ellos) tal y como ellos me lo han contado.

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