A la primera luna llena de la primavera se le llama Luna Rosa, aunque su color en nada se parezca a éste. Es más, podría afirmar que es igual que al de cualquier otra luna. He encontrado que debe este inapropiado nombre a que su aparición coincide con la floración de las rosas, marcando en cierto modo el inicio de la verdadera primavera.
Me imagino que los que como yo nos asomamos en busca de algo "especial", nos llevamos una pequeña decepción, sin pensar que el verdadero significado y valor de la Luna Rosa es que precisamente no presente un color inusual. Lo realmente significante es que sea como siempre, tal y como ha de ocurrir con todas las otras manifestaciones que caracterizan el ciclo de las estaciones. Estas manifestaciones son signos de estabilidad, de orden, de que el paso de las estaciones no se detiene, y de que nuestras vidas avanzan con ellas.
Ante el inicio de una nueva primavera, y del posterior verano, la Luna, sea o no rosa, ilumina imperturbable el camino que nos lleva hacia la mejor época del año. Por delante nos esperan días de sol y de olas en la playa.
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