HISTORIAS. As Fragas.

Una de las excursiones que teníamos pensado para este año era la de remontar el Eume en la dorna de Eloy hasta donde el calado del río nos permitiese llegar. Me imagino que no sería muy lejos, pero al menos si lo suficiente para adentrarnos un poco en las Fragas, y llegar a tener la sensación de vernos rodeados por sus barrancos de más de 300 metros de altura y su vegetación. 

Y es que es inevitable no sentirse atraído por lugares así. Para colmo a todas las fragas les rodea un cierto misterio que las hace aún más interesantes. Posiblemente esta idea venga determinada en mi caso por la lectura en el colegio de "El bosque animado", la novela de Wenceslao Fernández-Flores que se desarrolla en la Fraga de Cecebre. Pero la realidad es que el bosque en nuestra cultura está lleno de leyendas y misterios. Y es que no podría ser de otra manera en un espacio que se caracteriza por una vegetación que crece desordenada y con fuerza, en el que los carballos, los castaños y los "feixos" dominan el paisaje, en donde innumerables insectos, aves y mamíferos habitan, y como dicen muchas leyendas, en donde más de un espíritu campa a sus anchas en forma de ánima o reencarnado en una lagartija. 

A pesar de lo acontecido el pasado fin de semana en las Fragas do Eume, sé que iremos igual, aunque el paisaje que vayamos a observar ya no sea el de un bosque frondoso. Desgraciadamente en Galicia parece que estamos abocados a las desgracias ecológicas. Cuando no es en el mar con las mareas negras, es en el monte con los incendios. Éstos curiosamente suelen ocurrir en los lugares más señalados y de mayor valor: en lo que llevamos de año han ardido el Caurel, la Serra do Xures, y este fin de semana las Fragas do Eume.

La buena noticia hoy es que al parecer el daño no ha sido tan grande como se esperaba, y que las partes más valiosas de las Fragas han resistido bastante bien a la acción del fuego. Sin embargo acontecimientos como éste deberían obligarnos a replantearnos el uso y aprovechamiento que se está realizando sobre el monte gallego, y la necesidad de pensar en nuevas medidas que incentiven la protección y conservación de estos espacios protegidos, y el desarrollo en ellos de actividades económicas que den valor al monte y que permiten compatibilizar su conservación con su explotación.