3.12.15

HISTORIAS. La COP21 (parte 1).


El lunes comenzó en París una de las citas más importantes para el devenir del planeta: la cumbre del clima. Impulsada por Naciones Unidas, la COP21 se celebra con una cierta sensación de estar ante una "última oportunidad". De que las decisiones que se tomen, o no se tomen durante estos 12 días, marcarán significativamente nuestro futuro.

Aunque desde el refugio de nuestras casas lo que se debata en París tal vez nos parezca algo lejano y que poco nos afectará, la realidad es que no es así. De no actuar ahora, los cambios climáticos, que ya se están produciendo, traerán consigo relevantes crisis sociales, económicas, culturales, ... , que alterarán el modo de vida en todos los países del mundo. Ya hay muchos, principalmente los situados en las zonas más áridas y las pequeñas islas, que viven hoy una realidad con el "agua al cuello". El calentamiento global del planeta, hasta hace bien poco aún no reconocido por muchos, está produciendo verdaderos estragos en los países que curiosamente son los más pobres, y los que posiblemente tengan menos que ver en la situación a la que hemos abocado, no al planeta, que nos sobrevivirá, sino a la humanidad. 

Leyendo algunos periódicos, parece que para las opiniones más simplistas la única consecuencia del cambio climático será una subida de unos centímetros, 25, a lo sumo 50, del nivel del mar en las zonas más afectadas. Pero esta subida del nivel del mar, provocada por un aumento de la temperatura media, está ya suponiendo, por ejemplo, cambios en los patrones de determinadas enfermedades. Que los fenómenos meteorológicos sean cada vez más extremos. Que la calidad del aire que respiramos empeore sin parar, afectando con ello a la calidad del agua que bebemos y los alimentos que comemos. Una mayor concentración de dióxido de carbono en el aire disminuye la cantidad de zinc, hierro y proteínas en cultivos como el trigo y el arroz, y aumenta el contenido de almidón y azúcar. Podríamos seguir así hasta enumerar cientos y cientos de efectos negativos, de los que desconocemos a su vez que otros efectos desencadenarán. Se habla que en el periodo 2030-2050, el cambio climático causará 250.000 muertes adicionales cada año por dolencias asociadas a efectos ambientales, y que 100 millones de personas, por causa del clima, entrarán en la pobreza más absoluta.

La gran mayoría de los países han llegado a la cumbre con una serie de compromisos de reducción de emisiones para frenar este cambio. Sin embargo, bajo la opinión de muchos expertos, estos compromisos resultan insuficientes, siendo curiosamente los menos ambiciosos los de los países más contaminantes y más ricos. He leído que propuestas como las de Kenia, las Islas Marshall o Indonesia son las más coherentes, teniendo en cuenta su nivel de emisiones y su situación económica, mientras que las de la mayoría de los países desarrollados se mantienen alejados de los objetivos. Una de las palabras que más he escuchado pronunciar durante estos días hablando de la cumbre, ha sido la palabra solidaridad, y precisamente de ella depende de que se termine con éxito este reto al que nos enfrentamos. Sólo con un firme compromiso de países como China, Estados Unidos, India, ..., será posible el cambio.

El proceso de calentamiento del planeta ha adquirido ya tal inercia que se habla de que, de no modificarse la situación actual, la temperatura media del planeta se elevará en 4 grados en el año 2050. Aún aplicando todas las medidas a la que los estados ya se han comprometido, la temperatura subiría al menos 3 grados. El aspiración de la cumbre es que el incremento de temperatura sea de 2º en 2050, lo que demuestra, y aún en el caso de que todos los países se apliquen, que el proceso en el que estamos es irreversible. Tristemente se trata ahora de que los daños sean los menores posibles.

1 comentario:

  1. Ojalá que se llegue a un acuerdo esperanzador, pero soy demasiado pesimista al respecto.

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