Jose.- La visión que se tenía sobre el surf y los
surfistas a finales de los setenta estaba un poco distorsionada. De hecho creo
que hasta bien entrados los años ochenta, la gente en general no asumió lo que
era el surf y el hecho de que se trataba de una actividad más de las que se
podía desarrollar en el mar. Recuerdo perfectamente nuestros esfuerzos para
explicarle a la gente que en Galicia sí había olas, y que evidentemente se
podía hacer surf. Cuando hablaba del tema en la facultad, en Santiago, incluso
cuando ya trabajaba en Pescanova donde se suponía que la gente estaría más
vinculada al mar, no me creían.
Vicente.- Otro ejemplo era que la gente no sabía ponerle
nombre a aquello que llevábamos atado encima del coche. Recuerdo que mis
compañeros del trabajo le llamaban “el patín”. Por mucho que les explicase que
se trataba de una tabla de surf, ellos volvían una y otra vez a la idea de “el
patín”.
Jose.- Hay que entender que en aquella época se daba en
Galicia la paradoja de que, a pesar de vivir tan cerca del mar, la gente solo
iba a la playa en verano, y además a playas recogidas, por ejemplo Samil o El Vao. Tal vez por ello no se tenía la percepción de que hubiese olas, salvo que
frecuentases la playa en otoño o en invierno. Hasta mediados de los ochenta, y
hasta que comenzó a aumentar el número de surfistas en Vigo, Coruña y Ferrol,
realmente no existió una consciencia colectiva de que aquí se podía hacer surf.
Vicente.- Además el significado que entonces tenía el mar en
Galicia no es el de hoy en día, en el que ya se le reconocen valores vinculados
con el deporte o el ocio. Cuando nosotros empezamos a hacer surf, el mar
significaba trabajo en los astilleros, riesgo en la pesca, muerte en la marina
de guerra, …, no era una cosa para disfrutar. En el pensamiento colectivo la
idea era que del mar había que alejarse. Por ponerte un ejemplo. Teníamos una
tía, Araceli, que era de Ferrol, y cuando se enteró de que íbamos a hacer surf
a Doniños, nos advirtió muy seriamente del peligro que eso suponía. Recuerdo
perfectamente sus palabras: “En Doniños rugen las olas, ¡¡Doniños es
peligrosísimo!!”. Estamos hablando del año 80, sólo hace 35 años.
Balbi.- Hasta nosotros mismos éramos un poco partícipes
de ese pensamiento. Estando viviendo Vicente ya en Coruña, te hablo del año
1979, muchas veces nos acercábamos los fines de semana a surfear allí, y
quedábamos con Rufino y los demás. Un día que en la zona de la Coruña no había
muchas olas, recuerdo que Vicente nos propuso el "ser un poco más arriesgados": “Vamos
a ir a Doniños”, fue su propuesta.
Vicente.- Pero sin duda esa incomprensión nos hacía
sentirnos diferentes, lo que nos gustaba. Y el ser pioneros nos hizo poder
disfrutar del placer de descubrir cosas nuevas casi a diario, lo que hacía todo
más atractivo.
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