8.11.16

LETRAS. Fuerteventura.


Antes de la aparición de las cámaras digitales tenía la costumbre de ordenar en álbumes todas las fotos que iba haciendo. Eran mis primeros años de afición a la fotografía, por lo que hoy muchas de esas fotos me parecen malas. Pero entiendo que formaron parte de un proceso de aprendizaje, que nunca termina, y que me ha llevado a las fotos que hago hoy. Entre todos los álbumes había algunos con un nivel mayor, entre ellos los de los viajes, y en especial el de Fuerteventura. A éste faltaban por incorporarle las de la última vez que estuvimos allí, pero en lugar de pasar a papel esas fotos, recorrí el camino de modo inverso: escaneé todos los viajes anteriores, y les sumé los textos que sobre la isla había escrito en el blog y las últimas fotos. Y el resultado es este libro, con la experiencia de mi paso por la isla.

A lo ya escrito sumé para la ocasión 3 nuevas paradas: Betancuria, Majanicho y el Faro del Tostón. Sobre ellos no había escrito en su día, y el libro no podría cerrarse sin referencias a estos 3 lugares.



BETANCURIA

Betancuria fue fundada por conquistadores normandos en el año 1404, durante el proceso de conquista de la isla de Fuerteventura, que se desarrolló en los primeros años del siglo XV. Betancuria, junto con Rubicón en Lanzarote, fueron las primeras ciudades fundadas por los europeos en Canarias y Betancuria tomó su nombre del propio conquistador, Jean de Bethencourt. Está situada en el valle del Macizo de Betancuria, y es una de las zonas menos desérticas y más fértiles de la isla. Su emplazamiento en un valle interior, alejado de la costa y rodeado de montañas, se debe a que esta ubicación ofrecía cierta seguridad y permitía una mejor defensa ante posibles ataques de piratas. Sin embargo, esta situación no pudo impedir que cuando los berberiscos invadieron la isla en el año 1593 llegaran hasta Betancuria, donde quemaron, destruyeron y desvalijaron los principales edificios.

A partir del siglo XIX, Betancuria fue perdiendo progresivamente poder a favor de otros núcleos de población como Pájara, La Oliva, Antigua o Puerto de Cabras. Finalmente en 1834 perdería la capitalidad de la isla.

El 91,2% del territorio del municipio de está ocupado por el Parque Rural de Betancuria, espacio protegido por sus valores geomorfológicos y etnográficos.

El Macizo de Betancuria constituye uno de los más espectaculares afloramientos del Complejo Basal Insular, con un elevado valor científico y paisajístico. Se localizan en este Macizo importantes depósitos de materiales antiguos, con sedimentos oceánicos y fósiles de animales marinos desaparecidos, que constituyen en la actualidad el Monumento Natural de Ajuy.

En este espacio confluyen afloramientos del Complejo Basal de la isla y coladas de series volcánicas subaéreas. El paisaje se caracteriza por su peculiar cromatismo, por la alternancia de lomos de aspecto suave con barrancos en forma de U y la presencia de estribaciones montañosas de considerable envergadura en el contexto insular, como Morro Velosa (669 m) y Morro de la Cruz (676 m), la Gran Montaña (708 m) y Morro Jana (764 m).


MAJANICHO

Majanicho marca en cierto modo la mitad del camino en la ruta de las playas por el Norte. De hecho es el pueblo situado más al Norte de toda la isla de Fuerteventura. En nuestro primer viaje siempre se llevaba al pueblo después de recorrer varios kilómetros de carreteras sin asfaltar. Daba igual la ruta que eligieses. Pronto descubrimos que existía una velocidad a partir de las cual se sentían menos los baches: 80 km/h, lo que hacía sin duda la ruta más interesante. Con lluvia, y sobre todo si elegías la carretera de la costa, las posibilidades de quedarse enterrado eran muy grandes, y más si viajabas con un turismo. Creo que nos pasó una vez. 

Majanicho parece un pueblo de otra época. Situado en una protegida bahía, de aguas siempre tranquilas, en él no encontrarás nada de lo que te puedas esperar de un pueblo situado en una zona turística de las Islas Canarias. No hay tiendas ni restaurantes. De hecho muchas veces llama la atención de que prácticamente no hay gente, aunque todas las casetas estén ocupadas.


EL FARO

El faro del Tostón se encuentra 5 kilómetros de Cotillo, en un saliente llamado Punta Ballena. Entró en funcionamiento en 1897, y junto con el faro de la isla de Lobos y el de Pechiguera, en Lanzarote, forma un triángulo que señaliza perfectamente el estrecho de la Bocaina, que separa las islas de Fuerteventura y Lanzarote.

El faro ha sufrido varias reformas desde sus construcción hasta adoptar su forma y altura actual. En 1923 se cambió la linterna ubicada en el interior de la cúpula metálica verde que lo coronaba. En 1955 se construyó una nueva torre, de forma octogonal, adosada al edificio de una planta en el que vivía el farero, de modo que la altura del faro pasó de los 6 metros con los que se construyó a 13,25 metros. En la decisión fue fundamental las múltiples quejas que se recibieron por la escasa visibilidad del faro, especialmente cuando las condiciones meteorológicas eran adversas. Tal debía ser la situación que en la Guía de Señales Aeromarítimas de España de los años 60 se advertía a los navegantes de que “la rompiente que se forma al chocar las olas en el bajo del Tostón, situado a unas dos millas del faro, interfiere en los destellos”.

En 1985, tras varios accidentes en los que la falta de visibilidad del faro fue fundamental, se levantó la actual torre de 37,3 metros.

En el interior del faro se encuentra el Museo de la Pesca Tradicional, y en el exterior una “ruta” que te dirige por la costa que lo rodea. Cerca del faro existen una serie de paneles que explican las particularidades de la zona. Entre todos, me llamó la atención uno que hablaba sobre los “jallos”, término canario que se cree procede de la palabra “hallazgo”.

“La carestía de materias primas y la pobreza de los antiguos pobladores hizo que los majoreros dieran mucha importancia a los hallazgos en el litoral. Maderas, sogas, mercancías caídas de un barco. Todo lo que el mar arrastraba al litoral podía ser útil.

Los habitantes de la isla han acuñado una palabra para estos regalos marinos: “jallo”. Así, durante mucho tiempo, el mejor almacén de madera de los majaderos fue su litoral. De ahí salió la materia prima para más de una casa e incluso de una barca de pesca”.


  



  




Podéis encontrar los enlaces a todas las entradas dedicadas a Fuerteventura en el blog, y con las que he conformado el libro, pulsando AQUÍ.

3 comentarios:

  1. Una gran idea y un precioso recuerdo!!!

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  2. Vaya crack! Yo también estuve dos veces en Fuerte y no tengo más que algunas fotos en un disco duro que ni sé donde esta...

    Gran trabajo!

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